¿Cuánta gasolina ahorras por circular con la calefacción apagada?

El sistema de climatización de un coche se compone tanto del aire acondicionado en verano como de calefacción en invierno. Se trata de un sistema eléctrico no muy complejo pero con un coste de funcionamiento obvio, pues consume energía, y al fin y al cabo en los coches con motor de combustión la energía sale de 'quemar' carburante.

Conviene, eso sí, hacer una diferenciación entre los coches con motor de combustión y los coches eléctricos.

Si empezamos por los coches de combustión habría que matizar que no existe demasiada diferencia de consumo entre un vehículo con climatizador y otro sin él.

Al fin y al cabo el climatizador permite que marquemos una temperatura fija y el coche actúa sobre el aire acondicionado y la calefacción para alcanzar el confort térmico, por lo cual no existe gran diferencia de funcionamiento.

Coste real de calentar el coche

La realidad es que podemos hacer uso de la calefacción de un coche con total tranquilidad, pues conviene saber que el coste de funcionamiento es prácticamente cero. La razón es bien sencilla: en los motores de combustión sobra el calor, precisamente el problema es evacuarlo sin que se caliente el motor. En ese caso, si activamos la calefacción lo que hacemos es sacar ese calor del motor y meterlo al coche.

De hecho, un truco para evitar que un coche se caliente es encender la calefacción, lo que se hacía sobre todo antiguamente; ahora ya no tiene demasiado sentido.

Consumo ridículo

Como tal, en los coches térmicos el único consumo de la calefacción es el ventilador que se encarga de enviar el aire al habitáculo, con un gasto absolutamente irrelevante, por lo que podemos poner la calefacción con total tranquilidad.

Otra cosa es si junto con la calefacción accionamos el aire acondicionado, lo que nos vemos obligados a hacer cuando se empañan los cristales. En este caso, el consumo sí es similar al del aire acondicionado en verano, pues el sistema es mucho más complejo y el consumo de combustible puede subir hasta un 20 %. En función del coche podemos hablar de hasta un litro a los 100 kilómetros.

En los coches eléctricos el consumo es mucho mayor, especialmente en el caso de la calefacción. En estos coches no hay sobrante de temperatura en el motor, con lo cual el coche tiene que calentar o enfriar el aire que mete al habitáculo, lo que puede suponer una reducción de autonomía total del 20 %.