El Salvador Bukele muestra su mano dura con las bandas con un nuevo vídeo al más puro estilo hollywoodiense
A diferencia de otros gobiernos salvadoreños, que «tenían a los pandilleros con prostitutas y con PlayStation», Bukele les hace trabajar para que compensen el daño causado a la sociedad
Así es la cárcel más grande de toda América
Con pantalones cortos blancos, rapados, llenos de tatuajes y corriendo descalzos hacia las celdas. Se mueven apresuradamente con la cabeza inclinada y las manos esposadas a la espalda. Son otros 2.000 pandilleros más que han sido trasladados a la megaprisión que ha levantado en El Salvador el presidente Nayib Bukele.
El nuevo Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) comenzó a funcionar el mes pasado en un intento del Gobierno por ganar su batalla contra las maras enfurecidas. Durante el último año, más de 60.000 pandilleros han sido apresados por el ejército o la policía.
«Con esto, ya son 4.000 pandilleros los que habitan la cárcel más criticada del mundo», escribió Bukele en Twitter junto a un nuevo vídeo en el que se muestran imágenes de la instalación de la que, aseguran, es «imposible de escapar».
Ubicado a unos 74 kilómetros de la capital del país centroamericano, el centro presume de ser una fortaleza con un muro perimetral de 2,1 kilómetros, que será vigilado día y noche por 600 soldados y 250 policías. En el interior, los reclusos se distribuyen en ocho edificios, cada uno con 32 celdas en las que hay 100 presos en cada una. Cada calabozo tiene dos baños, dos lavabos y literas de metal sin colchones. «Estos tipos no han venido a descansar, que no crean que van a estar en un hotel», aseguran fuentes del Gobierno.
A diferencia de una cárcel convencional, los reclusos de CECOT están obligados a trabajar en fábricas que hay dentro de las instalaciones. Bukele quiere desmarcarse así de los gobiernos salvadoreños anteriores que «tenían a los pandilleros con prostitutas, con PlayStation, con pantallas, con teléfonos móviles y con ordenadores, premiando al delincuente». La intención es que los pandilleros realicen labores de construcción con las que compensarán a la sociedad «un poco del daño causado».
Las organizaciones de derechos humanos han mostrado su preocupación por si se están violando los derechos constitucionales básicos, incluida la inquietud de que las personas sean detenidas sin una orden judicial.
Pero la iniciativa antipandillas de Bukele sigue siendo muy popular entre los salvadoreños, y el ministro de seguridad del país aseveró que continuará hasta que todos los delincuentes sean capturados.