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El presidente ruso Vladimir PutinKremlin

226 días de guerra en Ucrania

Putin cumple 70 años sin lograr satisfacer su deseo de reconquistar Ucrania

El presidente de Rusia tiene poco que celebrar. Su guerra se ha convertido en una pesadilla, sufre el aislamiento internacional, los rumores de que está enfermo cobran fuerza y su familia vive de forma clandestina

Hoy es un día especial para Vladimir Putin. Según su DNI entra en la década de los 70. Llega sin una victoria que celebrar en la guerra de Ucrania ni, oficialmente, una Marilyn Monroe rusa (o de cualquier otra nacionalidad) que le susurre al oído la melodía del Feliz Cumpleaños.

Las últimas horas de los 69 de Putin y las primeras de los 70, no son precisamente una fiesta para el presidente de la Federación Rusa.

El 24 de febrero dio la orden de invadir Ucrania convencido de que aquello sería un paseíllo de torero o de hombre que nació en la Unión Soviética con un destino no escrito de héroe y salvador de un imperio que ya no existe.

La estrategia ha fallado, el Ejército está diezmado y desmoralizado, los blindados los verán las futuras generaciones en imágenes hundidos en el fango; los drones, que son su esperanza, son de fabricación iraní y los recursos que dispone como plan B, son tropas de soldados que no han empuñado un arma en su vida o de jubilados.

En cuanto a las armas, las que le quedan son letales para el enemigo inventado por él y para sí mismo: biológicas y químicas.

Putin cumple 70 años y nunca antes se había visto arrinconado como hasta ahora. Creyó que era capaza de escribir por su cuenta otra capítulo de la historia. Confió en su fortaleza y se equivocó. Soñó en repetir la conquista de Crimea con el Donbás y el resto de Ucrania y Zelenski le despertó con una resistencia brutal y el suministro bélico sin fin de la OTAN y de Occidente.

Malos tiempos para el ex agente del KGB y del FSB (Servicio Federal de Seguridad). Putin envejece, dicen que el cáncer se ha convertido en un compañero inseparable. Ha visto en 35 ocasiones a oncólogos y médicos especializados en la enfermedad cuyo nombre, como el término guerra, está prohibido pronunciar.

Putin no es rico, es riquísimo. Su fortuna, según el portal Celebrity Net Worth asciende a unos 70.000 millones de dólares, pero Forbes va más lejos y le adjudica hasta 200.000 millones. ¿Tanto para qué? No puede salir de la Federación Rusa salvo para arrimarse a socios como Xi Jinping, pero el chino, «un perfil muy parecido al suyo aunque más prudente», observa una fuente diplomática europea, le dejará solo en cuanto deje de serle útil.

Pero en aquella época no tenía 70 años. Tampoco encargaba retirar sus deposiciones en sus viajes internacionales ni se preocupaba por exterminar a los opositores, liquidar a los oligarcas que le hacen frente o provocar el suicidio y la muerte de los que considera un estorbo.

Aleksander Duguin , la voz que le habla al oído y cuya hija fue víctima reciente de un atentado lo definía: «Putin es un patriota pragmático; en absoluto es un intelectual y pienso incluso que su cultura es fragmentaria».

También, de cerrar la espita del gas a Europa para sorprender al mundo con un reventón submarino del Nord Stream del que el Kremlin se lava las manos. Todo es posible en Putin.

«Tiene una simpatía natural por ciertas ideas conservadoras. No es un ideólogo. Es un hombre que se adapta a las circunstancias. A partir del momento en que él defiende a Rusia como entidad independiente y soberana, se apoya automáticamente en valores que contradicen los de los medios mundialistas (individualismo, teoría de género, deconstrucción de los Estados, destrucción de la familia, inmigración masiva, etc.)». Peculiar perfil que cincela Duguin.

La vida privada o secreta de Putin, en verdad, es un misterio. Se le han llegado a adjudicar hasta 6 hijos de 3 mujeres distintas.

Lo que se sabe es que pese a su aspecto y perfil es un hombre supersticioso, está obsesionado con la eterna juventud y no bebe alcohol. Pero la prensa rusa asegura que se consume la sangre o lo que haya dentro de cuernos de renos. El efecto sería conservar el vigor y la musculatura que flaquea.

El esquí, que sigue practicando, ya es un deporte de riesgo que puede liquidar sus no tan robustos ligamentos y sigue con sus sesiones de Judo.

La federación le expulsó tras la invasión de Ucrania y el cinturón negro del que tan orgulloso se sentía ahora es visible solo para sus ojos. Todavía puede montar a caballo, ir de caza y de pesca pero, salvo tuneo profesional, los pectorales no son lo que eran. Es lo que tiene el paso de los años.

La esencia, con 20,30 o 70 es la misma en el ser humano. El ADN no cambia, pero la mente y su mecanismo pierden reflejos.

Es cierto que los 70 de hoy son los 60 de ayer y eso le permite al señor de la guerra tener presente que, a su edad, solo tiene dos salidas: reconquista lo que cree que es suyo o salir del Kremlin con los pies por delante. ¿Cuál será su deseo de cumpleaños?