Guerra en Ucrania
Solidaridad con Ucrania: dos españoles conducen hasta la frontera para traer tres familias de refugiados
Los policías Ángel Rey y Raúl Calvo volverán a España este lunes habiendo donado en Medyka, además, 2.500 euros y 300 kg de material humanitario
En poco más de una semana, el pueblo fronterizo de Medyka (Polonia) se ha convertido en un campo improvisado de refugiados que huyen de la guerra que se está librando en Ucrania. Cada día, centenares de personas, sobre todo mujeres y niños, cruzan la valla que separa su país de Polonia. Se trata de un punto cercano a la ucraniana Leópolis. Llegan cansados y asustados. Atrás han dejado a familiares y amigos que a diario se juegan la vida entre pistolas y bombas. Un drama que ha sacudido no sólo al este del mundo sino al planeta entero.
Desde que se inició el conflicto armado, el pasado 24 de febrero con las tropas de Putin invadiendo Ucrania, son miles de personas las que se han movilizado para ayudar a mitigar los efectos devastadores de esta guerra. Colegios, institutos, parroquias, ONG se han organizado para recoger material humanitario (mantas, ropa, medicamentos, comida...) y llevarlo hasta la frontera. Por otro lado, la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar calcula que en España ya son 7.000 las familias «dispuestas a acoger a niños ucranianos refugiados» que están esperando la llamada que les confirme el inicio de su ayuda desinteresada.
Otros, como Ángel Rey y Raúl Calvo no se lo han pensado dos veces y han decidido ir hasta allí por sus propios medios, sin ayuda de plataformas u ONG oficiales. «Tuve la necesidad de aportar un poco más», comenta Ángel. Decidió entonces coger la furgoneta con el material humanitario que pudiera recolectar de familiares y amigos y llevarlo él mismo hasta la frontera para ayudar a los evacuados. «Se lo comenté a un amigo y me dijo que no me iba a dejar ir solo. Así que nos hemos venido los dos», relata. A Ángel y Raúl les quedan 20 kilómetros para llegar a Medyka. Cuentan que hace mucho frío. «Es un viaje muy largo. Son 3.050 kilómetros de camino sin parar. 45 horas en total sin apenas hacer descansos», señala. La cobertura telefónica no es muy buena.
Su viaje comenzó el pasado miércoles. «Nos marchamos después de dejar a los niños en el colegio», cuentan. Ambos son madrileños. Ángel es de Villaverde y Raúl, de Barajas. Entre los dos han conseguido aglutinar en menos de una semana 300 kilos de material humanitario. «Tenemos los asientos traseros reclinados. En el monovolumen ahora mismo no cabe ni una botella de agua. La ropa la traemos prensada al vacío para que cupiese más», apuntan. En las cajas llevan «alimentos, juguetes, ropa de abrigo, ropa interior, productos de higiene personal para mujeres y niños, muchísimas medicinas de uso común pero también medicamentos más específicos, difíciles de conseguir como morfina y material para suturar», enumeran.
Además, llevan 2.500 euros que donarán «donde más lo necesiten», precisan. Todo lo han conseguido gracias al boca a boca, a través de una colecta. «Nos los han facilitado compañeros, familiares y amigos», afirman. El objetivo es dejarlo en Medyka, un «punto caliente de evacuados que cada día, nos dicen, llegan más personas».
Allí cuentan con el contacto de una polaca que es la que les está orientado sobre las necesidades más urgentes y les ha facilitado el contacto con las familias de refugiados que piensan traerse de vuelta a España. «En el monovolumen contamos con cinco plazas. Sabemos que volveremos con una madre y su hijo. Las otras tres plazas no sabemos todavía a quién se las darán. En principio eran para otra madre y dos hijos pero como uno de los niños es muy pequeño y el viaje por carretera es muy duro le hemos gestionado unos billetes de avión», explica. Esta familia ucraniana viajará el domingo de Polonia a Barajas. «Ya en España les recogerán en el aeropuerto unos familiares. Los mismos que les van a alojar», asegura Raúl. Los dos amigos, policías municipales de profesión, cuentan que la gestión de encontrar alojamiento a los refugiados que logren traerse no ha sido un problema. «Hay muchos amigos y familiares que han ofrecido sus primeras y segundas viviendas. La respuesta ha sido muy buena», agradece.
Con lo que se vayan a encontrar estos días prefieren no pensarlo. «Hemos venido a ayudar. Nos hemos decidido a venir hasta aquí y ya en terreno vamos a ayudar en lo que podamos y haga falta», aseguran. Se quedarán hasta el lunes o martes. «El jueves tenemos que trabajar». Esperan traerse la furgoneta llena, pero esta vez, de refugiados.