¿Gana Rusia? La dramática situación de la Ucrania libre
Los recursos enormemente superiores del Kremlin presagian que los ucranianos no serán capaces de recuperar más territorio
El próximo 24 de febrero de 2024, se cumplirán dos años desde que Rusia invadió Ucrania. A medida que se adentra el invierno, las voces escépticas sobre las perspectivas de victoria para Ucrania son cada vez más fuertes, también en la opinión pública. Nadie se atreve abiertamente a declarar que Kiev deba abandonar su lucha, pero el pesimismo y los argumentos pragmáticos crecen.
Cunde el escepticismo en los apoyos europeos a Ucrania y los hechos sugieren que la situación actual en el campo de batalla no cambiará. Los recursos enormemente superiores de Rusia presagian que los ucranianos no serán capaces de recuperar más territorio. El apoyo internacional a Ucrania se está erosionando y caerá más en los próximos meses. Incluso, una «fatiga de guerra» se deja ver entre las fuerzas ucranianas.
Los acontecimientos, principalmente porque la guerra en Oriente Próximo, han desviado la atención y los recursos. La organización terrorista Hamás ha logrado destruir 50 años de negociaciones de paz entre judíos y palestinos, poniendo a prueba a Israel y al conjunto del mundo occidental. Hamás (patrocinado por Irán) ha hecho un gran favor a Rusia iniciando esta guerra. La causa ucraniana ocupa ahora un segundo plano en Europa y en Washington.
En este punto parece que la guerra de desgaste y «a largo plazo» del Kremlin le está ofreciendo buenos resultados. El propio ministro de exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, reconocía este 14 de diciembre que «los escépticos tienen razón en que nuestra contraofensiva no logró la liberación relámpago de tierras ocupadas, como sí consiguieron los militares ucranianos en otoño de 2022 en las región de Jarkóv y en la ciudad de Jersón».
Con todo, Kuleba pide que se sostenga el apoyo internacional a Ucrania porque si «no es así», afirma, «cualquier otro resultado que no sea una clara derrota de Rusia en suelo ucraniano tendría implicaciones preocupantes, y provocaría un desorden mundial que, en última instancia, amenazaría también a Estados Unidos y a sus aliados. Líderes autoritarios y agresores de todo el mundo vigilan de cerca los resultados de la aventura militar de Vladimir Putin. Su éxito, aunque sea parcial, les inspiraría para seguir sus pasos».
Sin embargo, la falta de fondos en Estados Unidos, el descontento de buena parte de la ciudadanía norteamericana con la Administración Biden y la cercanía de unas elecciones con bajas posibilidades para los demócratas, conducen, inevitablemente, a una sustancial retirada de ayuda para Ucrania. Además, está claro que le prioridad actual de Estados Unidos se centra en su apoyo a Israel y la gestión de ese conflicto.
La UE se resiente, cada vez más, para alcanzar consenso
Pero por la parte que toca a Europa las perspectivas no son mejores. Europa cada vez está más rota y fragmentada respecto a la guerra de Ucrania. La situación internacional le ha hecho mella. Europa ha perdido cohesión y credibilidad, interna y externa. Hungría frena los presupuestos de gasto con respecto a Ucrania y no está sola en esta cuestión. La UE se resiente, cada vez más, para alcanzar consenso.
¿Dónde han quedado las sanciones internacionales a Rusia que se anunciaron demoledoras para su economía y maquinaria militar? ¿En qué han afectado las sanciones?
Sin duda no ha sido lo esperado, más bien Rusia junto con China han girado al mundo hacia nuevas alternativas. Por lo tanto, nos podemos preguntar quién ha perdido más con estas sanciones o con la ruptura energética. La UE sigue obstinada, bajo el hechizo de su ilusión ideológica, sus parámetros utópicos «agendistas» y su derroche en «progresismo totalitario». Ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo respecto a una posición unánime frente Hamás.
De otra parte, Europa se rearma muy lentamente, incluso el Kremlin presume de que mientras que Ucrania (y sus aliados) se quedan sin municiones ellos «siguen fabricando armas y municiones, reclutando tropas y equipando y enviando soldados al frente».
Putin hablaba en este sentido mientras asistía, hace unos días, al izado de banderas en los astilleros de Sevmash, en el noroeste de Rusia de dos nuevos submarinos nucleares. Estos submarinos el «Emperador Alejandro III», está armado con 16 misiles balísticos intercontinentales «Bulava» con ojivas nucleares, y el «Krasnoyarsk», es de propulsión nuclear del nuevo tipo Yasen y capaz de portar misiles de crucero hipersónicos, prestarán servicio en la Flota del Pacífico. ¿Esto es un alarde de Putin o hay motivos para preocuparse?
Pero, concretamente en Ucrania, parece que la iniciativa en el campo de batalla está del lado ruso. El propio Kuleba declaraba este mismo mes: «La fase actual de la guerra no es fácil ni para Ucrania ni para nuestros socios. Todo el mundo quiere avances rápidos, al estilo de Hollywood, en el campo de batalla que traigan consigo un rápido colapso de la ocupación rusa».
Por eso Kuleba pide paciencia a sus socios. Los objetivos de Ucrania seguirán siendo factibles (desde el punto de vista militar) si se dan estos tres factores:
–Una ayuda militar adecuada, que incluya fuerza aérea de reacción, drones, defensa antiaérea, proyectiles de artillería y capacidades de largo alcance.
–Un desarrollo de la capacidad industrial en Estados Unidos y Europa, así como en Ucrania, para cubrir las necesidades militares ucranianas (munición).
–Un planteamiento realista y basado en principios ante la perspectiva de negociar con Rusia.
No me los invento, son los elementos que reclama el propio Gobierno ucraniano. Es cierto que, aunque los objetivos son justos, ahora mismo no son alcanzables porque, sinceramente, la situación internacional está girando en otra dirección.