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Fuerzas israelíes en vehículos blindados realizan una incursión en Yenín, en Cisjordania

Fuerzas israelíes en vehículos blindados realizan una incursión en Yenín, en CisjordaniaAFP

Israel aprovecha la tregua en Gaza para lanzar una gran incursión militar contra la ciudad cisjordana de Yenín

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyhau, añadió «reforzar la seguridad en Cisjordania» a los objetivos de la guerra, que, 15 meses después, ha precipitado la renuncia del jefe del Estado Mayor del Ejército hebreo

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ya lo advirtió durante su intervención este sábado, cuando se refirió por primera vez al acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás. Netanyahu incluyo «reforzar la seguridad en Cisjordania» entre los objetivos de la guerra, junto a traer de vuelta a los rehenes de la franja de Gaza y eliminar por completo a la milicia terrorista palestina. Tan solo tres días después de pronunciar estas palabras, el Ejercito israelí lanzó una campaña militar en Yenín, ciudad al norte de Cisjordania y bastión de diferentes facciones armadas palestinas. El operativo, bautizado como 'Muro de Hierro', ha incluido bombardeos aéreos y la incursión de tropas terrestres que, según informaron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), durará «lo que resulte necesario».

La renovada campaña militar israelí comenzó este martes con ataques aéreos que, según denunció el Ministerio de Sanidad palestino, mataron a diez personas y 40 resultaron heridas. «Todo llegó rápidamente: helicópteros Apache en el cielo y vehículos militares israelíes por todas partes», contaba a Reuters el gobernador de la ciudad palestina, Kamal Abu al-Rub. «Bajo la dirección del Gabinete Político y de Seguridad, las FDI, el Shin Bet y la Policía de Israel han lanzado hoy –este martes– una importante operación militar a gran escala para erradicar el terrorismo en Yenín», escribió Netanyahu en su cuenta de X, antes Twitter. En la publicación, el mandatario israelí explicó que esta nueva incursión «se trata de un paso más hacia la consecución del objetivo que nos hemos fijado: reforzar la seguridad en Judea y Samaria (término bíblico que emplean las autoridades israelíes para referirse a Cisjordania)».

En esta misma línea, y como ya lo hizo en su discurso del sábado, a escasas horas de que entrara en vigor el alto el fuego en Gaza, Netanyahu recordó que Israel sigue actuando «contra el eje iraní dondequiera que extienda sus brazos –en Gaza, Líbano, Siria, Yemen y Judea y Samaria–y con nuestras manos aún tendidas». El primer ministro israelí ha sufrido una gran presión por parte de los socios más radicales de su Gobierno que consideran que el alto el fuego es una «rendición» ante Hamás y, por ello, muchos en Israel entienden que esta nueva operación en Cisjordania es una táctica para apaciguar a los más críticos dentro de la coalición. Uno de ellos, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que aplaudió en redes sociales la incursión israelí. «Después de Gaza y Líbano, hemos comenzado a aplicar un cambio en nuestra política de seguridad [en Cisjordania] y una campaña para erradicar el terrorismo en la región», declaró Smotrich.

Así, el ministro de Finanzas defendió que los asentamientos –ilegales según el derecho internacional–, servirán de «cinturón de seguridad» de Israel. «El Muro de Hierro será una operación a largo plazo y sostenida contra los terroristas y sus instigadores, para proteger los asentamientos y los colonos y por la seguridad de Israel», adelantó. La ofensiva se produce, además, ante la pasividad de las fuerzas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que retienen el control de la ciudad y se retiraron al paso de las tropas israelíes. Yenín, y sobre todo su campo de refugiados, en el que viven unas 14.000 personas, ha sufrido numerosas operaciones militares del Ejército hebreo durante los 15 meses de guerra en Gaza. La urbe es un hervidero de múltiples facciones palestinas que incluyen desde la Brigada de los Mártires de Al Aqsa –rama militar de Fatah–, la Yihad Islámica Palestina y las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam –brazo armado de Hamás–, que luchan juntas bajo la bandera del Batallón Yenín.

Sin ir más lejos, el pasado mes de diciembre, este campo de refugiados fue escenario de una guerra fratricida entre la ANP y esta alianza de milicias palestinas. Tras cruentos enfrentamientos que acabaron con la muerte de seis soldados, cuatro milicianos y tres civiles, las partes llegaron a un acuerdo que se vino abajo este lunes, cuando las fuerzas de la Autoridad Palestina abandonaron sus puestos para dar paso a las tropas hebreas. Esta nueva redada tiene lugar, además, tan solo un día después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya levantado las sanciones contra los colonos judíos violentos en Cisjordania. Israel ha virado el foco del conflicto y, mientras el frágil alto el fuego en Gaza afronta su primera semana, Cisjordania se transforma ahora en el nuevo campo de batalla. Hamás, por su parte, animó a los palestinos de este territorio a que se enfrenten a las fuerzas israelíes.

En paralelo, y mientras las tropas hebreas entraban en Yenín, el jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi, presentaba su carta de dimisión ante el ministro de Defensa, Israel Katz, por el fracaso militar del 7 de octubre de 2023, cuando miles de milicianos de Hamás se infiltraron en el sur del Estado judío, asesinando a 1.200 israelíes y tomando como rehenes a otros 250. Su dimisión se hará efectiva el 6 de marzo. En la misiva, Halevi reconoce su «fracaso» a la hora de «proteger a los ciudadanos de Israel» y confiesa que «la responsabilidad de este terrible suceso permanece conmigo cada día, cada hora, y permanecerá conmigo el resto de mi vida». La oposición, liderada por el centrista Yair Lapid, aprovechó la renuncia de Halevi para arremeter contra Netanyahu y pedir también su dimisión. «Ahora es el momento de que asuman su responsabilidad y dimitan: el primer ministro y todo su catastrófico Gobierno», demandó.

En Gaza, cuando se cumple el tercer día de tregua, miles de gazatíes tratan de volver a sus casas, muchas de ellas completamente destruidas. Un informe de Naciones Unidas, hecho público este mes, señalaba que se podría tardar hasta 21 años en limpiar las toneladas de escombros en que se han convertido la mayor parte de las edificaciones de la Franja. Asimismo, los equipos de rescate palestinos continúan con la titánica tarea de recuperar los cuerpos sin vida que se acumulan entre tanta destrucción. Las autoridades gazatíes, en manos de Hamás, informaron de que han encontrado al menos 150 cadáveres desde que entró en vigor la tregua y, según adelantó el servicio civil de emergencias, se calcula que pueden quedar unos 10.000 cadáveres bajo los escombros.

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