Industria
Adiós a 30.000 empleos y 7 fábricas: el coche eléctrico hunde la industria europea del automóvil
Los principales grupos automovilísticos no son capaces de llegar a un acuerdo sobre la solución de un problema que ya trasciende a lo económico. Europa está en riesgo de perder el tren del automóvil
Hace casi una década que Bruselas decidió iniciar su proceso de descarbonización de las emisiones contaminantes adoptando un modelo de movilidad absolutamente inédito el mundo: el coche eléctrico.
Es cierto que Tesla nació en 2003 y puso en la calle el Model S en 2007, pero la realidad es que entonces el coche eléctrico era una mera anécdota de un 'loco' norteamericano que trataba de llevar al automóvil el modelo de Apple.
Transición acelerada
En este contexto, la Unión Europea decidió convertirse en el primer territorio del mundo limpio en emisiones de carbono, sustituyendo vehículos con motor de combustión por coches eléctricos. En ese momento un error de cálculo hizo que los plazos se acortaran de manera precipitada.
Sobre el papel la transición no podía pintar mejor, por un lado, este cambio haría que los fabricantes ‘despacharan’ millones de coches eléctricos con la demanda disparada por parte de los compradores ávidos de sustituir sus viejos vehículos de combustible.
La edad de oro del automóvil
Por otro lado, Bruselas prometió miles de millones de euros en ayudas que se irían directamente a financiar la investigación y desarrollo de los fabricantes, la implantación de las nuevas fábricas y para subvencionar la compra a los conductores.
Entonces se establecieron plazos, prohibiendo la venta de coches de combustión más allá de 2035 y el uso a partir de 2050, que fueron aprobadas oficialmente en 2022.
Lo que nadie contaba es que la Covid en 2019 sumiría a la industria europea de automóviles en un letargo del que tardó más de un año en despertar. La falta de componentes asiáticos y semiconductores provocó que las fábricas trabajaran a medio gas.
Experiencia China
En paralelo entró en escena un nuevo protagonista con el que nadie contaba, China, que fue capaz no solo de ponerse a la par con la industria europea en materia de automóviles, sino que además le sacó una década de ventaja en materia de coches eléctricos, una tecnología en la que llevan trabajando años.
Los planes de Bruselas fallaron por donde menos pensaban, los compradores, que rechazaron el coche eléctrico y han llegado a generar caídas en las ventas de eléctricos en toda Europa conforme se acabaron las ayudas públicas a la compra.
El panorama ahora es desolador para toda la industria del automóvil, incluida la China, que ha descubierto que Europa se ha convertido en una trampa para sus fabricantes porque la mayoría traían una cartera repleta de coches eléctricos que a día de hoy no se venden. Europa no es el paraíso prometido e incluso les ha penalizado con aranceles de más de un 40 %.
Una situación que directamente ha dinamitado la cuenta de resultados de los fabricantes europeos, que pusieron sus mejores plantas a producir vehículos eléctricos que ahora tampoco se venden, lo que tras unos resultados financieros negativos que han provocado que en las últimas semanas se hayan anunciado despidos masivos e incluso el cierre de factorías.
Las multas de Bruselas
A todo esto hay que añadir las multas que tendrán que pagar a partir del año que viene por exceso de emisiones de CO₂ ante la falta de ventas de eléctricos, lo que podría costar a algunos fabricantes más de 2.000 euros por coche de gasolina o diésel vendido.
A día de hoy, Ford y el Grupo Volkswagen anuncian ya unos 10.000 despidos en Europa, a los que hay que sumar los de los fabricantes de componentes, con los 3.600 anunciados por Michelin, los 4.700 de Schaeffler y los 5.500 de Bosch.
Un panorama desolador que supone la destrucción del tejido productivo europeo, afectando al ADN de una industria que hasta el año pasado suponía más del 8 % del PIB europeo y daba trabajo a más de 7,5 millones de personas.