81 días de guerra
Ruinas humeantes y civiles abandonados en el corazón de la batalla por el Donbás
Los rusos dejan un reguero de muerte y destrucción en su avance en el este de Ucrania
Bajo los escombros de lo que fue la escuela de Bilogorivka, en el Donbás ucraniano, el sótano aún humea una semana después del bombardeo que las autoridades de Kiev califican de uno de los peores crímenes cometidos por el ejército ruso desde el inicio de su invasión, el 24 de febrero.
El 7 de mayo, 60 civiles murieron en la escuela de este pueblo, según las autoridades ucranianas.
Bilogorivka es testigo de la feroz batalla que se libra en este rincón de la región de Lugansk, que junto con Donetsk conforma el Donbás.
En la aldea, casi desierta, varios edificios siguen ardiendo, las carreteras están plagadas de material militar abandonado y en las inmediaciones se oyen disparos de artillería.
Por primera vez en una semana, Vladimir Guerasimenko salió del sótano donde estaba refugiado aprovechando una breve tregua de los combates. No se cree lo que ve.
«El mundo se vino abajo», dice este hombre de 70 años al mirar los escombros de la escuela, construida en esa aldea minera por las autoridades soviéticas después de la segunda guerra mundial.
«Los eslavos matan a los eslavos. ¿Quién sabe por qué o para qué?», se pregunta.
Sin rastro de vida
Los bombardeos de escuelas –muchas de las cuales fueron transformadas en refugios para civiles y militares ucranianos– se volvieron frecuentes en estas zonas de combate.
Durante una reunión el jueves del Consejo de Seguridad de la ONU, las Naciones Unidas pidieron que cesaran los bombardeos contra estos establecimientos civiles y denunció que se usaran para fines militares.
El embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia, calificó de «absurdas» las acusaciones según las cuales Moscú apuntaba deliberadamente a escuelas.
En la de Bilogorivka, ya no hay rastro de vida ni cuerpos, incluso en la parte menos afectada del sótano. El ataque dejó un gran hoyo en medio del edificio. Lo único que queda es una cobertura térmica dorada de supervivencia.
Según dijo el gobernador regional Sergei Gaidai al día siguiente del bombardeo, 27 personas pudieron ser rescatadas.
El ataque se produjo cuando los rusos llevaban tres semanas intentando cruzar el estratégico río Siverskyi Donets, que discurre al norte de Bilogorika.
Las fuerzas ucranianas aseguran haber frenado varios avances rusos, pero estas últimas cruzaron el río más hacia el oeste como parte de su avance hacia Kramatorsk, la capital de facto de la parte del Donbás todavía bajo control de Ucrania.
Sin embargo, la resistencia ucraniana en Bilogorivka les impide cercar por completo las ciudades gemelas de Severodonetsk y Lisichansk, que ahora están casi desiertas, privadas de agua y de servicios esenciales. Son el último gran reducto de resistencia ucraniana en esta región de Lugansk.
«Ya solo quedamos cuatro»
«Me iría, pero no hay nadie que me ayude a escapar», dice Margarita Kovalenko, una vecina de Guerasimenko.
«Por lo que sé, ya solo quedamos cuatro en esta calle», agrega Olga, la esposa de Guerasimenko. «Nosotros tres, que permanecimos siempre en el sótano, y un joven al final de la calle».
En Bilogorivka no se ven soldados rusos, aunque aún se oyen disparos desde las colinas al norte del pueblo.
Un coche lleno de soldados ucranianos se detiene tras pasar por un puesto de control abandonado.
Los hombres toman sus posiciones en silencio, colocando sus armas en las puertas abiertas del coche, vigilando cualquier movimiento al otro extremo de la calle.
Guerasimenko, ingeniero de formación, admite que se sentiría más en seguridad si los rusos tomaran el pueblo.
«Los rusos ayudaron a las regiones de Lugansk y Donetsk en los momentos más difíciles», dice, en referencia a los últimos ocho años de conflicto ruso-ucraniano por el control de la región, un reflejo del frecuente sentimiento prorruso en esta parte del Donbás.