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El primer ministro británico, Keir Starmer, organiza una reunión virtual con líderes internacionales para debatir el apoyo a Ucrania en el número 10 de Downing Street, en el centro de Londres

El primer ministro británico, Keir Starmer, organiza una reunión virtual con líderes internacionales para debatir el apoyo a UcraniaAFP

Starmer advierte a Putin de que «tarde o temprano» tendrá que «sentarse a la mesa» y poner fin a la guerra en Ucrania

El primer ministro del Reino Unido insistió en la necesidad de concretar la propuesta de una «coalición de voluntarios» y anunció una nueva convocatoria, el próximo jueves en Londres, con la cúpula militar de los países que estén dispuestos a mandar soldados

El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha convocado este sábado a los líderes occidentales de hasta 25 países, no solo europeos, sino que a la cita han asistido también los jefes de Estado de Canadá, Nueva Zelanda o Australia. Starmer se ha mostrado muy crítico con el mandatario ruso, Vladimir Putin, al que ha ha advertido de que «tarde o temprano» tendrá que «sentarse a la mesa» para negociar el fin de la guerra en Ucrania.

Asimismo, el líder británico acusó al ruso de dilatar las conversaciones sobre una tregua en Ucrania y se ha marcado tres objetivos para esta nueva cumbre: reforzar a Kiev, presionar a Putin para que acepte el alto el fuego de 30 días presentado esta semana por Estados Unidos en Arabia Saudí y sentar la bases sobre el envío de soldados al país invadido.

«Tenemos que estar preparados para defender el acuerdo nosotros mismos», aseveró Starmer, desde Downing Street al inicio de la reunión, que se celebra de manera telemática, a diferencia de la convocada el pasado 2 de marzo, tan solo dos días después del funesto encontronazo entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

«Si (el presidente ruso Vladimir) Putin se toma en serio la paz, es muy sencillo, tiene que detener sus bárbaros ataques contra Ucrania y aceptar un alto el fuego», declaró Starmer. En esta misma línea, el líder laborista señaló que es necesario que se siga «avanzando, empujando y preparándonos para la paz y una paz que sea segura y que dure».

Starmer explicó que para conseguir esa ansiada paz duradera, primero, hay que «fortalecer a Ucrania para que pueda defenderse por sí misma. «Fortalecer, obviamente, en términos de capacidad militar, en términos de financiación, en términos de la prestación de un mayor apoyo de todos nosotros», insistió.

A renglón seguido, recordó la propuesta impulsada hace semanas por Francia y el Reino Unido de enviar soldados a Ucrania para monitorear un futuro alto el fuego en el país europeo. «Debemos estar preparados para defender cualquier acuerdo nosotros mismos a través de una coalición de voluntarios», pidió Starmer a todos los líderes convocados este sábado. Por ello, los aliados dan un paso más allá y entran en una «fase operativa» para lo que, adelantó en una rueda de prensa posterior a la reunión, el próximo jueves habrá un encuentro en Londres con la cúpula militar que esté dispuesta a formar parte de este hipotético ejército de voluntarios.

Sobre este punto, Starmer aclaró que el grupo que se reunió este sábado es «más numeroso que el de hace dos semanas» –en referencia a la cumbre del 2 de marzo–, y, apuntó, «hay una mayor determinación colectiva». «Se han puesto sobre la mesa nuevos compromisos, tanto en relación con la coalición de voluntarios para defender el acuerdo como en relación con el punto más amplio, que es la defensa y la seguridad colectivas de Europa», informó.

El envío de soldados europeos al país invadido es una de las líneas rojas que Rusia ha impuesto para aceptar una tregua. Sin ir más lejos, este jueves, la portavoz de Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, advirtió de que no tolerarán el despliegue de fuerzas europeos en el país invadido y que esto «significaría la implicación de esos países en un conflicto armado directo» con Rusia.

Putin, que ha evitado rechazar directamente la propuesta de Trump sobre Ucrania, ha impuesto una retahíla de condiciones maximalistas, con el único objetivo de dilatar las negociaciones. Rusia retiene ahora la ventaja bélica en el terreno tras la expulsión de las fuerzas ucranianas de gran parte de la región rusa de Kursk. Este mismo sábado, el Ejército del Kremlin anunció la liberación de otras dos ciudades de este enclave, mientras que desde Moscú advierten a los soldados ucranianos de que el «tiempo se acaba».

Trump, en un mensaje en su cuenta de Truth Social, pidió este viernes al ruso acusado de crímenes contra la humanidad que perdone la vida de los uniformados ucranianos. «Están completamente rodeados», aseveró el estadounidense. Unas informaciones que fueron inmediatamente desmentidas por el alto mando del Ejército de Kiev. En un comunicado, Ucrania aseguró que «no hay amenaza» de cerco y que sus tropas se retiraron a posiciones más «favorables».

En Europa, todos conocen los artimañas de Putin. Starmer lo ha dejado claro, al igual que Zelenski en un mensaje en su su cuenta de X, antes Twitter: «Hablamos sobre quién retrasaría la paz y lo ralentizaría todo, y ahora lo vemos con claridad. Un alto el fuego ya podría haberse producido, pero Rusia está haciendo todo lo posible para impedirlo». Por ello, el ucraniano ha pedido a sus aliados –entre ellos Estados Unidos– que presionen al Kremlin para que acepte la tregua.

Una visión que comparte el británico y que ha subrayado este sábado frente al resto de líderes. «El presidente Zelenski, que está con nosotros esta mañana, ha demostrado una vez más que Ucrania es partidario de la paz, porque ha aceptado y se ha comprometido a un alto el fuego incondicional de 30 días», sostuvo.

El único que parece creer en las ambiguas palabras del ruso es Trump, quien este viernes aseguró que su enviado especial para conflictos, Steve Witkoff, mantuvo unas conversaciones «productivas» con Putin durante su reunión en Moscú este jueves. «Hay una muy buena oportunidad de que esta horrible y sangrienta guerra se acabe», anunció. El Viejo Continente, amenazado por las ansias expansionistas de Rusia y la renovada sintonía entre Trump y Putin, se prepara para lo peor y esboza a toda prisa una nueva arquitectura de seguridad para el continente.

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