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Kudia Tahar, 9 de septiembre.

Kudia Tahar, 9 de septiembre de 1925.Ejército del Aire

Kudia Tahar: el bastión olvidado del desembarco de Alhucemas

Desesperados, los rifeños lanzaron un feroz ataque en la región de Yebala, centrándose en la posición de Kudia Tahar, para desviar la ofensiva española

En septiembre de 1925, el ejército español en África se preparaba para una de sus gestas más audaces: el desembarco de Alhucemas, el golpe definitivo contra la rebelión rifeña. Con una imponente flota hispano-francesa surcando las aguas y el ejército colonial francés dispuesto a avanzar desde el sur, el cerco sobre Abd el-Krim se estrechaba. Desesperados, los rifeños lanzaron un feroz ataque en la región de Yebala, centrándose en la posición de Kudia Tahar, para desviar la ofensiva española. Era un movimiento calculado, un intento de distraer recursos y retrasar el desembarco.

A solo ocho kilómetros de Tetuán, Kudia Tahar se alzaba en un saliente de la «línea Primo de Rivera», expuesta a los ataques enemigos. La posición, ubicada en la cabila de Beni Hozmar, contaba con una reducida guarnición de 130 soldados, una batería de artillería y zapadores. Al amanecer del 3 de septiembre, el fuego rifeño comenzó a castigar la posición. Desde las alturas de la Hafa del Duira, la artillería enemiga bombardeó con una precisión letal. Al mando de la defensa estaba el capitán José Zarazíbar, cuya valentía y liderazgo insuflaron ánimo a los soldados mientras la situación se tornaba crítica.

Las comunicaciones con el exterior fueron cortadas rápidamente. Desde Ben Karrich, varias columnas intentaron socorrer la posición, pero las emboscadas rifeñas en los barrancos cercanos hacían imposible el avance. La aviación española, operando desde Larache y Tetuán, lanzó suministros desde el aire y atacó las líneas rifeñas, pero el cerco no cedía. Para el mediodía del 3 de septiembre, las bajas españolas aumentaban. Entre los primeros en caer estaba el propio Zarazíbar, quien fue reemplazado por el teniente Sevillano de Ingenieros. La moral de los defensores se mantenía firme, pero la falta de agua y municiones los condenaba a una lucha desesperada.

Mientras Kudia Tahar resistía, los rifeños intensificaron la presión en otras posiciones clave. Los Nator y los Tazarines, enclaves fundamentales en la línea defensiva española, sufrían ataques constantes. Cada convoy de refuerzos era hostigado por el fuego enemigo, y la situación en Tetuán se tornaba cada vez más tensa. Si Kudia Tahar caía, la capital del protectorado quedaría al alcance de los rifeños, amenazando la estabilidad de toda la campaña militar.

Ante la gravedad del asedio, el 9 de septiembre, el general Miguel Primo de Rivera tomó una decisión audaz: desviar dos banderas del Tercio y un tabor de Regulares desde el frente de Alhucemas para reforzar el sector. Con este movimiento, buscaba sostener Kudia Tahar y recuperar la iniciativa. No podía permitirse un revés en las puertas de Tetuán cuando la ofensiva final contra Abd el-Krim estaba en marcha.

El 11 de septiembre, el mando español organizó una operación de rescate. Tres columnas, dirigidas por los coroneles Jorge Fanjul, Balmes y Perteguer, avanzaron coordinadas para romper el cerco. El asalto comenzó con un intenso bombardeo artillero sobre las posiciones rifeñas en Dar Gazi y el barranco de Assaden. El terreno escarpado y boscoso dificultaba el avance, pero los soldados españoles, curtidos en la guerra, avanzaban con determinación.

Finalmente, el 13 de septiembre, tras días de encarnizados combates, las tropas españolas lograron alcanzar Kudia Tahar. Los defensores, exhaustos y diezmados, fueron rescatados. La posición, reducida a escombros, había resistido contra toda previsión. El sacrificio de sus hombres evitó que los rifeños alcanzaran Tetuán y desviaran fuerzas críticas del desembarco en Alhucemas, que siguió su curso sin alteraciones.

Fotografía de los supervivientes de Kudia Tahar publicada en el semanario ilustrado madrileño Nuevo Mundo

Fotografía de los supervivientes de Kudia Tahar publicada en el semanario ilustrado madrileño Nuevo Mundo

El asedio de Kudia Tahar, aunque eclipsado por la trascendencia de Alhucemas, simboliza la resistencia y el sacrificio del ejército español en Marruecos. La «línea Primo de Rivera», pese a sus debilidades, demostró que la voluntad de sus defensores podía inclinar la balanza en momentos decisivos. Más allá de la victoria táctica, esta batalla fue una prueba de fuego para los soldados que, rodeados y sin esperanza de rendición, combatieron hasta el final. Su sacrificio no solo permitió que Alhucemas se desarrollara sin contratiempos, sino que marcó el principio del fin de la guerra del Rif.

Kudia Tahar, destruida pero no tomada, quedó en la memoria como un símbolo de heroísmo y tenacidad en una de las campañas más difíciles de la pacificación del protectorado español en Marruecos.

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