Historia de un crimen
«Solo estaba haciendo mi trabajo»: el exsoldado que apuñaló a sus vecinos por una plaza de 'parking'
Colin Reeves alega haber estado enfermo mentalmente cuando asesinó a sus vecinos, Jennifer y Stephen Chappel, mientras sus hijos dormían
Podría decirse que todo empezó en 2020, cuando Jennifer Chapple aprendió a conducir. Al sacarse el carnet, decidió junto a su marido, Stephen, comprar un segundo vehículo.
El complejo residencial donde vivía la pareja, en Somerset, tenía un número limitado de plazas. A veces, al aparcar, Jennifer dificultaba el acceso a la entrada de su vecino, Colin Reeves. Sería él quién, en 2021, apuñalaría a la pareja, asesinándolos mientras sus hijos dormían.
Colin Reeves tenía 34 años cuando escaló la valla que separaba su jardín del de las víctimas, la noche del 21 de noviembre de 2021. Entró, sigiloso, por la puerta trasera. Como arma portaba un cuchillo militar, recuerdo de su pasado como soldado en el Comando número 24 de los Ingenieros Reales.
Las grabaciones de seguridad que posteriormente pudo ver el juzgado muestran una secuencia infernal: Reeves se adentra en el salón, donde Stephen y Jennifer Chapple charlaban sobre el sofá.
El ataque fue por sorpresa, y duró un minuto entero. Los apuñaló una y otra vez, al grito repetido de «morid, jodidos, morid», repleto de odio. Mientras el maníaco asesinaba al matrimonio, los hijos de la pareja dormían en el piso de arriba.
La señora Chapple, de 33 años, sufrió seis cuchilladas en el pecho y en el hombro, y no pudo ni ponerse de pie. Su marido, de 36 años, sí intentó huir: las autoridades lo encontraron cerca de la puerta trasera, con seis heridas por apuñalamiento. Ninguno de los dos dio muestras de haberse defendido.
Fue el propio Colin Reeves quien alertó a la Policía: «He apuñalado varias veces a mis vecinos», declaró por teléfono, con inusitada tranquilidad.
Según constató el tribunal de Bristol donde está siendo juzgado el exsoldado, hubo varios episodios violentos en los meses previos al sangriento ataque. El «más importante» fue un altercado que quedó grabado en una cámara de seguridad cercana. Las imágenes mostraban como Reeves se acercaba a una Jennifer recién llegada a casa para insultarla.
La trató de «puta gorda» y demás injurias, en una sarta de palabrotas que, según el fiscal Adam Feest, «indicaban el tono, nivel, y naturaleza de su relación».
Según Feest, era «evidente que los Chapples ocupaban gran parte de los pensamientos de Reeves». Poco antes del ataque, la esposa del asesino dijo basta. «No puedo aguantar esto ni un año más», habría dicho la mujer. La última conversación entre ambos fue sobre divorciarse.
Aún sin las grabaciones, no existe duda alguna sobre la culpabilidad de Colin Reeves, ya que él mismo admitió haber perpetrado el asesinato. Alegó haber estado sufriendo «una anormalidad en su funcionamiento mental». En efecto, cuando llegó a la comisaría tras su detención, el exsoldado declaró estar «confuso», sin saber «que estaba haciendo allí».
«Solo estaba haciendo mi trabajo. Era una operación. No tendría que haberlo hecho. Arruiné sus vidas, y la mía», agregó entonces el asesino.