Los secuestrados en manos de Hamás, el tema espinoso tras 100 días de guerra
Actualmente todavía hay 136 secuestrados en manos de Hamás en Gaza. Originalmente eran más de 240
Este domingo se cumplen 100 días desde la masacre de Hamás en el sur de Israel y de la guerra lanzada a raíz de ello por Israel contra el grupo terrorista palestino. Son numerosos aún los desafíos con los que lidiar, teniendo por un lado las declaraciones de la cúpula gubernamental y militar afirmando que «el 2024 será un año de combate» y por otro, las crecientes presiones internacionales para que Israel detenga la guerra. Pero en medio de todo, el problema más delicado y peligroso es el de los secuestrados retenidos en Gaza y la pregunta si la ofensiva militar ayudará a recuperarlos o es, por el contrario, un obstáculo.
La preocupación israelí por la situación de los secuestrados es permanente y no ha podido menos que agudizarse desde que hace aproximadamente 40 días fueron liberados algo más de 100 de los rehenes en el marco del alto el fuego pactado con Hamás. Es que quienes volvieron, hablaron. Contaron sobre las condiciones del cautiverio. Algunos, varias semanas después de volver, se animaron a revelar situaciones muy duras, entrando en detalles, aunque sin dar nombres públicamente. Y allí salieron los testimonios sobre violaciones, no sólo a mujeres sino también a hombres. Y el terrorismo psicológico, el hambre, el ensañamiento…y mucho más.
«Cada día que pasa es un peligro, hay que recuperarlos de inmediato», es el mensaje de Shai Wenkert, que en entrevista a El Debate contó sobre el problema de salud de su hijo Omer quien sufre de seria colitis. «No recibe remedios ni atención médica…la preocupación es indescriptible», cuenta. Omer fue secuestrado de la zona del festival musical Nova.
Según lo que se sabe por ahora, hay actualmente 136 secuestrados en manos de Hamás en Gaza. Originalmente eran más de 240. En los últimos días se informó, en base a distintos elementos de Inteligencia y hallazgos en el terreno, que tres hombres que se pensaba estaban desaparecidos, consta ahora que están en Gaza.
Entre los secuestrados hay jovencitas que se estima deben haber sido violadas, hay enfermos y hombres octogenarios. Y hay dos niños, los hermanos Ariel Bibas ( 4 años) y Kfir, que el 18 de este mes cumple un año. Ambos fueron llevados por la fuerza junto a su madre Shir, mientras su padre era secuestrado por separado y golpeado todo el trayecto hasta Gaza.
El vídeo de la madre con sus hijos en brazos, cubriéndolos con una manta, con expresión de horror en su rostro mientras estaba rodeada de terroristas armados, fue grabado por los propios terroristas y es para los israelíes uno de los peores símbolos del ataque.
No todos los secuestrados están con vida
No todos los secuestrados están con vida. De lo que se sabe hasta ahora, 24 son cuerpos de quienes o fueron asesinados en cautiverio o ya fueron llevados muertos o mal heridos y no recibieron atención alguna.
Cuatro de los incluidos en la cifra oficial de 136 secuestrados en manos de Hamás, están cautivos desde hace casi una década: el teniente Hadar Goldin y el soldado Oron Shaul, muertos en la guerra del 2014, cuyos cuerpos fueron secuestrados a un túnel. Los otros dos, son civiles que no se hallaban en su sano juicio y cruzaron por su voluntad a Gaza, sin entender el peligro que corrían, ya en el 2015. Se trata del ciudadano israelí miembro de la minoría beduina Hisham a –Sayyed y del israelí miembro de la comunidad de origen etíope Abera Mengistu.
Lea Goldin, la madre de Hadar, protesta desde hace años por el suministro de ayuda humanitaria a Gaza mientras los restos de su hijo no son devueltos, en clara violación del Derecho internacional humanitario. «Debería condicionarse una cosa a la otra, esto es inaceptable. Esta lucha es interminable», dijo repetidamente.
Mientras hay quienes consideran que los familiares no deben hablar públicamente ya que Hamas escucha y así endurece sus posiciones, las familias están convencidas que deben intensificar la campaña pública por la liberación de los rehenes.
A lo largo de los meses transcurridos desde la masacre en el sur de Israel y los secuestros de ciudadanos, la mayoría civiles pero también soldados, Israel recibió información de Inteligencia sobre secuestrados muertos y logró recuperar los cuerpos, el algunos casos en túneles. La mayoría eran civiles, pero también dos soldados. Dos de los civiles-una joven soldado y una mujer adulta- fueron halladas sin vida junto al hospital Shifa de Gaza. Y hubo también un caso trágico en el que tres de los secuestrados lograron escapar de manos de sus captores al entender que éstos habían sido eliminados en un choque con el ejército, pero cuando se acercaron a las tropas israelíes, los soldados los identificaron equivocadamente como terroristas y los mataron.
Hace pocas semanas, se reveló que el ejército había llegado al lugar en el que tenían secuestrado a Sasha Cohen, un joven tomado como rehén en la fiesta Nova, pero éste murió durante el enfrentamiento entre los soldados y los terroristas. No está claro de quién era la bala que lo mató.
El único caso en el que Israel logró rescatar con vida a uno de los secuestrados fue el de la joven soldado Ori Maguidish, cuyo regreso infundió mucha esperanza en aquel momento, además de la alegría de su familia y toda su ciudad Kiryat Gat. Cuando ella volvió, nadie imaginaba que tantos días después seguirían más de 130 secuestrados en Gaza.
«¡A todos! ¡Ahora!», es el lema recurrente en todas las actividades de la campaña pública, cuyo punto central son las concentraciones ciudadanas de los sábados de noche realizadas en el sitio conocido ahora como «La Plaza de los Secuestrados», en la calle Shaul Hamelej de Tel Aviv.
Pero junto a la tradición sabática, hay muchas otras iniciativas a lo largo de la semana. El jueves recién pasado, de cara al centésimo día en cautiverio, familiares de secuestrados se reunieron cerca de la frontera con Gaza, a la altura de Khan Yunes, donde se estima que están retenidos casi todos. Con parlantes especiales y con esperanza en el corazón, cada uno en su turno gritó el nombre de su ser querido en manos de los terroristas, pidiéndoles ser fuertes y tener claro que «aquí, en casa, estamos luchando por vuestro regreso».