Las elecciones de Polonia y su tensa relación con Alemania
Este domingo se celebran unas elecciones con importantes implicaciones para el futuro del proyecto europeo
Hay una reñida carrera hacia las elecciones polacas este 15 de octubre. Los líderes del partido gobernante Ley y Justicia (PiS) han acusado a Alemania de intentar dictar desde Berlín la política del gobierno polaco, desde la inmigración hasta el gas.
En medio de la guerra en su frontera oriental, ahogados por una alta inflación y el encarecimiento de la energía, los polacos decidirán si quieren que su país siga gobernado por partidos de derechas con Ley y Justicia (PiS) o si quieren que la oposición, con la Coalición Cívica (KO) como principal actor que cambie el gobierno. Unas elecciones con importantes implicaciones para el futuro del proyecto europeo.
La disputa ha deshilachado el amplio frente unido de Europa en apoyo de Ucrania contra la invasión rusa, echando por tierra un plan para una planta conjunta polaco-alemana de reparación de tanques en beneficio de Kiev.
La dirección del PiS acusa a Alemania de estar influyendo para poner en el poder a su principal oponente, el ex primer ministro liberal Donald Tusk
El actual Primer Ministro Mateusz Morawiecki acusa a Tusk de ser un «títere alemán» ya que su abuelo sirvió a las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial antes de pasarse al bando aliado.
La disputa entre los dos países vecinos ha puesto a prueba la compacta solidaridad de la alianza occidental en torno a Ucrania. ¿Se empieza a resquebrajar el consenso europeo? Una pregunta pertinente tras los recientes resultados de las elecciones en Eslovaquia que ha ganado el socialista Fico, quien podría gobernar con una coalición de izquierdas y nacionalista de tendencia antieuropea y prorrusa.
La cohesión europea de apoyo a Ucrania está amenazada.
En abril, los ministros de Defensa de Alemania y Polonia habían anunciado la creación de un centro conjunto en Polonia para reparar los tanques Leopard dañados en combate en Ucrania. Pero el acuerdo no se llevó a efecto porque el gobierno de Varsovia se resistió a la oferta alemana de emplazar unidades de defensa antiaérea con misiles Patriot en Polonia.
Ese centro de reparación de tanques comprendía un esfuerzo conjunto de los fabricantes alemanes Krauss-Maffei Wegmann y Rheinmetall (RHMG.DE) con el grupo de defensa polaco Polska Grupa Zbrojeniowa (PGZ). Una fuente alemana afirmó que Polonia pedía demasiado dinero para las obras de reparación. Otra fuente diplomática, también alemana, atribuyó el fracaso del consorcio a que las empresas alemanas eran reacias a compartir información técnica con sus vecinos.
En cualquier caso, aunque la PGZ está reparando actualmente algunos tanques Leopard con piezas suministradas por Alemania, la tensión ha crecido entre dos aliados de la OTAN y pone en cuestión la cohesión del conjunto de la Alianza Atlántica.
Por razones históricas los lazos entre Polonia y Alemania han sido fríos y que el PiS llegó al poder en 2015 se ha dado mayor distancia. De hecho, cunde entre los polacos la idea de que Alemania no ha hecho lo suficiente para compensar el daño infligido en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno del PiS pidió, en su día, que Alemania pagase más de un billón de euros en reparaciones de guerra, algo que Berlín rechazó y ese trasfondo está siempre presente.
Algunos analistas creen que esta retórica hacia Alemania podría suavizarse con un gobierno de otro signo. Pero, más allá de la historia, hay cuestiones como la inmigración o la agricultura que son temas que preocupan a la ciudadanía polaca y son fuente de fricción con Alemania y con el establishment de la Unión Europea.
Para estas elecciones los dos bloques políticos cuentan más con la movilización emocional de los votantes que con eficientes programas electorales.
Tusk, el opositor al actual gobierno, que fue primer ministro entre 2007 y 2014 y presidió el Consejo Europeo de 2014 a 2019, es un político del que desconfían las clases más humildes y los ciudadanos de cierta edad, porque recuerdan de sus tiempos de liderazgo su falta de sensibilidad social y su desprecio por las necesidades de las personas con rentas más bajas.
El PiS, por su parte, ha sufrido últimamente un importante desgaste, por eso existe un tercer partido, que podría ser clave en la futura gobernabilidad de Polonia, es la «Confederación» (Konfederacja) que representa a la derecha radical. Un partido. Además, caracterizado por su mensaje euroescéptico.
El hecho es que los resultados de estas elecciones tendrán importantes consecuencias para el futuro de la Unión, ya que Polonia ocupará próximamente la presidencia del Consejo de la UE (entre enero y junio de 2025).
El actual primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, cuando presentó su plan para Europa, en marzo de este año, planteó tres cuestiones:
- Subrayó que los Estados-nación son el futuro de Europa.
- Afirmó que Polonia apoya abiertamente la ampliación de la UE, advirtiendo que, si las élites de Bruselas insisten en un superestado centralizado, se enfrentarán al rechazo de otras naciones europeas.
- Y argumentó que la UE debe centrarse en los ámbitos en los que el Tratado de Roma le ha otorgado competencias, siguiendo el principio de subsidiariedad en lo demás.
Ciertamente estas ideas de Morawiecki de una Europa de Estados-nación fuertes sin una «utopía tecnocrática» de gobernanza supranacional representa a buena parte de los partidos conservadores de la derecha europea.