
La 93.ª Brigada Mecanizada, en Ucrania
Europa impulsa el despliegue en Ucrania de una «coalición de voluntarios» para presionar a Putin
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha convocado este jueves en Londres a los altos mandos militares que estén dispuestos a mandar soldados al país invadido
Europa, con Francia y Reino Unido a la cabeza, está decidida a formar parte de un futuro acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia. El Viejo Continente, además, ya ha definido cuál será su papel: monitorear el cese de hostilidades desde el terreno, enviando una «coalición de voluntarios», es decir, soldados europeos —o de otros países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda o Turquía— a Ucrania. Aunque, sobre esta propuesta que cada día coge más fuerza, todavía quedan muchos aspectos cruciales por definir: ¿dónde se desplegarían esos uniformados? ¿En la línea de frente o en puntos estratégicos? ¿Contaría con el paraguas de seguridad de Estados Unidos? ¿Qué estaría dispuesto a aportar cada país?
Muchas de estas cuestiones ya fueron abordadas la semana pasada en París, durante una reunión entre el presidente galo, Emmanuel Macron, y una treintena de jefes militares de varios países que barajan la posibilidad de enviar soldados a Ucrania. «Es el momento de que Europa haga valer todo su peso», reclamó Macron durante el encuentro. La idea de esta «coalición de voluntarios» —misma terminología que utilizó George W. Bush a la hora de lanzar su invasión de Irak en 2003— cogió aún más fuerza este sábado, tras la reunión virtual que mantuvo el primer ministro británico, Keir Starmer, con los líderes de 25 países. Starmer, en línea con lo que ya dijo Macron, inició el encuentro diciendo: «Tenemos que estar preparados para defender el acuerdo nosotros mismos».
La cita de este sábado sirvió, según anunció el mandatario británico en una rueda de prensa posterior, para dar forma a una coalición de países dispuestos a desplegarse en Ucrania una vez que se consiga llegar a un acuerdo de alto el fuego. Starmer, además, aseveró que este grupo de naciones es «más numeroso que el de hace dos semanas» —en referencia a la cumbre del 2 de marzo—, y, agregó, que «hay una mayor determinación colectiva». «Se han puesto sobre la mesa nuevos compromisos, tanto en relación con la coalición de voluntarios para defender el acuerdo como en relación con el punto más amplio, que es la defensa y la seguridad colectivas de Europa», explicó el británico.
Para acelerar y concretar los detalles de este futuro despliegue de soldados aliados en Ucrania, Starmer convocó este jueves, en Londres, a los altos mandos militares de todos los países que quieran formar parte de la ya bautizada como «coalición de voluntarios». Como ejemplo se podría tomar el contingente estadounidense desplegado en la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte, que cuenta con unos 24.000 soldados norteamericanos desde 1953. A pesar de que el británico evitó concretar qué naciones ya han dicho que sí a mandar soldados al país invadido, es de sobra conocido los que se han descolgado, por el momento, de la iniciativa impulsada por Londres y París.Italia, una de las principales potencias europeas, adelantó que solo estaría dispuesta a mandar soldados bajo los auspicios de una resolución de Naciones Unidas y con unas garantías de seguridad de Washington. Nada más concluir la reunión de este sábado, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, a través de un comunicado, explicó que «Italia seguirá trabajando con sus socios europeos y occidentales, y con Estados Unidos, para definir garantías de seguridad creíbles y efectivas, y reiteró que no se plantea una participación nacional en una posible fuerza militar sobre el terreno».
España, por su parte, tampoco baraja, por el momento, formar parte de la «coalición de voluntarios», aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado caer que podría apoyar a los socios europeos a través de otros mecanismos, aunque sin llegar a especificarlos. El Ejecutivo se encuentra sumergido de pleno en su enésima crisis de Gobierno a raíz del incremento de gasto en Defensa, para poder llegar al mínimo marcado por la Alianza Atlántica y la Unión Europea (2 % del PIB). A pesar de todas las incógnitas, Macron aportó algunas pistas, en una entrevista difundida en varios medios regionales, sobre la «coalición de voluntarios».
El presidente galo explicó que el objetivo de este contingente «no es tener una masa» de soldados, sino que la propuesta está más enfocada en «desplegar unos pocos miles de hombres por país» participante, que se situarían «en puntos clave» de Ucrania, «para realizar programas de entrenamiento» de las fuerzas de Kiev. Como era de esperar, esta idea ha sido rechazada categóricamente por el Kremlin que, en boca de la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova, alertó de que «significaría la implicación de esos países en un conflicto armado directo» con Rusia.
Macron, sin embargo, prefiere hacer oídos sordos a las advertencias lanzadas desde Moscú. El presidente galo considera que no necesitan contar con el visto bueno de Rusia, ya que, como explicó este sábado, «Ucrania es soberana. Si pide que fuerzas aliadas estén en su territorio, no le corresponde a Rusia aceptarlo o no». Pero, aún queda el detalle más importante de todos, conocer la postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el despliegue de militares europeos en Ucrania. Hasta el momento, aunque no se ha mencionado claramente al respecto, en las contadas ocasiones que le han preguntado ha aplaudido que el Viejo Continente haya tomado la iniciativa.
El republicano, por su parte, no ha mostrado ningún tipo de interés en ofrecer garantías de seguridad, ni siquiera a través de cobertura aérea. Trump solo está interesado en firmar el acuerdo de tierras raras y poder empezar a sacar beneficio económico de la invasión. El estadounidense quiere acabar rápido con la guerra y ha presentado una tregua de 30 días por «tierra, mar y aire». El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aceptó sin condiciones, Putin se ha mostrado reticente, pero como dijo el primer ministro británico el sábado «más pronto o más tarde [Putin] va a venir a la mesa de negociación, pero no podemos esperar sentados a que eso pase».
Europa se ha marcado tres objetivos de cara a un hipotético acuerdo de paz: rearmar y fortalecer a Kiev para que llegue con una posición de fuerza a las negociaciones, presionar a Rusia, a través de sanciones, para «debilitar la maquinaria bélica de Putin y llevarlo a la mesa» y, por su puesto, el despliegue de una «coalición de voluntarios». Esta semana se presenta decisiva para redefinir la arquitectura de seguridad europea, amenazada por la renovada relación entre Trump y Putin y el miedo a que Washington retire su paraguas de protección sobre el Viejo Continente. Por ello, y como aseguró el propio Starmer, Europa debe pasar a una «fase operativa» y recobrar el «impulso político y militar».