Kabul
Cientos de afganos hacinados en colas de largas horas para tramitar el pasaporte y huir del país
El servicio fue cerrado poco después del regreso al poder de los talibanes, a mediados de agosto
Pese al frío glacial, cientos de afganos esperan desde hace horas delante de la oficina de pasaportes de Kabul el domingo, un día después de que el gobierno talibán anunciara que vuelve a entregar los preciados documentos.
Para la mayoría, la espera empezó de noche. Y de madrugada, siguieron aguardando pacientes, algunos en búsqueda de una opción para un tratamiento imposible de obtener en Afganistán, otros para huir del régimen de los islamistas.
En el lugar, los combatientes talibanes desplegados para mantener el orden, visiblemente tensos, dispersaron a los pequeños grupos congregados en la entrada. «No queremos un ataque suicida o una explosión», advirtió Ajmal Toofan, un combatiente talibán de 22 años.
El EI-K, la rama local de la organización Estado Islámico (EI), mató a más de 150 personas en un ataque parecido a finales de agosto, cuando las multitudes se hacinaban delante del aeropuerto de Kabul para intentar huir del país.
«Nuestra responsabilidad aquí es proteger», añadió el soldado, con su fusil apuntando al suelo. «Pero la gente no coopera». Mientras explicó esto, uno de sus colegas empujó a un hombre que cayó al suelo, cerca de unas alambradas.
Mohamed Osman Akbari, de 60 años, tiene que viajar urgentemente a Pakistán para concluir una operación de corazón que los hospitales afganos, carentes de todo, no pueden realizar.
Los médicos «pusieron muelles en mi corazón. Tienen que retirarlos y ya no es posible aquí», explicó en referencia a la colocación de «stent».
Cerca de él, personas demasiado enfermas para esperar en la fila, aguardan en ambulancias. Tienen que estar presentes físicamente para que se les entregue el pasaporte, precisó Muslim Fakhri, de 21 años, que conduce uno de los vehículos. En su ambulancia, un hombre de 43 años permanece tumbado. «El paciente tiene un problema cardíaco», agregó.
Huidas desesperadas
El servicio de pasaportes fue cerrado poco después del regreso al poder de los talibanes, a mediados de agosto, que supuso la caída del régimen anterior, apoyado por Estados Unidos.
La oficina reabrió brevemente en octubre, pero el flujo de demandas provocó problemas técnicos, lo que obligó a los talibanes a interrumpir las entregas al cabo de algunos días.
El sábado, el jefe del servicio afgano de pasaportes anunció que los problemas se habían resuelto y que los pedidos ya efectuados empezarían a examinarse a partir del domingo.
Mursal Rasooli, de 26 años, estaba muy contenta con el anuncio. «La situación aquí no está tranquila», contó, mientras protege del frío a sus hija de dos años. «Si la situación empeora, nosotros ya tendremos el pasaporte», afirmó.
Su marido está en Irán ya que no encontraba trabajo en Kabul. Ahora, sus preocupaciones son la inflación galopante y la falta de trabajo y educación para las mujeres.
Volver a entregar pasaportes –y autorizar a los afganos a abandonar el país en momentos en que se cierne una grave crisis humanitaria, según la ONU– será una prueba sobre la buena voluntad de los talibanes.
Los islamistas reclaman a la comunidad internacional que desbloqueen los fondos para relanzar la economía y luchar contra el hambre.
Omid Naseer, con chaqueta de cuero y barba corta, quiere irse del país desesperadamente. Es músico. Desde «hace meses, desde que los talibanes llegaron (al poder), no tenemos trabajo». «Los artistas son los más vulnerables, pero a nadie le importa», concluyó.