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Viuda de Osvaldo Payá con suhija

Ofelia Acevedo, viuda de Oswaldo Payá, con su hija Rosa María en Florida

Entrevista a Ofelia Acevedo, viuda de Oswaldo Payá

«La sangre de mártires de Payá y Cepero da frutos de liberación: lo estamos viendo en Cuba»

La viuda de Osvaldo Payá recuerda que todos los presidentes con los que habló le expresaron su certeza de que a su marido le habían asesinado

«Desde que marchamos de Cuba –esto es válido tanto en el plano personal como en el político– nos propusimos hacer todo lo posible para dar a conocer el legado de Oswaldo Payá», declara a El Debate su viuda, Ofelia Acevedo.

«También todo lo posible por exponer ante el mundo, por si alguien tenía dudas, la evidencia de que Oswaldo Payá y Harold Cepero fueron asesinados por la dictadura cubana».

–No han escatimado esfuerzos al respecto.

–Hemos trabajado mucho en este sentido: desde el primer momento acudimos a todas las instituciones internacionales de derechos humanos que nos fue posible, incluidas las relatorías de Naciones Unidas. Hemos presentado testimonio y evidencia frente a varios gobiernos e instituciones, hasta fuimos recibidos en audiencia privada por el Papa.

–Empezamos a tocar puertas, hubo una investigación científica a cargo de grupo de expertos de la Universidad Internacional de Florida, que demuestran que la versión dada por el Gobierno cubano no es físicamente imposible: el choque que el gobierno de Cuba narró en televisión no pudo haber ocurrido.

El informe legal de Human Rights Foundation, compila toda la evidencia y testimonios a los que se ha podido tener acceso, desde los mensajes de texto pidiendo auxilio de los supervivientes hasta los testimonios de personal médico que estaba en el hospital el día del atentado, las primeras actas policiales y mucho más.

Logramos publicar uno de los libros escrito por mi esposo para hacer llegar a todos los cubanos, en especial a nuestros hermanos en Cuba un mensaje de esperanza. Oswaldo confiaba en el pueblo y ese elemento está presente en todo su trabajo político en Cuba.

Ahora acaba de publicarse su biografía. Hemos hecho todo para que el mensaje y el camino que Oswaldo llevo adelante continue entre los cubanos y en todas esas personas interesadas en la libertad de Cuba.

–Habrá sido muy duro.

–Lo hemos hecho con todo nuestro amor y toda nuestra fuerza como familia. Estos nueve años de exilio, con la esperanza de retornar a Cuba en algún momento han sido duros. Pero bueno, con la gracia de Dios tenemos trabajo.

–O sea, que solo falta la dictadura castrista por reconocer la evidencia.

–Lo único que puedo decir es que ninguna de las personas que presenciaron los hechos, como ninguna de las personalidades políticas con las que me he entrevistado –entre otras, varios primeros ministros– duda de que Payá y Cepero fueron asesinados por la Seguridad del Estado bajo Fidel y Raúl Castro en ese momento. Ese hecho no está en duda.

–Ángel Carromero...

–Su libro también deja bastante claro lo que sucedió. Es evidente lo que pasó: el choque fue provocado, fue un atentado. Y desaparecieron a Oswaldo y a Harold, que fueron los únicos en aparecer muertos. A los otros sobrevivientes [Carromero y el sueco Aron Modig] no les pasó nada: es el primer hecho que les llama la atención. Los científicos de la Universidad Internacional de Florida demuestran que es imposible que el coche hiciera lo que dice el Gobierno cubano que hizo rozaduras, ángulos, impacto…

–¿Pudo ser un «accidente»?

–El informe, legal, de la Human Rights Foundation también lo demuestra: «los hechos ocurridos el 22 de julio de 2012… fueron el resultado de un hecho automovilístico provocado por agentes del estado».

Algo temíamos que podía pasar por la figura política de Oswaldo y por lo que representaba para una dictadura que tantas veces le amenazó de muerte. De eso, soy testigo. El régimen cubano esconde gran parte de la evidencia y oscurece nuestros intentos por acceder al resto de la información, por supuesto.

En la dictadura castrista nadie se atreve a cometer un hecho de esa magnitud (asesinar a Payá) si no tiene la orden del más alto nivel de Gobierno

–¿Seguro que la orden de asesinato partió de Raúl Castro en persona?

