Israel condiciona el conflicto a la capacidad del debilitado Gobierno libanés para contener a Hezbolá
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha amenazado a Beirut con la guerra si cae la tregua con la milicia chií libanesa
El alto el fuego entre Israel y Hezbolá se tambalea tan solo seis días después de su entrada en vigor. Ambas partes se acusan continuamente de violar la tregua y la tensión alcanzó su pico, este lunes, con el lanzamiento de dos proyectiles de mortero por parte de la milicia chií libanesa contra posiciones del Ejército israelí en las Granjas de Sheba, un territorio en disputa. Un ataque que no reportó heridos. La aviación israelí respondió bombardeando varias localidades del sur del Líbano, matando a al menos 11 personas, según un balance del Ministerio de Salud Pública libanés. En este frágil contexto, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha condicionado el conflicto no solo a que Hezbolá cumpla lo acordado, sino que el Gobierno libanés —en funciones desde hace más de dos años— sea capaz de contener a la milicia chií libanesa.
«Si el alto el fuego colapsa, Líbano ya no tendrá exención; haremos cumplir el acuerdo con la máxima respuesta y tolerancia cero. Si hasta ahora hemos diferenciado entre Líbano y Hezbolá, ya no será así», aseveró Katz, durante una visita a las tropas en la frontera norte de Israel. Los cabos sueltos del acuerdo para poner fin a las hostilidades ya vaticinaban un futuro incierto para el país del cedro y es que uno de los puntos del pacto obliga al Ejecutivo libanés a supervisar la venta, entrega y producción de armamento, para que este no caiga en manos de Hezbolá, que también cuenta con representación en el Parlamento. Una titánica tarea para un Gobierno en permanente crisis y sin capacidad real de actuación. El ministro de Defensa israelí señaló también que Beirut debe «autorizar al Ejército libanés a hacer cumplir su parte y mantener alejado a Hezbolá más allá del [río] Litani y a desmantelar toda la infraestructura».
Las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) tienen previsto desplegar unos 10.000 soldados en el sur del Líbano para monitorear el cese de hostilidades y evitar la presencia de milicianos del Partido de Dios, con ayuda de las Fuerzas de Mantenimiento de Paz de la ONU. Esta misión también se presenta compleja, con un Ejército debilitado, que no cuenta siquiera con fuerza área, y en el que muchos de sus uniformados tienen que compaginar otros trabajos porque con sus sueldos como miembros de las FAL no tienen para vivir. De hecho, este martes, el cuerpo anunció la apertura de un proceso de reclutamiento de voluntarios para que nutran las unidades que se desplegarán en la linde con Israel. A pesar de todos estos obstáculos, el Ejército «sigue siendo leal al Gobierno», explica a El Debate Yeghia Tashjian, experto de Asuntos Internacionales en la Universidad Americana de Beirut.
El académico recuerda que siempre que ha habido tensiones internas en el Líbano, las Fuerzas Armadas han permanecido neutrales. «Han extraído las lecciones de la crisis de 1958, cuando se mantuvieron al margen de las tensiones sectarias, al contrario que, en 1975, cuando intervinieron sobre el terreno y el debate político se polarizó». Por lo tanto, Tashjian concluye que mientras que el Ejército se mantenga neutral en lo que se refiere a la dinámica política interna, siempre estará unido, independientemente de las tensiones religiosas y de su propia estructura sectaria. La complejidad del aparato político y la división de poderes entre las diferentes confesiones que componen el Líbano han provocado una parálisis en el país, que se suma, además, a una crisis económica sin precedentes desde 2019, y que se ha agudizado aún más tras más de un año de conflicto con el país hebreo.
Israel, consciente de las limitaciones del Ejecutivo libanés, ha advertido de que ya no hará distinciones y aseveró que, si desde Beirut no son capaces de contener a Hezbolá, el Ejército hebreo aplicará el acuerdo con «la máxima fuerza y tolerancia cero». En esta línea, Katz adelantó que si se reanudan las hostilidades están dispuestos a llegar «más lejos» y, «sobre todo, ya no perdonaremos al Estado libanés». «Si hasta ahora hemos separado el Estado de Hezbolá y Beirut de los suburbios del sur, esto ya no será así» si se reanuda la guerra. Cada día que pasa, el acuerdo del alto el fuego se debilita. Francia, que junto a Estados Unidos supervisa el cumplimiento de la tregua, ha acusado a Israel de violar el acuerdo hasta en al menos 52 ocasiones, mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguran que aún hay presencia de la milicia chií libanesa en el sur del país vecino. El belicismo sigue marcando la tregua entre Israel y Hezbolá, que ahora se extiende a todo el Líbano.