Entrevista
Gershon Baskin, negociador israelí: «La única manera de derrotar a Hamás es que Palestina se convierta en una realidad»
El activista es un ferviente defensor de que la convivencia entre israelíes y palestinos no solo es necesaria sino posible y en una entrevista a El Debate analiza la actual guerra en la Franja de Gaza
A sus espaldas Gershon Baskin lleva 17 años negociando con Hamás. Director para Oriente Medio de la Organización Internacional de Comunidades, que trabaja en zonas de conflicto con procesos de paz fallidos, este activista incansable es un ferviente defensor de que la convivencia entre israelíes y palestinos no solo es necesaria sino posible. Neoyorquino emigrado hace 45 años a Israel, medió en el acuerdo que permitió la liberación del soldado israelí Gilad Shalit en 2011 tras cinco años en manos de Hamás. A cambio fueron excarcelados más de un millar de presos palestinos, entre ellos, Yahya Sinwar, cerebro del 7 de octubre.
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En los últimos ocho años ha tratado de negociar, sin éxito, la liberación de los restos mortales de dos uniformados y dos civiles israelíes retenidos en la Franja de Gaza desde 2014 y 2015. El ataque coordinado de Hamás hace más de cuatro meses y la guerra en Gaza han dinamitado los esfuerzos. Pero Baskin no ceja en su empeño de abrir canales secretos indirectos, intentar la manera de hacer llegar mensajes al movimiento islamista y buscar ideas creativas, obteniendo escuetas respuestas que no permiten avanzar.
Esta es la perspectiva de quien conoce bien a ambas partes involucradas en uno de los conflictos más recalcitrantes del mundo.
–¿En qué punto se encuentran las negociaciones en estos momentos?
–Las negociaciones entre Israel y Hamás están en un punto muerto. Después de la reunión en París con la participación de figuras clave como el jefe de la CIA, el jefe del Mosad, y el primer ministro qatarí, se llegó a una fórmula que Israel aceptó en principio. Sin embargo, la respuesta de Hamás se demoró diez días, y su propuesta de tres fases fue calificada por Israel como delirante. La reunión de seguimiento en El Cairo no logró avances, y el equipo israelí carecía de mandato para presentar propuestas. La falta de comunicación efectiva entre las partes y la ausencia de un liderazgo israelí dispuesto a proponer soluciones complican aún más el proceso.
–¿Los negociadores no tienen margen de maniobra?
–No pueden moverse sin un acuerdo político o al menos la autorización del primer ministro israelí. Se supone que deben seguir las líneas maestras del gabinete de guerra, pero (el primer ministro, Benjamin) Netanyahu ni siquiera ha fijado una nueva reunión para informar a los demás miembros del gabinete sobre la prohibición al equipo israelí de continuar las negociaciones.
–¿Cuáles son los principales retos en el proceso de negociación?
–El principal desafío radica en que estas negociaciones son las más bizarras del mundo. Ambas partes no se comunican y están comprometidas a destruirse mutuamente. Las propuestas de Hamás incluyen que Israel termine la guerra, salga de Gaza y deje ese territorio bajo su control. En 17 años que llevo siendo testigo de este tipo de negociaciones, Israel nunca plantea propuestas y espera a que lo haga Hamás, lo que le da el control de las negociaciones.
En la actual situación no creo que Netanyahu quiera un acuerdo negociado. Cree que el Ejército está cerca de encontrar al liderazgo de Hamás y cuando lo haga lo matará, incluso a riesgo de acabar con la vida de muchos rehenes.
–Comentas que los israelíes no presentan iniciativas de ningún tipo, ¿están esperando que Hamás presente propuestas?
–Según la percepción israelí, las negociaciones significan el fin de la guerra, por lo que Israel no negociará un acuerdo real. Mantienen una fachada de negociaciones, pero no negocian de buena fe para alcanzar un acuerdo.
–¿Hay posibilidad de que Hamás se rinda?
–Hamás no se rendirá, especialmente cuando están siendo atacados por Israel. La creencia entre el Ejército y Netanyahu es que una vez acaben con los líderes de Hamás, toda la cadena de mando caerá y liberarán a los rehenes, idea que considero fuera de la realidad.
