
Hisham al-Sayed, israelí beduino rehén de Hamás
El drama del israelí-beduino Hisham al-Sayed no termina con su liberación de las manos de Hamás
Pasó diez años secuestrado por la organización terrorista, sufre una enfermedad mental y cruzó a Gaza en 2015. Fue uno de los 33 liberados durante la primera fase del alto el fuego y su padre Shaaban cuenta su historia a El Debate
A los 251 secuestrados en el sur de Israel por la organización terrorista Hamás que atacó el 7 de octubre del 2023, se suman otros cuatro israelíes que estaban en la franja de Gaza desde hace por lo menos una década: dos soldados muertos en combate en el 2014 y dos civiles con problemas mentales que habían cruzado por su cuenta a Gaza, fueron detenidos y nunca devueltos a casa, hasta ahora.
Uno de ellos era judío y el otro musulmán. Ambos israelíes. El musulmán era Hisham al-Sayed, miembro de la minoría beduina que hoy tiene 37 años.
A los desafíos inherentes al regreso tras tanto tiempo fuera de su país y su gente, en el caso de Hisham se agregaron varios elementos complejos que describe en una entrevista a El Debate su padre Shaaban.
— Shaaban, imagino que resulta extraño preguntarlo siquiera pero, ¿cómo están Hisham y toda la familia?— Estamos muy mal, busca la palabra más fuerte que puedas para decirlo en español porque no se me ocurre en hebreo. Una palabra apropiada que realmente pueda describirlo. Como todos saben, Hisham sufría una esquizofrenia. Es como si tuviera dentro una personalidad aparte que le lleva a tomar decisiones equivocadas. Salvo ese aspecto, importantísimo por cierto, podía parecer años atrás una persona medianamente normal, que puede más o menos arreglarse en la vida, aunque no trabajaba. No tenía noción de cómo distinguir entre lo peligroso y lo que no lo es.
— ¿Y diría que al volver vio que todo había empeorado?
— No hay duda ninguna. Enseguida vi el cambio. Yo no había llorado como ahora en mucho tiempo. Sentí que era como la historia de Tarzán, que creció entre simios y cuando vio humanos no podía hablar. Lo mismo fue con Hisham. No habla, susurra y no se entiende lo que dice. Estaba evidentemente asustado. Cuando le preguntábamos algo y esperábamos su respuesta, bajaba la cabeza y daba vueltas como esperando los golpes.
— Qué tristeza inspira esta descripción suya, de solo imaginar lo que vivió.
— Así es. Se ve que vivió una situación de constante violencia. Me resulta muy claro al ver cómo actúa Hisham. Se da vuelta, se aleja, no mira a los ojos. A su esquizofrenia se agregó el miedo que le inculcaron, fue torturado psicológicamente, esto está claro.
— ¿El Estado ayuda, está presente, da todo lo necesario?
— Claro que sí, tratan de ayudar en todo, el desafío es encontrar el marco más apropiado para Hisham. El Estado nos da toda la ayuda necesaria. Y también el Foro de Familiares de los Secuestrados, que es una gran familia, de la que nos hicieron parte desde un principio.
Antes de recibir de vuelta a Hisham, tenía muchos temores pero también muchas expectativas. Apenas lo vi, entendí que había mil veces más motivos para estar temeroso. Por eso lloré. Por ver cómo estaba, cómo actuaba. La verdad, yo pensaba que como es árabe y musulmán, como sabe el idioma que se habla en Gaza, como sabe rezar –aunque un tanto desordenado– e, incluso, conocía bien Gaza porque hace muchos años los beduinos solíamos ir a hacer compras al mercado de allí, que podría pasar ese tiempo de otra forma.
