Fundado en 1910
La quema del Talmud

La quema del Talmud

Picotazos de historia

El juicio que decretó la quema pública de todos los manuscritos del Talmud, el libro de la ley judía

El rey Luis IX ofreció a los judíos la posibilidad de defenderse, por lo que ordenó que se celebrara en la capital de su reino una disputa, y que cada bando nombrara sus representantes para la defensa de sus respectivas causas

La transición de los siglos XII al XIII fue un periodo de tensión para la Iglesia. Por un lado los sarracenos se estaban expandiendo de forma inexorable por el Mediterráneo; por otro, estaban surgiendo movimientos disidentes como el catarismo, que daría lugar a una cruzada y a la creación de la orden dominica. En este tiempo la Iglesia ordenó la quema del primer texto judío: La Guía de los Perplejos de Moises Maimonides, en 1233.

Por otra parte la Iglesia decretó, en tiempos del Papa Inocencio III, que solo se podía confiar en el clero para interpretar la Biblia. En el 1215, el Concilio de Letrán estableció la exclusión de judíos y musulmanes, a quienes se les obligó a vestir unas prendas características, prohibió tener relaciones profesionales y sociales o salir durante la celebración de la Semana Santa.

Una controversia cualquiera a partir del Talmud. Obra de Schleicher

Una controversia cualquiera a partir del Talmud. Obra de Schleicher

Fue con estos ataques y discriminación, junto con las recompensas ofrecidas para la conversión, que las personas que abandonan su fe para convertirse al cristianismo (los conversos) eran mirados con desconfianza por unos y repulsión por otros.

En París Nicolás Donin, antiguo alumno de la escuela talmúdica de la ciudad, expulsado y excomulgado de ella, decidió convertirse al cristianismo y tomar los hábitos de la orden franciscana. Ya como fraile escribe a Su Santidad Gregorio IX, en 1236, una carta donde condenaba el Talmud.

La Disputa de París

La Torá es lo que conocemos como el Antiguo Testamento, mientras que el Talmud es un compendio de discusiones rabínicas sobre diferentes temas de la ley judía. El Papa decretó, por bula de 1239, que se llevara a cabo una investigación de los textos rabínicos y que en aquellos que se encontrara errores fueran confiscados y destruidos. El rey Luis IX, san Luis de Francia, respondió positivamente al dictado de la bula, pero ofreció a los judíos la posibilidad de defenderse, por lo que ordenó que se celebrara en la capital de su reino una disputa, y que cada bando nombrara sus campeones para la defensa de su causa.

La contienda intelectual se celebró en París el 12 de junio de 1240, en presencia de la madre del rey, doña Blanca de Castilla. Por el lado judío defendieron sus textos los rabinos Yahiel de París, Moisés de Coucy y Juda ben David de Melun; por el lado cristiano estaba el converso Nicolás Donin, el canciller de la Universidad de París Eudes de Chateauroux y el arzobispo de Sens que tenía el poco adecuado apellido de Le Cornú.

El rabí Yahiel llevó a cabo una encendida defensa del Talmud y nos dejó un registro del juicio o disputa. Terminadas las alegaciones y defensas se dio por concluida la exposición dejando al tribunal, compuesto por eclesiásticos, teólogos y eruditos de la universidad, la decisión sobre la disputa. Dos años tardó el tribunal en emitir su dictamen y este fue el esperado por todos: el Talmud era considerado un libro infame, plagado de errores y que, además, contenía blasfemos ataques a la figura de Jesús.

El 17 de junio de 1242 se cumplió la condena simbólica de la conocida como la Disputa o Juicio de París. En la antigua plaza de Grève, hoy conocida como plaza del Hotel de Ville o explanada de la Liberación, enfrente del actual ayuntamiento de la ciudad, se condujeron veinticuatro carros que cargaban más de diez mil manuscritos del Talmud recogidos por toda Francia. Todos fueron públicamente quemados, al tiempo que se leía la sentencia delante del rector de la universidad y de los principales miembros del clero. Los rabinos que defendieron el Talmud frente a las acusaciones de Nicolás Donin para entonces hacía tiempo que habían abandonado Francia, por precaución y por motivos de salud.

El Juicio de París y la posterior bula del Papa Inocencio IV –Impia Judeorum perdidia– supondrían un cambio radical de actitud por parte de la Iglesia hacía los judíos. La bula, de 1244, ratificaba la sentencia de París y afirma que «los hijos de los judíos son alimentados y aleccionados por el Talmud, el cual contiene contra Dios y su Cristo y la Virgen María, falsos abusos y estupideces increíbles». La brecha entre ambas religiones no empezaría a cerrarse hasta el último tercio del siglo XIX.

comentarios
tracking