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Tanque de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la región de Lugansk

Tanque de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la región de LuganskAnatolii Stepanov / AFP

Guerra Ucrania-Rusia

Ucrania: ¿otro Vietnam o Afganistán de Putin?

La guerra podría desencadenar una resistencia eterna y hasta desafiar la tiranía del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko

La revista Foreign Affairs publicó una columna firmada por Douglas Londres, un oficial de operaciones de la CIA, ya retirado, especialista en Rusia, que sirvió en Asia Central y que dirigió operaciones de contrainsurgencia.

El ex agente plantea una primera hipótesis centrada en que «si Rusia limita su ofensiva al este y al sur de Ucrania se enfrentará a un gobierno ucraniano soberano, que no dejará de luchar». Este gobierno contará con un apoyo militar y económico fiable del extranjero y con el respaldo de una población unida.

La otra posibilidad que la CIA y la inteligencia occidental, en su conjunto, están planteando desde noviembre, es que si Rusia iniciaba su invasión de Ucrania y alcanzaba a ocupar una gran parte del país, derrocando el actual gobierno ucraniano e imponiendo un régimen vasallo del Kremlin, en Kiev.

El resultado alentaría una conflagración más prolongada y espinosa: «Putin se enfrentará a una larga y sangrienta insurgencia que podría extenderse a través de múltiples fronteras llegando incluso a Bielorrusia para desafiar la tiranía del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko». «El aumento de esta insurgencia y los disturbios podrían desestabilizar incluso a otros países de la órbita rusa, como Kazajistán, e incluso llegar al interior de Rusia».

Afganistán 79 y Vietnam 65

Según la inteligencia occidental es posible que el régimen de Putin no esté preparado para una insurgencia a largo plazo y tenemos distintos ejemplos, en la historia reciente, de grandes potencias que han librado guerras de ocupación contra otra nación más débil empantanándose en un conflicto insalvable que les ha ocasionado, finalmente, la derrota: la Unión Soviética entró en Afganistán en 1979, Estados Unidos en Vietnam en 1965, en Afganistán en 2001, en Irak en 2003. En todos los casos estas conquistas se revolvieron en una insurgencia obstinada que a largo plazo quebrantaron a la potencia invasora.

El operativo de la CIA que firma el artículo de Foreing Affairs dice que «una insurgencia que tiene líneas de suministro fiables, amplias reservas de combatientes y un santuario en la frontera puede mantenerse indefinidamente, minar la voluntad de lucha de un ejército de ocupación y agotar el apoyo político a la ocupación en el país».

En el caso de Ucrania, sus fronteras limitan con cuatro Estados miembros de la OTAN: Hungría, Polonia, Rumanía y Eslovaquia, «estas largas fronteras ofrecen a Estados Unidos y a la Alianza una forma duradera de apoyar la resistencia ucraniana».

Que los servicios secretos occidentales hayan previsto esta posibilidad parece plausible si atendemos a un informe de Yahoo News, del mes de enero, que nos describe un programa encubierto de entrenamiento para fuerzas de élite de operaciones especiales ucranianas y otro para personal de inteligencia, llevado a cabo por la CIA desde el año 2015, bajo la administración de Obama. El programa comenzó en respuesta a la anexión de Crimea por Rusia, en 2014. Según este informe, el esfuerzo incluyó el despliegue de asesores militares de la CIA en Ucrania.

Pero, con todo, una insurgencia contra Rusia se enfrentará a graves obstáculos:

Primero, una amplia ocupación de la Federación Rusa comportaría, tras la victoria del Kremlin, una dura represión. Funcionarios estadounidenses han alegado que el gobierno ruso mantiene listas de funcionarios políticos y de seguridad ucranianos que arrestarían y eliminarían una vez que hayan tomado el país. Rusia trataría de socavar cualquier insurgencia actuando rápidamente para eliminar a posibles líderes y facilitadores de la resistencia.

En segundo lugar, si Rusia toma el gobierno y ocupa totalmente el país, la resistencia sería clandestina, de forma que la ayuda debería ser encubierta, muy parecida al apoyo estadounidense a los muyahidines afganos contra la Unión Soviética en los años 80 o a los kurdos de Irak antes de la invasión de 2003 y, con escaso éxito, a los rebeldes de Siria hace una década. Atacar detrás de las líneas enemigas, plantea distintos problemas y requeriría de una orden presidencial de acción encubierta financiada por el Congreso de EE. UU.

En tercer lugar, la geografía de Ucrania, a diferencia de la de Vietnam con una selva tupida (que fue la perdición de las tropas norteamericanas frente al Viet Cong) o en Afganistán con unas montañas inexpugnables (que fue refugio de los talibanes) es un territorio conocido y semejante al que están habituados las tropas rusas. En Afganistán, además, las bandas de partisanos podían dispersarse en el campo o en las colinas y escapar del alcance de las fuerzas de ocupación y, en el presente, todo esto es muy difícil gracias a los drones, los satélites y las imágenes térmicas. Los rusos detectarían fácilmente este tipo de ataques y de sus apoyos en la población civil.

Por último, como afirma el ex operativo de la CIA, «una insurgencia contra las fuerzas rusas en Ucrania tardará en cobrar impulso y lograr sus objetivos. Los movimientos de resistencia pueden tardar años, más que meses, en madurar, organizarse y lograr un ritmo ofensivo significativo».

No obstante, si Putin ocupa todo el país la insurgencia se hará inevitable y las ventajas militares de Rusia disminuirán, en la medida en que su oponente se convierta en una resistencia descentralizada y móvil. Sería, en mi opinión, más semejante a una «Resistencia Francesa», en la Segunda Guerra Mundial, que un Vietnam o un Afganistán.

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