Pero Hamás dijo «ustedes son israelíes, somos enemigos». Yo pensé que si por lo menos le hablan en árabe en forma normal, si tiene cierta relación de contacto humano, podía estar mejor. Nada, nada de eso ocurrió. Yo creo que lo deben haber puesto en algún lugar con animales, o solo, pero sin duda separado de gente, aislado, algo terrible para su situación. Habría sido mejor que le rompan una pierna o una mano. Pero a su enfermedad, Hamás le agregó todo esto y volvió mucho peor.

Shaaban, junto a su hijo Hisham al-Sayed, tras ser liberado por Hamás
— Cuando fue liberado al fin, el 22 de febrero, el mismo día que salieron otros secuestrados judíos, Hamás dijo que no se hizo una «ceremonia» con Hisham –de esas que Israel acusó son para humillar a los liberados– por respeto a la familia y a los árabes de Israel.
— ¡Qué atrevimiento! No pusieron en escena ese «acto» porque sabían que quedaría en evidencia por lo mal que está Hisham. Si hubieran tenido un mínimo de respeto, no lo habrían tratado así. No lo habrían dejado en Gaza diez años. Y si respetaran a los ciudadanos árabes de Israel, no habrían matado a todos los beduinos que mataron, incluyendo una mujer embarazada, beduina, que llevaba puesto el hijab.
Si hubieran tenido un mínimo de respeto, no lo habrían tratado asíPadre de Hisham al-Sayed, secuestrado por Hamás
— A pesar de toda esta angustia, volvió al seno de su familia y a Israel. Pero ustedes decidieron no festejar.
— Claro que no. Demasiada gente ha muerto, también entre los secuestrados. Tanto judíos como beduinos han muerto. Y a eso se agregó el estado de Hisham. Y la verdad, especialmente fuerte fue el regreso en ataúdes de la familia Bibas, esa joven madre Shiri y sus dos hijos pequeños, Kfir y Ariel, asesinados. Fue un golpe terrible para todos. Todos vimos las imágenes de esa madre con los niños en brazos, rodeada de hombres armados, llevada por la fuerza. Eso no es islam. Eso es herejía. Esos no son los mandatos del Corán ni del profeta Mahoma.
— ¿Cuál es su petición a los musulmanes del mundo, a los países árabes?
— Que vuelvan a la religión original, a su verdadero sentido. Que dejen claro que lo que hizo Hamás no es islam. Y con Hisham está claro. Los que lo detuvieron sabían bien que es una persona enferma. Como es ciudadano israelí, lo usaron como carta de negociación, aunque esto está prohibido en la religión.
— ¿Considera que el mundo musulmán en general y, especialmente los países árabes, no condenó lo suficiente lo que hizo Hamás el 7 de octubre de 2023, y lo de su hijo?
— Yo no oí condenas, ni sobre mi hijo ni sobre los niños Bibas y tantos otros que murieron quemados vivos cuando Hamás entró a sus casas. Cuando se actúa de esa forma, el que lo hace deja de ser musulmán.
— Cuando estaba esperando el reencuentro con Hisham, iba acompañado por un oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel (Tzahal, en hebreo). ¿Cómo vive ese vínculo?
— Esas son las Fuerzas de Defensa de Israel. No hay otro Ejército así en el mundo, un Ejército de altos valores morales. Nos han estado acompañando diez años, desde que Hisham fue secuestrado. Esos oficiales de uniforme son personas de buen corazón que todo el tiempo querían y quieren ayudarnos en todo. Siguen con nosotros también ahora.
No tengo duda: Tzahal es el Ejército más moral del mundo. Y lo mismo tengo para decir del pueblo judío. Mucha gente me reconoce en la calle, se me acerca, pregunta en qué puede ayudar, tanto gente particular como gente que me habla en nombre de instituciones. Todos quieren hacer algo por nosotros.
— ¿Tiene aún esperanza de que las cosas mejoren?
— Sí, tengo esperanza por Hisham y esperanza de que Hamás desaparezca del mundo. Por mi hijo, por todos los secuestrados y porque en Gaza hay gente buena que quiero que se libere de Hamás.