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Aquilino Cayuela
Aquilino Cayuela

Los efectos a largo plazo de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán

Aquel viaje indignó a China y sería la razón por la que este distanciamiento con EE.UU. ha perdurado y hoy es más profunda

Actualizada 04:30

Imagen de Nancy Pelosi

Imagen de Nancy Pelosi

Desde agosto de 2022, China ha suspendido una serie de conversaciones con Estados Unidos entre los principales mandos militares y coordinadores de política de defensa.

La congelación se anunció después de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitara Taiwán, un viaje que indignó a los dirigentes chinos. La razón por la que este distanciamiento ha perdurado y hoy es mucho más profunda.

Esta pasada primavera, Estados Unidos solicitó una reunión entre el ministro de Defensa chino, Li Shangfu, y el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin. Ambos iban a asistir al Diálogo de Shangri-La -una conferencia anual sobre seguridad celebrada en Singapur en junio. Y aunque sus ministros de exteriores, Wang Yi y Antony Blinken, se reunieron hace unos días, no así los funcionarios de defensa.

La reunión de este año era una oportunidad especialmente importante para funcionarios de sus respectivos hablaran directamente, dada la creciente frecuencia e intensidad del comportamiento inseguro y provocador de China en el Mar de China Meridional y en el Estrecho de Taiwán.

A finales de mayo, por ejemplo, China hizo volar un caza justo delante de un avión de reconocimiento estadounidense. Las dos partes necesitan encontrar una forma de rebajar las tensiones y crear mecanismos que puedan atenuar cualquier crisis, pero el estado diplomático entre ambas potencias es puro hielo.

China se ha negado a que sus militares se comuniquen con los de Estados Unidos porque cree que el silencio es una forma de influencia. Saben que a Washington le preocupa la falta de contacto y propicia que se sientan incómodos. Pekín quiere un Washington tenso ante los actos provocadores de China y así privar a los funcionarios de la administración Biden de seguridad y certidumbre.

Pekín espera poder presionarlos para que se reduzcan la presencia militar de Estados Unidos en las aguas y el espacio aéreo próximos a China.

Luces rojas

Para los responsables políticos estadounidenses y para cualquier experto en relaciones internacionales atento a la seguridad mundial, este aumento de asertividad por parte de China es alarmante.

La política de Pekín puede considerarse como de bajo riesgo y alta recompensa, al menos es como los ven sus propios analistas y funcionarios, pero si Estados Unidos no retrocede, el resultado podría conducir fácilmente a escaramuzas y una escalada involuntaria.

En las tensiones de este tipo la Historia nos muestra que siempre cabe un factor de fatalidad

En las tensiones de este tipo la Historia nos muestra que siempre cabe un factor de fatalidad. Basta recordar que entre 1904 y 1914, sucesivas crisis diplomáticas, en distintos escenarios, principalmente en los Balcanes y en Marruecos, supusieron -como decía Churchill- «mojones en la ruta hacia el Armagedón», terminando inexorablemente en el estallido la Gran Guerra.

Ahora los riesgos son, si cabe, más elevados y el resultado podría conllevar escaramuzas y una escalada involuntaria fatal, para iniciar un gran conflicto entre China y Estados Unidos.

Si recordamos, en 2001, se produjo un grave incidente diplomático cuando dos aviones militares chinos interceptaron a un avión espía estadounidense EP-3 que sobrevolaba el Mar de China Meridional. Uno de los cazas chinos colisionó y su piloto murió y el avión norteamericano, a causa de los daños, hubo de hacer un aterrizaje de emergencia en la isla china de Hainan, con 24 tripulantes a bordo y un sofisticado equipo.

El incidente del avión

El hecho provocó un tenso enfrentamiento internacional durante casi dos semanas. En principio China se negó a liberar a los tripulantes y devolver al avión dañado, pero como Pekín y Washington tenían mejores relaciones resolvieron el incidente pacíficamente y por vías diplomáticas. Pero si hoy se repitiese una situación parecida la posibilidad de entrar en conflicto sería la más probable.

El problema es que el riesgo de que se produzca un incidente de estas características es altísimo, con respecto a 2001. Hace un mes, a principios de junio, se dio otro grave incidente cuando un barco chino se acercaba peligrosamente, a escasos 137 metros, de un destructor estadounidense.

Provocaciones

El cruce de acusaciones mutuas se resolvió a duras penas. En las mismas fechas un RC 135 de la fuerza aérea norteamericana tuvo un incidente con un caza chino en el mar de China Meridional, Pekín acusó inmediatamente a EE. UU. de «provocación».

A esta «ruleta rusa» que se da en el Pacífico hemos de sumar los constantes cruces aéreos de la fuerzas de la OTAN con fuerzas aeroespaciales de la Federación Rusa en el Báltico o en el Mar Negro.

La actual apuesta por el riesgo de China y Rusia es elevada, parecen no temer a una más amplia confrontación. Rusia, por supuesto, porque está directamente inmersa en un conflicto armado, pero China opta por una mayor agresividad.

Por suerte aún quedan algunas líneas de comunicación abiertas: Xie Feng, embajador chino en Estados Unidos, mantuvo en julio una inusual reunión con funcionarios de defensa estadounidenses en el Pentágono.

China podría considerar la reanudación de las conversaciones entre militares

Antes de la reunión de Biden con Xi prevista para el próximo noviembre, China podría considerar la reanudación de las conversaciones entre militares como una forma de allanar el camino para llegar a esa cumbre sin sobresaltos. Sin embargo, nada de este compromiso cambia fundamentalmente el objetivo de China, que quiere limitar las actividades militares estadounidenses en su entorno del Indo Pacífico.

Con todo, y analizando el Curso de la Política de Xi Jinping, hasta que Estados Unidos no se retire de la región, Pekín seguirá presionando con una alta apuesta de riesgo.

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