Picotazos de historia
La trágica historia de las quintillizas Dionne: exhibidas como animales de circo y explotadas por el gobierno
La guardería donde se criaron también era un zoológico público ya que detrás de cristales laminados el público, que había pagado por el privilegio, podía ver jugar, comer y dormir a las niñas
Era el día 28 de mayo de 1934, a las afueras de la población canadiense de Callander, en la provincia de Ontario, la señora Elzire Dionne, casada con Oliva Eduard Dionne, se había puesto de parto dentro de la humilde cabaña en la que habitan. Avisaron al doctor Allan Roy Dafoe, que era el médico local y a una matrona que vino acompañada de otra colega suya dispuesta a ayudar, pues sabían que sería un parto complicado.
El doctor estaba convencido de que se trataría de un alumbramiento de gemelos, pero jamás imaginó tener que hacer frente a un parto múltiple de esas dimensiones. Elzire Dionne, de apenas 24 años de edad y madre ya de cinco hijos y de un sexto que falleció de neumonía, se pone de parto y no para. Las dos comadronas y el médico tuvieron que lidiar con cinco criaturas prematuras; cinco niñas cuyo peso iba de 1,5 a 1 kilogramos. En total apenas suman 6,1 kilogramos de frágil vida.
Rápidamente el doctor hizo envolver en mantas calientes a las neonatas, que tuvieron como primera cuna una cesta de mimbre para la colada. La cesta se revistió con mantas caldeadas que se situó próxima a la estufa, que era la única fuente de calor de la casa. Cada una de las niñas fue ungida con aceite de oliva y alimentada, cada dos horas, con una mezcla de sirope con agua.
Pasadas las críticas primeras 24 horas, las pasaron a una cesta más grande que una caritativa vecina llevó a la casa. La cesta se mantuvo caliente por medio de botellas llenas de agua caliente que, cada cierto tiempo, se fueron renovando. A las 48 horas cambiaron la alimentación por algo más consistente: una formula, brebaje o invención del propio doctor y que consistía en una mezcla de leche de vaca, agua hervida, sirope de maíz y un poco de ron, como estimulante.
Poco a poco las cinco niñas fueron saliendo adelante. Fue una noticia mundial. Se trataba del primer caso documentado de un parto múltiple de quintillizos, prematuros, que sobrevivían. A medida que se difundió la noticia llovían los medios sobre la humilde morada para ayudar a que sobrevivieran las «niñas del milagro». También llegaron negociantes y emprendedores que veían en la creciente y apabullante fama, así como en el interés por el desarrollo y salud de las niñas, una oportunidad para el negocio y el beneficio.
El matrimonio Dionne era gente muy humilde, personas sin estudios ni preparación, y pronto se vieron envueltos en complejidades legales. Con el objetivo de proteger a las niñas, y viendo que los padres no tenían formación para enfrentarse a la ola de interés mundial, los Dionne fueron legalmente obligados a entregar la tutela de las niñas a la Cruz Roja, quienes se harían cargo de su crianza y educación, así como de todos los costes derivados de ello.
El gobernador de Ontario, con el objeto de proteger a las niñas de una posible explotación comercial, hizo aprobar la llamada Acta de las Quintillizas Dionne, en marzo de 1935, por la cual se retiraba la patria potestad a los padres, dejando a las niñas bajo la guarda y custodia de la corona británica. Todo ello, en teoría, con el objeto de salvaguardar sus intereses y protegerlas de cualquier modo de explotación. Así hasta que cumplieran dieciocho años, momento en que se revisarían las clausulas del Acta.
Las niñas vivieron en una guardería construida especialmente para ellas, financiada por la Corona y la Cruz Roja y gestionada por el doctor Dafoe, que se había convertido en una eminencia mundial en pediatría. La guardería también era un zoológico público ya que detrás de cristales laminados, –que permitían ver a través de ellos pero no ser vistos– el público, que había pagado por el privilegio, podía ver jugar, comer y dormir a las niñas.
Se calcula entre 3.000 y 5.000 visitas diarias. Entre ellas actores de Hollywood como Clarck Gable, James Cagney, Bette Davis, etc. Todo con las bendiciones de la Corona que también se lucraba con ello. En definitiva se creó un «Gran Hermano» con las niñas y el doctor Dafoe amasó una buena fortuna con ello.
En 1998, las tres gemelas supervivientes, firmaron un acuerdo con el gobierno de Ontario. Este último reconocía la explotación y el daño ocasionado y, por su parte, las hermanas aceptaban una indemnización de 4 millones de dólares. Hoy, año 2024, quedan vivas dos y su máxima aspiración es vivir en paz.