Colombia
Medio año de Petro: entre la astucia institucional y la demagogia
Poco más de medio año ha pasado desde que empezó el gobierno de Gustavo Petro, que se hace llamar el del «cambio», y que busca transformar Colombia para lograr equidad, justicia y paz, y romper con la hegemonía de las élites políticas y económicas.
En general, los hechos muestran que en estos primeros meses Petro ha sido más parecido a la izquierda brasileña o chilena, por tener una referencia, que al chavismo de Maduro o a la Nicaragua de Ortega. Por ahora. Han sido sólo seis meses.
El presidente de Colombia parece ser parte de esa izquierda que quiere transformar todo, pero de la mano de las instituciones, y que busca el cambio a través del sistema, no por fuera de él. Así ese cambio tensione el Estado de Derecho, y hace parte de esa izquierda que repite viejas prácticas –tan criticadas por él cuando era opositor– que erosionan la democracia colombiana, pero sirven para aceitar la maquinaria legislativa y la clase política
Coalición y aplanadora
Petro ha tramitado su agenda dentro del marco institucional –Congreso y Cortes–. Su Gobierno está compuesto por funcionarios institucionalistas y otros que pertenecen a sectores de extrema izquierda.
Cada grupo tiene, como era de esperarse, lecturas diferentes de lo que significa el cambio y chocan frente a la ejecución de políticas responsables y la implementación de promesas de campaña irrealizables. De momento, ningún sector parece ponerse por encima del otro. El cambio se hace entre diferentes, suelen decir.
Su relación con el Congreso lo demuestra. Usándolo, en vez de oponerse a éste como dicta el manual de los seguidores de la democracia delegativa. Petro ha creado una importante y gigantesca coalición de gobierno liderada por el Pacto Histórico en el legislativo a la que ha sumado numerosas corrientes, que incluyen la derecha tradicional (conservadores) y políticos de vieja data, que le son leales por los beneficios que desde el Ejecutivo les da para mantener sus empresas políticas en el marco de un sistema electoral proclive al clientelismo.
La aplanadora legislativa, le llaman a esta coalición, por su capacidad para aprobar leyes en tiempo récord y mirar hacia un lado en los debates difíciles.
En seis meses, la coalición gubernamental ha aprobado la reforma tributaria (20 billones de pesos colombianos, 4.053.754.844 euros), la Paz Total, el Acuerdo de Escazú y está cerca la aprobación de la reforma política.
Petro va a recaudar el presupuesto más grande de la historia para sus ambiciosos programas sociales que llevarán a Colombia a ampliar el asistencialismo
Petro va a recaudar el presupuesto más grande de la historia para sus ambiciosos programas sociales que llevarán a Colombia a ampliar el asistencialismo y, posiblemente, aumentar el déficit fiscal, aunque el actual ministro de Hacienda ha mostrado seriedad en el manejo de las finanzas públicas
La ausencia de contradictores de peso llama la atención en un país que durante 30 años se acostumbró a dirigentes que defendieron, con sus diferencias, el mismo modelo: un estado social de Derecho con apertura de mercados. El mismo que quiere transformar Petro.
La oposición no se ha cohesionado y carece de objetivos comunes
El opositor natural, Álvaro Uribe, ha decidido abstenerse de una confrontación frontal, por los numerosos procesos judiciales que enfrenta y una imagen desgastada por exceso de protagonismo político. Lastrada por el desgaste del uribismo y la ausencia de voces, la oposición no se ha cohesionado y carece de objetivos comunes.
La rama judicial (Cortes, Fiscalía y Procuraduría), no obstante, viene jugando un rol determinante, oponiéndose a los minimalismos jurídicos a favor del crimen organizado y la delincuencia que defienden los ministros de Justicia y Defensa, y en general todo el petrismo.
Paz Total y Venezuela
Petro ha puesto especial empeño en la Paz Total. A como dé lugar intenta que la paz en Colombia sea integral –que incluya múltiples grupos criminales– con ingeniosas fórmulas que mezclan modelos de negociación política con antiguas guerrillas (Ejército de Liberación Nacional) y esquemas especiales de sometimiento a la justicia del crimen organizado, que ha reciclado lo que quedó de los paramilitares y los carteles del narcotráfico, y hoy tiene una poderosa máquina de guerra fragmentada.
