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Plaza de San Marcos (Canaletto)

Plaza de San Marcos (Canaletto)Museo Thyssen- Bornemisza

Picotazos de historia

Juego y ejecuciones: la historia oculta de las emblemáticas columnas de la Plaza de San Marcos de Venecia

Será a partir del siglo XVII que ese espacio en concreto será el elegido para alzar el patíbulo donde se ejecutarían a los condenados a muerte

Tal vez uno de los entornos urbanos más hermosos y mundialmente conocidos sea la Piazza San Marcos, la plaza de San Marcos en la ciudad italiana de Venecia. Si se llega desde el mar será la vista de esta plaza la primera impresión que tendremos de la ciudad. Enfrente tendremos la basílica, a la izquierda la Biblioteca Marciana (sede del museo arqueológico, además de la biblioteca) y a la derecha el espléndido Palacio Ducal (sede de los dogos o dux, máximos gobernantes que regían a la república).

En el espacio de la plaza, flanqueada por los mencionados edificios y por el mar, se alzan dos columnas que parecen darnos la bienvenida y ser portal de entrada a esta ciudad de ensueño. Se trata de dos columnas rematadas con las figuras que representan a los patrones de la ciudad: la más cercana al palacio de los dogos sostiene una escultura que representa a un león alado, símbolo del evangelista san Marcos y de la propia ciudad y república desde el siglo IX; la otra columna, la que da al museo biblioteca, sostiene una escultura en mármol que representa a san Teodoro, primer protector de la ciudad, en el acto de matar a un dragón. La escultura es un buen ejemplo de reciclaje ya que el torso es de una escultura romana a la que se le añadió el resto durante el medievo.

Las columnas gemelas de Venecia

Las columnas gemelas de VeneciaWikimedia Commons

Pero volvamos a las columnas que son el motivo del presente artículo. El fuste de la columna de san Teodoro está hecha con mármol rojo de Egipto, la otra con mármol troadense (procedente de la antigua Troade, hoy península de Biga, en Turquía), lo que confirma su origen bizantino. Según la tradición, ambas llegaron como botín de guerra tras el saqueo de Constantinopla durante la IV cruzada (1204 d. C.). En realidad las dos columnas eran tres, pero la tercera cayó al agua debido a una mala maniobra. La Señoría de Venecia encargó su rescate, pero debió hundirse tan profundamente en el barro del fondo que jamás se pudo encontrar.

Las columnas restantes fueron desembarcadas pero el problema era cómo levantarlas y completarlas, pues a pesar de su tamaño, y precisamente por esto mismo, eran frágiles. Primero se encargó la talla de las bases sobre las que se asentarían las columnas. Estas fueron hechas con piedra de Istria (península repartida entre Croacia y Eslovenia) y los capiteles con piedra de Verona.

Los capiteles fueron tallados con un estilo veneciano bizantino que confirma que fueron hechos en el siglo XIII. Según la tradición, se encargó al arquitecto Nícolo Barattiero la difícil tarea de montar las dos columnas sin dañarlas. Barattiero consiguió llevarla a cabo valiéndose de cuñas, cuerdas y agua. Mojaba las grandes sogas que ataba a las columnas, al secarse se contraían elevando las columnas. Se aseguraba su posición con cuñas y se preparaban nuevas cuerdas mojadas que, al contraerse, continuaban elevando el fuste. Así se completó la tarea.

El dogo Pietro Zani, quien ejerció ese cargo de 1205 hasta 1229, quiso recompensar a Barattiero por el buen trabajo realizado. El arquitecto renunció a una recompensa económica, en lugar de ello solicitó que se le concediera un privilegio sobre el juego. En la República de Venecia el juego estaba prohibido.

La ludopatía había arruinado a más de una familia y se habían producido desórdenes tan graves en relación con esta diversión que había aconsejado su prohibición. El arquitecto solicitaba ahora que, solo durante unas horas de cada domingo, se le permitiera montar unas mesas de juego en el espacio comprendido entre las dos columnas. Se trataba de unas pocas horas a la semana y de una actividad estrictamente controlada, por lo que el dogo aceptó y concedió el privilegio a Barattiero, con lo que hizo fortuna.

Será a partir del siglo XVII que ese espacio en concreto será el elegido para alzar el patíbulo donde se ejecutarían a los condenados a muerte. Desde entonces cruzar esa zona se considera que da mala suerte. También de este hecho saldría un dicho veneciano: «Te mostraré la hora que es», cuando se desea el mal a alguien o se le amenaza. Y es que a los condenados a muerte los situaban sobre el patíbulo y de espaldas al mar, de esta manera quedaban mirando a la Torre del Reloj, en la esquina noroeste de la Basílica de San Marcos. Lo último que veían era la hora de su propia muerte.

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