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Un soldado ucraniano en el frente de Jarkov

Un soldado ucraniano en el frente de JarkovEFE

Voluntarios siberianos se unen a Ucrania para tomar experiencia de combate y preparar una rebelión en Rusia

Una bomba de violencia étnica está apunto de estallar en el corazón de Rusia: las minorías étnicas más afectadas por la guerra en Ucrania empiezan a pasarse al bando ucraniano con la intención de combatir al régimen de Putin

Una bomba de relojería ha comenzado su cuenta atrás en el corazón de la Rusia profunda. En las remotas e inmensas regiones del centro asiático y del lejano oriente ruso, las minorías étnicas llevan meses moviéndose con discreción para provocar un estallido territorial y social en el momento en que se rompan las costuras de Rusia debido a los efectos de la guerra ucraniana.

Las minorías étnicas no eslavas de Rusia han sido las más castigadas por la insoportable cifra de bajas en la guerra de Ucrania, que se eleva ya a más de 300.000 soldados rusos muertos y heridos desde el inicio de la guerra.

Hasta ahora, el Kremlin ha evitado una movilización general para evitar un estallido social en Rusia contra la guerra en Ucrania.

En ese sentido, ha priorizado el reclutamiento obligatorio en las regiones más paupérrimas y alejadas de la Rusia asiática, frente a las regiones más pobladas del occidente ruso, principalmente las áreas de Moscú y San Petersburgo, donde la población eslava es mayoría.

Sin embargo, el hartazgo en esas regiones por los incumplimientos del ministerio de Defensa ruso ha llegado a su tope.

El alto mando ha tratado de ocultar las muertes, desintegrando cadáveres en el frente con incineradoras portátiles, o clasificando como desaparecidos a soldados muertos en combate. El objetivo es evitar pagar las compensaciones a las familias de los soldados muertos, lo que está llevando a muchas familias, ya pobres de por sí, a la extrema pobreza.

La capacidad para oponerse al régimen de Putin en Rusia es muy limitada debido a la bien engrasada maquinaria represiva rusa. Ya hubo connatos de rebelión en el Cáucaso y en el centro asiático, principalmente en el Daguestán, donde se quemaron varios centros de reclutamiento y se agredió a funcionarios del ministerio de Defensa.

En ese contexto, para mucha gente decidida a dar su vida para demoler el régimen de Putin, porque ya no tienen nada que perder, la única opción para pasar a la acción es ir, precisamente, a combatir en Ucrania.

Pero no con el Ejército ruso o con su abanico de grupos de mercenarios, si no con el bando ucraniano.

Según publica el diario The Times, numerosos habitantes de Siberia han abandonado sus hogares para sumarse a las unidades ucranianas de voluntarios extranjeros para luchar contra Rusia.

Su objetivo es coger experiencia para, una vez cumplido su servicio en el frente, regresar a Siberia y tomar las armas para combatir el régimen del presidente Putin.

Los voluntarios siberianos son tan numerosos que han constituido su propio batallón, el Batallón Siberiano, dentro del Ejército ucraniano.

La disposición de los siberianos a combatir en Ucrania contra Rusia, principalmente los procedentes de la región separatista de Buriatia, se debe a la cantidad verdaderamente exagerada de combatientes procedentes de esas regiones septentrionales obligadas a combatir por el Kremlin.

El sentimiento en Siberia de que sus habitantes son carne de cañón para mantener los privilegios de los rusos moscovitas aumenta a ritmo frenético, y con ello el descontento y el separatismo.

«Somos ciudadanos de segunda clase», afirma un soldado a The Times. «El imperio ruso nos colonizó y nos rusificaron».

La opinión generalizada entre los voluntarios siberianos es que, ayudando a Ucrania a vencer, podrán aspirar a la independencia de las regiones siberianas.

En ese sentido el objetivo al acudir a Rusia es aprender a combatir, entrenarse y tomar experiencia de guerra para luego volver e iniciar una rebelión armada. Pero también ayudar a erosionar el régimen de Putin, pues sólo una Rusia derrotada en Ucrania será lo suficientemente débil como para no poder aguantar una explosión separatista en sus regiones más abandonadas.

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