Las negociaciones han empezado con el ELN, en medio de anuncios que llevaron a un inocuo cese el fuego. Mientras, la falta de claridad legal y política para negociar con el crimen organizado, y la tensión de hasta qué punto el gobierno va a concederle a los voceros de estos grupos garantías judiciales en detrimento de las decisiones de la justicia colombiana, han bloqueado las negociaciones con el multi crimen.
La Paz Total, por más que Petro sea hijo de la amnistía política, está llena de espinosos desafíos legales y políticos que pueden dominar, y casi que monopolizar, su agenda reformista, y descuidar las enormes expectativas de sus votantes.
Como parte de su agenda de paz, Petro también ha restablecido las relaciones con Caracas, que no sólo representa el socio comercial más importante de Colombia, sino un garante en la mesa de negociación con el ELN. Esa dosis de «realpolitk» de conversar con Nicolás Maduro depende de la voluntad de éste de entregar a la cúpula del ELN, que goza de protección en Venezuela por parte del gobierno chavista.
No sin antes transformar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional con la salida de más de un centenar de generales, para construir una política de seguridad humana que reemplace a las doctrinas del enemigo interno y la seguridad democrática que marcaron los últimos 20 años en Colombia.
Ingenuidad energética
También está claro, y de ahí su intensa gira internacional –nunca un presidente había viajado tanto–, que Petro busca convertirse en un líder regional y, si puede, mundial, en la lucha contra el cambio climático, y quiere mostrarle al mundo que Colombia es una abanderada y le pondrá fin a la exploración de hidrocarburos.
Esto lo ha llevado a prometer, por vía de sus ministros, una política energética que ha sido catalogada por sus contradictores de «suicidio» fiscal, al anunciar que no se van a conceder nuevos contratos para explorar petróleo y gas, en un país en el que la extracción de estas materias primas representa el 40 % de las exportaciones, el 35 % de la inversión extranjera y más del 5 % del PIB.
El fin de la exploración futura de hidrocarburos pone en evidencia un rasgo esencial del Gobierno Petro: grandilocuencia en las declaraciones y hermetismo en la toma de decisiones que llevan, casi siempre, a una reacción adversa de mercados, parte de la opinión pública y de un 40 % de los ciudadanos.
El gobierno ha dicho que no va a conceder más contratos de exploración, luego ha cambiado de parecer –y así varias veces– y, en el medio, los mercados han reaccionado de manera negativa afectando, como era de esperarse, la tasa de cambio. El peso colombiano cerró 2022 como una de las monedas más devaluadas del mundo, por detrás de las de Argentina y Venezuela.
Estatizar salud y pensiones
Está por verse este año qué tan profundos serán los cambios de fondo que Gustavo Petro ha anunciado desde que llegó a la Casa de Nariño. Temidas por varios sectores, las prometidas reformas a la salud y a las pensiones, y la decisión final de si se conceden nuevos contratos para explotar hidrocarburos, generan una enorme expectativa.
Con un desenfrenado costo de vida y un auge de la violencia en las regiones, la popularidad de Petro puede bajar
De ser aprobadas, el sistema de pensiones y la salud pasarían a ser administrados –casi en su totalidad– por entidades públicas, y se eliminarían intermediarios, administradores y fondos privados de pensión (AFP), principales inversores en el mercado de capitales colombianos y compra de deuda, y se dejaría de tener la principal fuente de ingresos de Colombia. Un cambio total.
Con un desenfrenado costo de vida (inflación del 13,5 %) y un auge de la violencia en las regiones, la popularidad de Petro puede bajar en este duro 2023 y, sin tanta fuerza popular y un congreso aliado que le da un mano, pero esconde la otra, y depende de lo que le den, Petro se puede enfrentar a un escenario más complejo, menos servil.
Este es el Petro del fervor y la popularidad. Al final de este año, tal vez se conozca el otro, el de los desafíos, y frente a ellos se verá cómo se comporta y qué respeta, y, sobre todo, qué no respeta.
- Pablo Uribe Ruan es consultor y analista. MPhil en la Universidad de Oxford. Antes, editor internacional de El Nuevo Siglo.