Regresa el invierno a la guerra en Ucrania. ¿Cómo afectará a los combates?
Ucrania se dispone a afrontar su tercer invierno en guerra contra Rusia con unas perspectivas inciertas.
Tras no cumplir las expectativas de su contraofensiva, los combates bajarán notablemente de intensidad en el frente, se espera que Rusia lance una nueva campaña de bombardeos masivos contra las instalaciones de la red eléctrica ucraniana y todo ello con nuevos problemas de escasez de armas en las fuerzas ucranianas.
Sin embargo, Kiev afrontará este invierno en unas condiciones indudablemente mejores que las pasadas.
En primer lugar, porque cuenta con una defensa antiaérea reforzada que ya ha demostrado su eficacia.
En segundo lugar, porque, aunque la contraofensiva no ha logrado ganancias territoriales reseñables y ha tenido un alto coste en vidas y material para los ucranianos, ha supuesto un desgaste bestial para las fuerzas rusas.
En tercer lugar, porque, aunque no ha habido ganancias territoriales reseñables en los últimos meses, Ucrania sí ha logrado varios hitos que podrán ser de gran importancia tras el invierno: ha conseguido establecer cabezas de puente al otro lado del río Dnieper en Jersón. También en Zaporiyia de cara a un avance hacia Melitopol, del mismo modo que en Bajmut.
En esos cuatro ejes, Jersón, Melitopol y Bajmut podrían colapsar las fuerzas rusas en primavera. Los intentos de tomar Avdiivka por parte de Rusia, por el momento de forma infructuosa, pasará a los hitos de esta guerra como una de las mayores carnicerías sufridas por los rusos.
Las bajas han sido dantescas, comparables con las sufridas en las batallas de Mariupol, Sverodonetsk o Bajmut. Rusia, pese a contar con reservas casi infinitas, funciona como una trituradora de carne insostenible, y las tropas enviadas al frente para sustituir a las eliminadas cuentan con muy baja preparación y moral.
Asimismo, Ucrania cuenta con nuevas cartas con las que no contaba el invierno pasado: nuevos sistemas de cohetes de largo alcance, carros de combate occidentales y la llegada de los primeros aviones F-16 en primavera, para lo cual ya se están entrenando los pilotos ucranianos.
Los F-16 se espera que supongan un punto de inflexión en la guerra. Ucrania confía en lograr la superioridad aérea gracias a los aviones de combate occidentales puestos a su disposición. Ello les proporcionaría una carta ganadora de cara a una nueva contraofensiva.
Por el momento, con la llegada del frío, las lluvias, el barro y el hielo, el objetivo de Ucrania es afianzar la línea del frente y las cabezas de puente establecidas. Cuando se reanuden las hostilidades, los planes de Ucrania pasarían por profundizar en los dos puntos más prometedores: la orilla izquierda del Dniéper en Jersón, y Robotyne en Zaporiyia.
Sin embargo, también la primavera pasada el empecinamiento de Rusia en Bajmut forzó a Ucrania a cambiar de planes, lo que obligó a retrasar la contraofensiva y frustró toda posibilidad de fuerte avance.
¿Volverá a frustrar el Kremlin los planes ucranianos mediante una nueva operación suicida? Al alto mando ucraniano no le queda más remedio que seguir muy de cerca lo que haga Rusia y no subestimar al Ejército ruso, por tocado que esté.
Por lo tanto, en este escenario hay también nubes oscuras. La principal preocupación es la pérdida de apoyo occidental.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, señaló en una rueda de prensa esta semana que no hay indicios de que Putin quiera una salida negociada a la guerra. Por ese motivo, es fundamental aumentar la ayuda militar a Ucrania para lograr una posición favorable a las negociaciones.
Además, Stoltenberg anunció que se mantendrá el apoyo militar a Ucrania, lo que supone un nuevo espaldarazo a Ucrania, que tendría garantizado el apoyo al menos hasta noviembre de 2024, cuando se celebrarán las elecciones estadounidenses.
Así las cosas, Ucrania puede tener sólo una oportunidad más para conseguir una nueva victoria frente a Rusia que, por su puesto, lanzará también su propia ofensiva, como hizo la primavera pasada sobre Bajmut.