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El primer ministro portugués, Antonio Costa, comparece tras las elecciones de este domingo

El primer ministro portugués, Antonio Costa, comparece tras las elecciones de este domingoMiguel A. Lopes / Efe

Elecciones en Portugal

Costa gana la partida a las encuestas y se suelta de sus socios de la izquierda

La derecha paga su fragmentación y los socialistas portugueses logran la mayoría absoluta que pidió el primer ministro durante la campaña electoral

Antonio Costa (Lisboa, 1961) ha acabado ganando la apuesta de las elecciones anticipadas. Los portugueses concedieron este domingo al primer ministro una mayoría absoluta que le permite dejar de depender del apoyo de sus socios de la izquierda, los mismos que le abrieron las puertas del poder en 2015.

Los electores optaron finalmente por concentrar el voto en los socialistas cuando todo apuntaba a que los comicios podían habérsele atragantado al primer ministro. Dos encuestas publicadas en los últimos días de la campaña electoral daban la victoria al centroderecha del Partido Socialdemócrata (PSD), liderado por el economista Rui Rio

Además, el PSD venía de lograr una importante victoria en las elecciones municipales de septiembre en Lisboa, en una candidatura amplia liderada por el excomisario europeo Carlos Moedas, que pretendía utilizar de trampolín para acabar con más de seis años de gobierno de Costa.

Esta derrota supuso un toque de atención para los socialistas, que vieron su proyecto de presupuestos rechazado por la Asamblea de la República en octubre, al no aceptar las demandas de sus socios del Bloco de Esquerda y la Coalición Democrática Unitaria (CDU), una agrupación de comunistas y ecologistas.

La falta de acuerdo abocó al país a la celebración de elecciones anticipadas en plena recomposición del espacio electoral de la derecha. Dos formaciones de reciente creación -Chega e Iniciativa Liberal- cuestionaban la hegemonía en este espacio del PSD, que tuvo que afrontar una disputa interna por su liderazgo

Rui Rio, exalcalde de Oporto y hasta entonces líder de la formación, se acabó imponiendo en unas primarias abiertas a la militancia al eurodiputado Paulo Rangel, que defendía posturas más conservadoras y contaba con el apoyo del aparato del partido.

En la izquierda, la CDU y el Bloco de Esquerda pugnaban por convencer a los votantes de que seguían siendo necesarios para garantizar que el Partido Socialista (PS) llevara a cabo políticas progresistas en Portugal. La repetición de la 'geringonça', el acuerdo de Gobierno que suscribieron estas tres formaciones en 2015 y que el PS se negó a reeditar en 2019, volvía a encontrarse en el abanico de escenarios postelectorales. 

Una victoria contundente e inesperada

Las elecciones de este domingo llegaban con una ligera ventaja de los socialistas en los sondeos de opinión, pero con un escenario aún abierto. La abstención, muy elevada en el país en los últimos comicios, era otro factor que podía inclinar la balanza a uno u otro lado.

Las cuatro encuestas a pie de urna publicadas a las ocho de la tarde coincidían en su diagnóstico: el PS lograría una victoria amplia, que incluso podría rozar la mayoría absoluta en la horquilla superior de porcentaje de voto. 

Conforme avanzaba el escrutinio, se confirmó que el PSD no podía aspirar a la primera plaza, que la formación de derecha radical Chega obtendría la tercera posición y que la izquierda sufría un varapalo histórico.

El candidato del centroderecha, Rui Rio, compareció ante la prensa asumiendo su derrota y poniendo su cargo a disposición del partido. «Si se confirma que el PS consigue la mayoría absoluta y tiene un horizonte de 4 años de gobierno, no sé cómo puedo ser útil en esta ecuación. El partido decidirá», afirmó el economista.

El primer ministro Antonio Costa aparecía minutos más tarde visiblemente emocionado tras garantizar la mayoría absoluta, un hito que el PS no lograba desde 2005, en el primer mandato del exprimer ministro José Sócrates, que se vio enfangado en acusaciones de corrupción durante su segunda legislatura en el poder.

Costa afirmó que «los portugueses mostraron su deseo de que en los próximos años haya estabilidad» y aseguró que «una mayoría absoluta no es el poder absoluto» ya que «en democracia ninguno gobierna solo». El primer ministro lograba así su pretendida mayoría absoluta que le permitirá gobernar sin depender de las formaciones a su izquierda, que perdieron más de la mitad de sus diputados.

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