Putin quiere más estalinismo y menos leninismo en una Rusia que esconde el centenario de la muerte de Lenin
El régimen de Putin se encuentra en un proceso de revisionismo histórico para condenar la herencia de Lenin mientras sitúa a Stalin como uno de los grandes héroes de Rusia
En la ideología oficial del régimen de Putin en Rusia hay espacio para el dictador soviético Stalin, pero no para el fundador de la Rusia bolchevique, Vladimir Lenin.
En la particular construcción de una ideología de Estado capaz de aunar ideologías tan incompatibles como el imperialismo zarista y el comunismo soviético, los ideólogos del Kremlin han tenido que hacer encaje de bolillos.
Han tomado el cristianismo ortodoxo ruso como religión cuasioficial, el imperialismo zarista plasmada en el águila bicéfala del escudo ruso, junto con el mito soviético de la victoria en Stalingrado frente al nazismo en la Segunda Guerra Mundial como ejemplo de la invencibilidad rusa junto con la figura de Stalin como un gran héroe de Rusia.
Sin embargo, en esa peculiar macedonia ideológica, no espacio para la Revolución bolchevique de 1917 ni para su artífice, Lenin.
El motivo es que, para Putin, y sus ideólogos, la Revolución rusa fue una catástrofe para el Imperio Ruso que llevó a la nación a incluirse entre los derrotados de la Primera Guerra Mundial y fue el pistoletazo de salida de una pérdida de identidad nacional rusa.
En resumen: una sopa de contradicciones ideológicas aderezadas con una buena ración de pseudohistoria que tanto sirve para justificar la perpetuación de Putin en el poder como para justificar la invasión de Ucrania.
El caso es que ahora el Kremlin ha silenciado, al igual que ocurriera con la Revolución Bolchevique, el centenario de la muerte de Vladímir Lenin, cuya figura se ha convertido en un estorbo para las actuales autoridades, empeñadas en revisar la desintegración de la Unión Soviética.
Casi la mitad de los rusos (el 47 %) tiene una opinión positiva sobre el fundador de la URSS, menos que en el caso de su sucesor, Iósif Stalin, que está siendo rehabilitado por la historiografía oficial, según la encuesta publicada el viernes por el Centro de Estudios de la Opinión Pública (Vtsiom).
En cuanto a su labor, un 36 % cree que fue beneficiosa; un 19 % la ve como perniciosa para el desarrollo del país y un 30 % considera que hizo cosas buenas y malas a partes iguales.
Silencio oficial
El Kremlin, muy reacio a conmemorar cualquier aniversario vinculado con la Revolución de 1917, ha ignorado absolutamente la efeméride.
Ni actos públicos ni conferencias ni exhibiciones. La única exposición que conmemora el aniversario se celebra en la biblioteca del Centro de Historia Socio-política, en el norte de Moscú. Fotos y libros para refrescar la memoria de las nuevas generaciones.
«La mayoría de jóvenes no sabe muy bien quién es Lenin», señaló a Efe una de las bibliotecarias.
A pesar de no contar con apoyo oficial, los comunistas sí celebran el aniversario. Acudirán el domingo en masa a la plaza Roja para rendir tributo al «líder del proletariado» y depositar flores en el mausoleo, algo que hacen cada 21 de enero.
Se espera una gran asistencia de nostálgicos del antiguo régimen con banderas, estandartes, pancartas con la hoz y el martillo, que también podrían congregarse en torno a la estatua de Karl Marx para regocijarse en la melancolía del pasado soviético.
Putin fustiga a Lenin
El presidente ruso, Vladímir Putin, tampoco ha hecho alusión alguna al centenario en los últimos días, pero sí criticó las decisiones de Lenin, al que fustigó por los graves errores cometidos al fundar la URSS.
Recordó que los dirigentes del este prorruso de Ucrania manifestaron entonces su deseo de formar parte de la República Socialista Soviética de Rusia, pero Lenin optó por integrar esos territorios en Ucrania, origen del conflicto actual.
«La gente que vive en esos territorios, por supuesto, nunca se vieron de otra forma que como parte de Rusia. Es algo evidente», subrayó en un acto con dirigentes municipales rusos.
Pocas colas en el mausoleo
Aunque la entrada es gratuita, en vísperas del centenario no se veían grandes colas para acceder al mausoleo de mármol que guarda como oro en paño la momia del líder comunista.
Nada más poner un pie en el interior del mausoleo, un vigilante le pide al visitante que se quite el gorro, guarde silencio y no haga fotos.
La visita consiste en descender una escalera, mirar deprisa y corriendo el sarcófago donde se encuentra el cuerpo embalsamado de Lenin y, sin detenerse, abandonar el lugar.
En la tumba de Stalin, que acompañó durante varios años a Lenin en el mausoleo, yacían varias flores. En el busto del dictador aún se ve cómo le rompieron la nariz y se la repusieron en cuanto se calmaron los ánimos antisoviéticos.
En una demostración de que el Kremlin no quiere sustos, las autoridades cerraron la feria navideña que hace las delicias de los moscovitas en el empedrado de la plaza Roja.
El centro de la plaza fue acordonado por la policía, que instaló varios furgones en las calles adyacentes en prevención de tener que practicar detenciones. Al fin y al cabo, Rusia es un país en guerra, cuya retaguardia es objeto de continuos ataques y sabotajes ucranianos.