–En la dictadura castrista nadie se atreve a cometer un hecho de esa magnitud si no tiene la orden del más alto nivel de Gobierno. En ese momento, el más alto nivel de Gobierno lo tenían Raúl Castro, aunque Fidel aún estaba vivo, así que la decisión última solo pudo venir de uno de ellos.

–¿Cuáles fueron las últimas palabras que usted le dijo a su marido?

–Ese día me fui pronto de casa por la noche, iba a un velatorio. Me despedí normalmente de él. «Nos vemos pronto y nos llamamos cuando llegues», le dije. Así acostumbraba a hacer cuando llegaba a su destino.

–¿Sabía que podía pasar lo que pasó?

–Lo sabía, pero uno nunca crees que va a pasar de verdad. Era un viaje más para mí.

–¿Cómo se enteró del asesinato?

–Por un mensaje de texto recibido desde Madrid, enviado a su vez por los supervivientes en algún momento.

–¿Qué decía?

–«Un coche nos ha embestido y nos ha sacado de la carretera. Estamos tres en el hospital. El otro no sabemos donde está». Esas eran, más o menos, las palabras.

–Cuando lo escuchó…

–… Sabía lo que había pasado. Había pasado lo que tanto temía.

–¿Se puede saber la identidad de quién envió el mensaje de texto?

–Procede del teléfono de Aron Modig, que lo envía a Madrid y también a Suecia. Modig iba al lado de Carromero, de copiloto. Gracias a Dios aún no le había quitado su teléfono y según cuenta Carromero, Modig se los pasó para que enviase a Madrid los mensajes. Ocurrió en un momento en que estaban solos en el hospital. A ellos no les pasó nada.

–No se volvió a saber nada de Modig. ¿Cómo explica su actitud?

–Recuerdo que le sacaron de Cuba a la semana de los acontecimientos. Era un testigo importantísimo de cara al juicio de Carromero, por ser el otro sobreviviente. Hizo un pacto de silencio.

–¿Hablaron con él?

–Sí, y dice que no se acuerda de nada.

–¿De nada?

–En algún momento dijo que recordaba que no impactaron contra ningún árbol. Eso fue al principio, cuando hablamos con él.

–¿Y después?

–Después desapareció. Nunca más quiso hablar. Habría que preguntarle a él directamente. Pero no es muy difícil darnos cuenta de que fue amenazado y teme por su vida. De eso no nos cabe la menor duda. Eso nos confirma su actitud.

Carromero fue muy valiente al hacer declaraciones después de todo el martirio dentro de Cuba al saber que habían asesinado a Payá y a Cepero

–¿Mantiene el contacto con Ángel Carromero?

–Cada vez que necesitamos a Ángel Carromero, él nos ha respondido. Tratamos de molestarlo lo menos posible porque sabemos que fue muy duro lo que él pasó en Cuba.

Fue muy valiente al hacer declaraciones después de haber pasado las amenazas y todo el martirio dentro de Cuba al saber que habían asesinado a Payá y a Cepero. Él era joven y necesitaba recuperarse y rehacer su vida.

–¿Colaboró con su familia?

–Mucho en un principio. Le estamos agradecidos.

–¿Sirvió de algo la muerte de Payá?

–Cuando escucho en voces de jóvenes y de opositores en Cuba hablando del «cambio fraude» o de «tenemos derecho a los derechos», frases acuñadas por Oswaldo, concluyo que entendieron su mensaje.

–Esas frases.

–Tienen un atrás, un motivo, una explicación: la necesidad de cambio. Cuando contemplo y veo, con temor no lo voy a decir, el trabajo de su hija en pos de mantener su legado y su línea del cambio pacífico, con la participación del pueblo, y que ella, valientemente expone, no solo me enorgullece…

–Sino que…

–Concluyo y entiendo que la sangre de mártires de Payá y Cepero da frutos de liberación. Ya lo estamos viendo en Cuba.

–Con las manifestaciones de hace un año, las protestas que continúan.

–Payá tenía plena confianza en el pueblo de Cuba. Decía que nadie le iba a sacar a la calle, pero que en cuanto saliera, nadie lo iba a meter para adentro. A pesar de la represión inmensa que está sufriendo, el pueblo se ha mantenido de una manera o de otra en la calle como le permiten las circunstancias después a pesar de la cruel represión que está viviendo.

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