346 días de guerra en Ucrania
Misterio, verdades y mentiras del ataque al Nord Stream
La falta de transparencia y respuestas de las investigaciones sobre el «sabotaje» han alentado las teorías de la conspiración
El pasado mes de septiembre, el gasoducto Nord Stream, que conecta Rusia con Alemania para la exportación de gas, sufrió un ataque que permitió a Moscú cerrar el tránsito de gas a Europa, sin necesidad de hacer frente a penalizaciones, ante el temor de una fuga aún mayor. Este acto, que desde la OTAN se consideró como un «sabotaje deliberado, imprudente e irresponsable», sigue sin resolverse cuatro meses después.
Varios países europeos se comprometieron a llevar a cabo investigaciones independientes para determinar el porqué de la fuga, así como la autoría de estos actos. A día de hoy, poco o nada se conoce sobre estas indagaciones, lo que alimenta las múltiples teorías de la conspiración.
Rusia siempre estuvo en el punto de mira como posible responsable del ataque contra el gasoducto, ya que suponía una forma de presión a Europa, en el contexto de la guerra de Ucrania, sin tener que hacer frente a las sanciones que acarreaba romper el acuerdo que mantiene con Alemania.
Asimismo, los sismólogos han conseguido determinar el momento exacto en el que se produjeron las tres explosiones que provocaron cuatro fugas en los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Según The Washington Post, nadie duda de que los daños fueron deliberados, pero incluso los que conocen los detalles forenses no pueden vincular a Rusia con el incidente.
Tras el ataque al gaseoducto, las acusaciones entre los países fueron múltiples. Ucrania acusó, sin dudarlo, al Kremlin del sabotaje. El asesor de la Presidencia ucraniana, Mijailo Podoliak, afirmó que se trataba de «un ataque terrorista planeado por Rusia», sumándose a las hipótesis también planteadas por Dinamarca y Polonia. Podoliak aseguró que con este «acto de agresión», Rusia buscaba «desestabilizar la situación económica» en Europa y «provocar el pánico antes del invierno».
El Kremlin, por su parte, señaló a Estados Unidos como el responsable del sabotaje al Nord Stream 1 y 2. Alexander Novak, viceprimer ministro ruso, afirmó que «EE.UU., Ucrania y Polonia, en su momento, dijeron que esa infraestructura no iba a funcionar y que harían todo lo posible para ello. Por eso, esto hay que analizarlo con seriedad».
De hecho, unas declaraciones realizadas por el presidente estadounidense, Joe Biden, tan solo dos semanas antes de que se produjera la invasión rusa de Ucrania, levantaron las sospechas sobre Washington. «Si Rusia invade, eso significa que tanques o tropas cruzan la frontera de Ucrania nuevamente, ya no habrá un Nord Stream 2», apuntó Biden.
El presidente ruso, Vladimir Putin, se refirió a las fugas como un «acto de terrorismo internacional» y acusó directamente a los países «anglosajones», de organizar «un sabotaje increíble». «Lo hizo el que se beneficia, por supuesto», subrayó el mandatario ruso.
A medida que avanza la investigación, explica The Washington Post en su artículo, «los escépticos señalan que Moscú tenía poco que ganar dañando unos gasoductos que suministraban a Europa Occidental gas natural procedente de Rusia y generaban miles de millones de dólares en ingresos anuales».
Sin embargo, aquellos que siguen apuntado al Kremlin como autor de la fuga defienden que atacar el Nord Stream era un aviso a los países que apoyan a Ucrania en la guerra de que sus infraestructuras son vulnerables ante posibles ataques.
Una nueva investigación, en este caso del periódico británico The Times, sigue la línea de la publicada en diciembre por The Washington Post, y es que ninguna de las tres investigaciones llevadas a cabo de manera independiente por Dinamarca, Alemania y Suecia han dicho públicamente quién fue el responsable.
La falta de transparencia y respuestas al ataque, así como los cruces de acusaciones entre los diferentes países, no ha hecho más que fomentar las teorías de la conspiración. Teorías que continuarán hasta que se hagan públicas las conclusiones oficiales y que, por el momento, no se espera que sea pronto.