Guerra Rusia-Ucrania ¿Qué otras sanciones se pueden aplicar aún a Rusia?
Las restricciones sobre el sector energético son las que más impacto podrían tener sobre la economía rusa, pero también sobre otras que se abastezcan de sus hidrocarburos
Las sanciones impuestas hasta ahora a Rusia por EE.UU., la Unión Europea (UE), el Reino Unido y otros 24 países a la economía rusa han provocado el desplome del rublo y supuesto un duro golpe contra los intereses y activos de las empresas estatales y de los oligarcas rusos, incluido el propio presidente, Vladimir Putin.
La amplia batería de medidas, la más dura de las que ha encarado la Rusia del mandatario en sus 22 años en el poder, han afectado al 80 % de los activos bancarios, según las estimaciones de EE.UU., o al 70 %, según las de la UE. Pero, ¿cuál sería el siguiente paso para continuar elevando la presión económica sobre Moscú?
«Estamos en un nivel 7 u 8 de 10 en términos de escalada en este momento. Definitivamente, todavía hay margen para continuar el ajuste», señala Emily Kilcrease, investigadora principal y directora del Programa de Energía, Economía y Seguridad del Centro para la Nueva Seguridad estadounidense, un grupo de expertos de Washington, en declaraciones a la BBC.
Mientras empresas como BP, Apple o Ikea han optado por salir de Rusia y otros países bloquean también la exportación de tecnologías clave como microchips y láseres, son muchos los que miran hacia el que posiblemente sea el sector económico clave del estado euroasiático: el energético.
Hasta ahora, los Gobiernos se han mostrado reacios a sancionar industrias como la petrolera o la gasística, habida cuenta de su relevante papel como proveedor mundial. El conjunto de Europa depende en alrededor de un 30 % del suministro ruso de petróleo y de un 40 % en el de gas. Sin embargo, los temores de que los ataques se recrudezcan no cesan, lo que eleva la presión que las potencias redoblen su ofensiva.
«Tengo la sensación de que se volverá políticamente insostenible decir que seguiremos pagando a Rusia por el petróleo, el gas y el carbón. Ya ha sido políticamente difícil para los líderes occidentales mantenerse al margen y creo que se volverá aún más difícil a medida que el Ejército ruso intensifique el uso de la fuerza», señala Christopher Miller, profesor de la Escuela Fletcher de la Universidad de Tufts y experto en economía rusa.
Además de la importancia de las transacciones de gas y petróleo para Rusia y sus clientes, otra de las incógnitas que se mantiene es la posible reacción por parte del Kremlin en caso de que estos sectores se vean penalizados.
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«El nivel de presión económica ahora es severo. Si vas por la yugular económica, Putin puede responder con una acción cibernética y militar que solo empeorará el sufrimiento», dice por su parte Jeffrey Schott, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo de expertos de Washington.
Según Emily Kilcrease, Rusia puede resistir la pérdida de compradores occidentales a cambio de elevar el precio de la venta. «¿Perjudicará a Rusia? En realidad, no está claro», dice.
Por ahora, las sanciones han provocado el desplome de los dos principales índices bursátiles y la caída del rublo a mínimos históricos, lo que ha supuesto un duro golpe para el poder adquisitivo de las familias rusas. Según la consultora Capital Economics, las sanciones podrían contraer la economía en un 15 % a lo largo de este año.
Efectos colaterales
Desde principios de febrero, los precios mundiales del petróleo han subido por encima del 10 % y las monedas de países con estrechos vínculos con Rusia, como Kazajistán, también se han visto afectadas. «Ese es el problema con las sanciones: nunca terminan apuntando a un solo lugar», dice Kristy Ironside, profesora de historia rusa y soviética en la Universidad McGill. «Tienden a tener otros efectos colaterales, por lo que cualquier cosa que [los gobiernos] hagan a continuación deben ser valoradas con mucho cuidado», añade.
No está claro, pese a todo, la manera en que afectará la desestabilización económica a la posición de Putin a nivel interno, o si podría incluso abocar a una negociación que tuviese como resultado el final de la guerra. «Mientras se sigan pagando las pensiones y la gente pueda disfrutar de un nivel de vida relativamente razonable, creo que hay todavía cierto margen de maniobra», dice la profesora Ironside.
El profesor Miller, por su parte, no se muestra especialmente optimista respecto a la posibilidad de que las sanciones fuercen a Putin a negociar. Pero si se mantienen, advierte, pueden frenar su poder. «Todo lo que tenga que ver con el sistema financiero se volverá más complicado y costoso como resultado», dice Miller. «Eso tendrá un efecto dominó en toda la economía rusa. Hará que la perspectiva económica de Rusia en los próximos dos años sea sustancialmente más tenue y que, por tanto, sea más difícil para el gobierno ruso mantener bajo control su situación política interna mientras libra simultáneamente una serie de guerras en el extranjero. Este es el objetivo para degradar a medio o largo plazo las capacidades de Rusia», añade.