El Afganistán de los talibanes recibirá 300 millones de dólares de EE.UU.

Afganistán se encuentra en una situación cercana a la catástrofe humanitaria tras la precipitada salida de Estados Unidos del país el pasado mes de agosto y la llegada al poder de los talibanes.

Para evitar la catástrofe y cubrir las necesidades humanitarias básicas, la ONU ha pedido una ayuda internacional de 5.000 millones de dólares para financiar proyectos de acceso a los alimentos, desarrollo de la agricultura, financiación de servicios de salud, lucha contra la desnutrición, acceso al agua potable, saneamiento y educación.

Estados Unidos ha respondido a ese llamamiento y se ha comprometido a entregar más de 300 millones de dólares en ayuda humanitaria a lo largo de 2022. Según AFP, la ayuda estadounidense se destinará, sobre todo, a alimentación, sanidad y protección frente a la llegada del período más duro del invierno.

Según Naciones Unidas, más de la mitad de la población afgana, unos 22 millones de personas, necesita ayuda urgente para hacer frente a la crisis. El plan incluye una ayuda urgente de 4.400 millones de dólares de países cooperantes destinada a financiar las necesidades humanitarias más urgentes dentro del año 2022.

A esa cantidad se le sumarían otros 623 millones de dólares destinados a refugiados afganos acogidos en los países vecinos. Según ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, casi seis millones de afganos se encuentran refugiados en Irán, Pakistán y otros países de la región.

En ese sentido, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió que si Afganistán colapsa se producirá un éxodo sin precedentes.

Ante la sorpresa causada por el envío de ayuda estadounidense a los talibanes, el subsecretario general de Naciones Unidas para asuntos humanitarios, Martin Griffiths, aclaró en declaraciones recogidas por AFP, que el dinero no pasará por las manos de los talibanes y se gestionará directamente por unas 160 ONG y agencias de Naciones Unidas que trabajan en el territorio.

Frente a las críticas, Griffiths argumentó que las ayudas permitirán también crear un clima de confianza con la nueva administración afgana talibán que permita trabajar en la defensa de derechos humanos.

«Nuestros colegas en el terreno les hablan todos los días, ciertamente hablan de acceso, de entregas, de necesidades, pero también hablan de las mujeres en el trabajo, de las niñas en las escuelas, de los derechos de las minorías», aseguró.