Millones bajo cuerda, el caso «Chocolate» y el triunfo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires
El gobernador y exministro de Economía de Cristina Fernández quedó en un segundo plano el domingo pasado, pero logró la reelección pese a los escándalos de corrupción
Los escándalos y su gestión mediocre le habían puesto contra las cuerdas de la derrota. En la recta final de las elecciones, el gobernador de Buenos Aires, donde vota el 38 % del padrón, sintió el domingo pasado que el mundo de la reelección se le deshacía entre los pies de una provincia invadida por el narcotráfico, corrupta y donde el responsable, en teoría el único responsable, era él.
Su jefe de gabinete, Martín Insaurralde, en un abrir y cerrar de ojos le puso patas arriba la campaña (y no sería el primero) al dejarse llevar por sus bajos instintos. Su «desliz» ponía en serio peligro su posibilidad de conservar el poder de un territorio del tamaño de Italia y definitivo para elegir al presidente.
Exfavorito (como otros muchos) de Cristina Fernández, las imágenes de Insaurralde en traje de baño, con el torso desnudo en un yate y una botella de champán (Cristal), se hicieron virales. En la travesía por las aguas del Mediterráneo le acompañaba Sofía Clerici, una mujer con afición a los pantalones (masculinos) y a exhibir lencería erótica. Hasta ahí, la escena podría resultar anecdótica, pero no lo era ni lo es.
Con Argentina prácticamente en bancarrota, la inflación en torno al 140 % y el 51 % de la población viviendo gracias a los subsidios, la película de Insaurralde y Clerici en Marbella resultaba ofensiva. Pero había más, ¿de dónde sacaba el dinero para pegarse esa gran vida?
La maquinaria de los tribunales se puso en marcha y la mano derecha del gobernador necesitó de la izquierda para sujetar el lote de causas judiciales por corrupción
La maquinaria de los tribunales se puso en marcha y la mano derecha del gobernador necesitó de la izquierda para sujetar el lote de causas judiciales por corrupción, enriquecimiento ilícito y delitos de manos largas. El escándalo forzó la dimisión de Insaurralde quien, pese a ser obligatorio, evitó ir a votar y en el distrito bonaerense que le correspondía, Lomas de Zamora, se quedaron con las ganas de verle.
«Chocolate» todas las madrugadas hacía la ruta de los cajeros de bancos con un tocho de 48 tarjetas de débito
El escenario para Kicillof con ese escándalo no era prometedor, pero había que sumarle otros factores que se lo complicaban: el caso «Chocolate». Lejos de pensar que tiene algo que ver con el cacao, se trata del apodo de Julio Segundo Rigau, el puntero (jefe barrial) kirchnerista que todas las madrugadas hacía la ruta de los cajeros de bancos en la ciudad de La Plata, con un tocho de 48 tarjetas de débito. Una tras otra las exprimía, minutos antes de las 6 de la mañana, y se guardaba los voluminosos fajos de billetes.
El chivatazo de un sin techo
Descuidado o convencido de su impunidad, «Chocolate» realizaba estas operaciones, aunque dentro de la cabina del banco estuviera durmiendo con cartones un linyera (pobre o sin techo). Fue una de esas noches/madrugadas las que el miserable, deslumbrado ante tanto vómito de billetes, pidió que le compartiera alguno.
Pero «Chocolate» era un amargo conocido por su falta de generosidad. Había logrado extraer del cajero 1.257.000 pesos en efectivo (el máximo al día es de 30.000 pesos). El desahuciado, vengativo, no dudó: llamó a la Policía que acudió al banco y se llevó detenido al puntero y a su millón y pico de pesos.
Los titulares de las tarjetas figuraban como trabajadores de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires y aunque no aparecieran por allí, cobraban todos los meses en una cuenta corriente vinculada a las tarjetas con las que operaba «Chocolate», el «puntero» peronista que a su vez está vinculado a Kicillof y a Martín Insaurralde.
El escándalo destapó una fábrica prolífera de «Chocolates» en la provincia donde el gobernador vetó la palabra «Chocolate» con la misma insistencia que Pedro Sánchez se prohibió hablar de amnistía.
Periodista militante y pederasta
Un escándalo tras otro hasta llegar al de Ezequiel Guazzora, ex empleado en el Ayuntamiento bonaerense de Merlo. Periodista ultra kirchnerista y ex candidato de Principios y Valores, la corriente encabezada por Guillermo, «Willy», Moreno, (antiguo secretario de Comercio de Cristina Kirchner), estaba prófugo tras descubrirse que era un pederasta, un abusador y violador de menores. Finalmente el 21 de octubre el sujeto, también tras un chivatazo, sería detenido.
En ese escenario resultaba complicado soñarse vencedor hasta para Axel Kicillof. Aquel líder juvenil que formaba parte de la organización universitaria TNT (Tontos pero No Tanto) temía que su candidatura corría el riesgo de saltar por los aires al salpicarle todo el horror descrito.
Con todos esos frentes abiertos el gobernador tenía a su favor que, a diferencia de lo que sucede para ser jefe de gobierno en la ciudad de Buenos Aires o presidente de la Nación, en la provincia no hay segunda vuelta. Basta con tener un voto más que el resto para ser elegido.
Y Kicillof, el exministro que expropió Ypf a Repsol, lo logró, los bonaerenses prefirieron no recordar la corrupción y los abusos y le volvieron a elegir. Obtuvo el 51,2 % de los votos. La victoria del gobernador le supo más dulce de lo esperado porque en Lomás de Zamora, donde no fue a votar Insurralde, arrasó y en La Plata, donde actuaba «Chocolate», fue el campeón. ¡Viva la corrupción!