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Conferencia de Seguridad de Múnich. La OTAN se reune.

Conferencia de Seguridad de MúnichEFE

¿Se escapó en Múnich el último tren para la paz en Europa?

La Conferencia de Seguridad expuso el escenario de la crisis en Ucrania con crudeza pero abrió una puerta para la paz

La Conferencia de Seguridad de Múnich (Münchner Sicherheitskonferenz) es la reunión más importante a nivel mundial sobre «paz y diálogo». Se celebra anualmente en la capital bávara y esta última edición que se clausuró el domingo tuvo especial importancia por hacerlo en medio de la grave crisis con Rusia y Ucrania.

El canciller alemán, Olaf Scholz, señaló el peligro inminente de conflicto: «La guerra se avecina en Europa y el riesgo está lejos de terminar» pero propuso, «tanta diplomacia como sea posible sin ser ingenuo.» Dicho de otro modo por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel: «No podemos estar siempre ofreciendo la rama de olivo a Rusia».

En su mensaje dirigido a Rusia Scholz afirmó que «el orden internacional presupone la voluntad de cooperar, con confianza en uno mismo y (…) también con la propia fuerza, pero hay que ceñirse a las reglas del juego» y que «el despliegue de más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania no está justificado por nada». Scholz concluyó advirtiendo que: «Un ataque sería un grave error y no queremos que suceda».

Justamente el canciller alemán, tratando de ejercer un cierto liderazgo europeo había viajado, en días previos, a Rusia donde habló con Vladimir Putin quien le defendió que Kiev estaba cometiendo un «genocidio» contra la población rusa de Donbás. Scholz le aseguró que la inclusión de Ucrania en la OTAN no estaba en la agenda (Zelenski reclamaría su inclusión en Múnich). Luego viajó a Ucrania, donde el presidente de Ucrania le mostró que los combatientes rusos habían intensificado la lucha y le pidió «señales preventivas» contra Rusia.

En la política alemana se viven estas horas con alta preocupación pues los intentos diplomáticos se agotan, como ha dicho también Scholz: «no debemos ser ingenuos porque el despliegue de tropas es claro y todo está listo en tierra, en mar y en aire para un ataque a Ucrania». Aún así, el canciller no pierde la esperanza: «la oportunidad por pequeña que sea, sigue siendo una oportunidad para las negociaciones».

A Scholz también le preguntaron sobre el tema de las exportaciones de armas a Ucrania. Él recordó las leyes alemanas que imposibilitan el envío de material bélico, pero declaró que a Ucrania, «le hemos brindado el mayor apoyo para la estabilización económica y financiera».

En esta Conferencia de seguridad la también alemana, presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, dijo que «todavía esperaba que prevaleciese la paz» pero que Europa está lista para responder a través de un duro paquete de sanciones y que si Rusia ataca, tendrá altos costos.

La posición de Estados Unidos está siendo menos diplomática, más bien muy beligerante. Joe Biden, en un discurso televisado desde la Casa Blanca, dijo abiertamente que espera un ataque ruso en los próximos días porque Putin «ya ha tomado la decisión de ordenar el ataque». Hasta ahora, el gobierno de EE.UU. siempre había mantenido que el presidente ruso «no había tomado una decisión final sobre un ataque».

Es cierto que el ejército ruso realizó maniobras con armas estratégicas bajo la supervisión del mismo Putin y lo hizo mientras en Múnich se abordaba cómo resolver la crisis más parecida, hasta ahora, a la de preguerras mundiales que padeció el mundo. La señal de Putin, no fue la mejor en este contexto.

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, dijo en esta Conferencia de Seguridad que «la base de la seguridad europea está bajo amenaza directa» y aseguró a los socios europeos de la OTAN que la solidaridad de Washington frente a la amenaza rusa en el flanco este «es inquebrantable» y que «cada centímetro del territorio de la Alianza será defendido».

También aquí, Jens Stoltenberg, acusó a Putin de hacer retroceder la rueda de la historia y afirmó que no hay evidencia de retirada de las tropas rusas, más bien al contrario: «no sabemos qué pasará, pero el riesgo de guerra es real» afirmó el secretario general de la OTAN.

Lo cierto es que al presente las Fuerzas Armadas ucranianas siguen informando de numerosas violaciones del alto el fuego en el este de su territorio y se escuchan explosiones en el norte del bastión rebelde de Donetsk, cuyas causas inicialmente no estaban claras; tanto el ejército ucraniano como los rebeldes se acusan mutuamente de graves violaciones del alto el fuego.

Los rebeldes pro-rusos de la autoproclamada «República Popular» de Donetsk, en el este de Ucrania, pidieron una movilización militar general y su líder Denis Puschilin en un mensaje de video, llamó a los reservistas a «venir a las oficinas de inscripción militar». Se desconoce en qué número acudieron.

Las grandes estaciones de tren en Moscú llevan siempre el nombre de las ciudades de destino: la estación de Leningrado te lleva a San Petersburgo, la de Kazan a esta ciudad, la Kursk a Kusk; solo la estación de Kiev no te lleva a la capital de Ucrania desde hace tiempo, con la escusa de la pandemia. En rigor, hace más de dos años que no sale ningún tren hacia la capital de Ucrania. El paralelismo razonable invita a plantear una pregunta inquietante: ¿Se escapó en Múnich el último tren para la paz en Europa? El tiempo, y la ventana a la paz que se abre con el anuncio de una cumbre entre Putin y Biden, lo dirán.

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