La ofensiva ucraniana que no llega
La dificultad está en cómo acabar con el conflicto proporcionando a Ucrania una ventaja decisiva
Los analistas estadounidenses llevan tiempo anunciando una gran ofensiva ucrania. La primavera está pasando, pero la acometida por parte de Ucrania no llega. Insisten en que Ucrania se dispone a tomar, en breve, la iniciativa. Esperan que, en las próximas semanas, se lleve a cabo la operación, o una serie de ofensivas que pueden resultar decisivas en esta fase del conflicto.
Para algunos estrategas es la gran oportunidad que le queda a Ucrania para liberar una cantidad sustancial de territorio e infligir una gran derrota a las fuerzas rusas, pero la próxima ofensiva y justifican que el compás de espera se debe a alcanzar el momento en el que el equipamiento militar, el adiestramiento y la munición aportada por los países occidentales capacite a las fuerzas de Ucrania para alcanzar una victoria. Las autoridades de Ucrania se muestran ansiosa por demostrar que su Ejército no está agotado y que son capaces de atravesar las líneas rusas.
¿Se ha puesto demasiado énfasis en la próxima ofensiva? Ucrania y los socios occidentales de Ucrania necesitan mantener una teoría de la victoria para Ucrania, en el mejor de los casos, es poco probable que esta próxima ofensiva ponga fin al conflicto. Los más optimistas consideran que los podría llevar a una negociación más ventajosa, los más realistas prevemos una larga guerra de desgaste.
Esta ya es una guerra larga, y es más que probable que se prolongue. La historia es una guía imperfecta, pero sugiere que las guerras que duran más de un año son extremadamente difíciles de terminar. En el presente, el conflicto de Ucrania ha supuesto un efecto global que aumenta los riesgos y las incertidumbres a nivel mundial.
En mayo del año pasado el veterano Henry Kissinger, a sus 99 años, advertía en una entrevista a TheWall Street Journal: «Estamos al borde de una guerra con China y Rusia». Por lo que invitaba a «no acelerar las tensiones y crear opciones». En el Financial Times defendió, en las mismas fechas, que «lo peor que nos puede ocurrir en Occidente es que la alianza entre China y Rusia vaya a más». Kissinger es seguramente el experto académico y político internacional más experimentado de la segunda mitad del siglo XX. Pero sus opiniones no han tenido mucho eco.
Por tanto, evitar una situación en la que esta guerra se prolongue demasiado parece lo más inteligente y prudente, sobre todo para Europa occidental. La dificultad está en cómo acabar con el conflicto proporcionando a Ucrania una ventaja decisiva.
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Al hacer demasiadas apuestas y generar tantas expectativas sobre el resultado de esta ofensiva, los países occidentales no han dado muestras efectivas de su compromiso con un esfuerzo prolongado. Si esta operación resulta ser el punto álgido de la ayuda occidental a Kiev, Moscú podría suponer que el tiempo sigue de su lado y que las desvencijadas fuerzas rusas pueden, sin mayores esfuerzos acabar desgastando al ejército ucraniano. Tanto si la próxima operación de Ucrania tiene éxito como si no, el líder ruso puede tener pocos incentivos para negociar.
Para que Ucrania mantenga el impulso –y la presión–, los Estados occidentales deben establecer una serie de compromisos y planes para lo que siga a esta operación, en lugar de mantener una actitud de espera. De lo contrario, Occidente corre el riesgo de crear una situación en la que las fuerzas rusas puedan recuperarse, estabilizar sus líneas e intentar retomar la iniciativa.
Si nos fijamos en el actual estado de la campaña el Ejército ha atacado a lo largo de seis ejes –Avdiivka, Bakhmut, Bilohorivka, Kreminna-Lyman, Marinka y Vuhledar– forzado a las fuerzas armadas ucranianas a defender un frente amplio. Las fuerzas rusas recuperaron la iniciativa a través de estos asaltos y detuvieron a las fuerzas ucranianas, pero a pesar de las numerosas bajas, los militares rusos ganaron poco territorio y la ofensiva tampoco ha facilitado a los rusos un avance significativo.
Estas situación ha alentado a Ucrania y sus aliados a lanzar la anunciada y esperada contraofensiva.
De otra parte, en Bajmut, la posición de Ucrania se volvió precaria. Las fuerzas armadas ucranianas se han visto parcialmente envueltas desde febrero, y ya no disfrutan de un ratio de desgaste tan favorable como antaño. Bajmut está rodeado de terreno elevado, lo que favoreció a las fuerzas rusas una vez que tomaron los flancos sur y norte en los meses de enero y febrero, llevando a Ucrania a una crítica situación a principios de marzo.
Aunque Ucrania estabilizó los flancos enviando fuerzas adicionales, para asegurar la principal ruta de suministro a la ciudad, las fuerzas rusas ya han capturado la mayor parte del terreno.
Estratégicamente, el planteamiento occidental ha consistido en adiestrar a las fuerzas ucranianas en maniobras con armas combinadas, en un intento de que luchen más como lo haría un Ejército de la OTAN, de forma similar a lo que Occidente ha enseñado en anteriores programas de adiestramiento y asistencia. El problema de este planteamiento es que los ejércitos de la OTAN no están acostumbrados a combatir sin superioridad aérea. Un apoyo aéreo del que Ucrania no dispone.
Las defensas rusas no son impenetrables, pero podrían ser lo bastante fuertes como para desgastar a las fuerzas ucranianas en varias líneas defensivas y ganar tiempo hasta que lleguen sus refuerzos.
La fuerzas ucranianas luchas valerosamente pero el apoyo occidental debe considerar que aún queda un largo y arriesgado recorrido.