–¿Qué rol juegan los rehenes en la búsqueda de una solución duradera?
–No habrá un final de la guerra para Israel a menos que los rehenes sean liberados. Sus tres condiciones son: el regreso de todos los rehenes, el control de la frontera Gaza-Sinaí para evitar el contrabando de armamento a la Franja, y que Hamás deje de controlar Gaza. Si se alcanzaran las tres se declararía el final de la guerra.
–¿Esperar tanto tiempo como en el canje de presos palestinos por el soldado israelí Guilad Shalit es una posibilidad?
–No podemos esperar cinco años. Existe una pequeña posibilidad de un acuerdo que permita unos 45 días iniciales de alto el fuego, con condiciones ajustadas sobre la liberación de presos –Hamás está pidiendo más de 500 presos encarcelados por delitos de sangre– y la reducción de demandas de Hamás. Están pidiendo en esa primera fase 1.500 presos palestinos de los cerca de 10.000 encarcelados en Israel.
Cada día que pasa las vidas de los secuestrados corre peligroNegociador israelí
Si saliese adelante ese pacto y se redujeran los ataques de Hezbolá en el norte de Israel y de los hutíes en el mar Rojo, se calmaría toda la región. En este contexto, los negociadores podrían aprovechar ese período para encontrar algún tipo de vía negociada y diplomática para terminar la guerra que pudiera satisfacer las exigencias israelíes.
–¿Existe una opción para la liberación de todos los rehenes?
–No hay una opción real. El acuerdo que Hamás quiere hoy implica el fin de la guerra y la retirada de Israel de Gaza, algo que Israel ni siquiera consideraría.
Cada día que pasa las vidas de los secuestrados corre peligro. El número oficial de rehenes en manos de Hamás es hoy de 134, de ellos Israel ha informado de la muerte de 31-32, aunque fuentes no oficiales la elevan a más de 50 los que podrían haber muerto en los bombardeos israelíes o en manos de Hamás, no se sabe.
–¿Cuál es el papel de la comunidad internacional en este proceso?
–Egipto y Qatar son los mediadores clave con capacidad de apalancamiento. La presión de EE.UU. sobre estos países y sobre Israel está creciendo, especialmente en momentos críticos como un posible ataque a Rafah, en el sur de Gaza, donde se concentran 1,5 millones de palestinos.
–¿Hay alguna manera de pensar más allá de los países tradicionalmente mediadores como, por ejemplo, garantes o acompañantes?
–Actualmente no, pero a largo plazo sí. La solución de dos Estados está de vuelta en la mesa, con la necesidad del reconocimiento internacional de Palestina. La única manera de derrotar a Hamás como ideología es hacer que Palestina se convierta en una realidad para los palestinos. Este conflicto no solamente amenaza los márgenes de Israel y Palestina, sino que hace peligrar a toda la región y la seguridad global. Hay una responsabilidad de la comunidad internacional que lleva 30 años hablando de una solución de dos estados.
La única manera de derrotar a Hamás es hacer que Palestina se convierta en una realidadNegociador israelí
Transformar futuras negociaciones por unas entre dos Estados reconocidos y miembros de Naciones Unidas cambiaría los parámetros y las haría más regionales. La mesa debe ser más amplia que la bilateral entre israelíes y palestinos porque esa vía nunca ha funcionado. Debe incluir a Egipto, Jordania, Emiratos, Baréin, estadounidenses y la Unión Europea.
–¿Por qué cree difícil alcanzar un acuerdo con Netanyahu y Hamás?
–No hay ninguna opción de alcanzar ningún tipo de acuerdo con los palestinos mientras un Gobierno de Netanyahu esté en el poder, ya que negocia con Hamás por presión interna, pero no busca un acuerdo genuino. Hamás, por su parte, no tiene miedo a morir y ve la muerte como un mandato religioso para liberar a Palestina, lo que dificulta cualquier capacidad de ejercer presión por parte de Israel.
–¿Cuál es su visión sobre el destino de los rehenes?
–Creo que muchos rehenes terminarán muertos. Es difícil imaginar que todos serán liberados sin algún tipo de acuerdo. Veo complicado que Hamás los entregue mientras continúe manteniendo algún tipo de control en Gaza.