El sacerdote que estimuló el despegue de Zara

«Venían continuamente mujeres necesitadas a pedir y yo pensaba que nada remediaba darles 1.000 pesetas porque al día siguiente estarían igual», señaló el sacerdote pasionista Jorge López Neira en una entrevista de hace décadas concedida a «La Voz de Galicia» para describir el contexto en el que surgieron las cooperativas de costura. El padre López Neira se inspiraba en el método del cooperativismo agrario, aprendido mientras estudiaba Teología en el centro de formación –cerrado desde 2021– que su familia espiritual tenía en la localidad guipuzcoana de Villarreal de Urretxu, y muy difundido inicialmente en España por la Iglesia Católica a través de su Doctrina Social, según recoge un informe del Ministerio de Agricultura.

Al padre López Neira le incumbió trasladar la enseñanza recibida al sector textil en la Galicia rural, su tierra natal, donde ejercía como párroco: la semilla fue un taller de confección que montó con la ayuda de Rogelio García, un directivo del incipiente grupo fundado por Amancio Ortega. El modelo funcionó y el modelo inicial empezó a extenderse rápidamente por otras zonas de la geografía gallega siendo el mismísimo padre López Neira quien comunicó las estadísticas que corroboraban el éxito: alrededor de 120 talleres y 2.500 puestos de trabajo creados a finales de la década de los ochenta, que se convirtieron en unos 30.000 hacia 1992.

Las contratadas que, gracias a la iniciativa del padre López Neira empezaron a potenciar el negocio de Zara dentro y fuera de España –la primera tienda en Portugal abrió en 1988, la de Estados Unidos al año siguiente– confeccionando prendas eran, en su gran mayoría, mujeres de procedencia humilde. Dicho con otras palabras: el sacerdote pasionista contribuyó a labrar un futuro profesional digno a miles de personas cuyas perspectivas laborales y de promoción social, más allá, incluso, del debate que surgió acerca de la brecha que se fue abriendo entre los sueldos pagados y los inmensos beneficios que iba generando Zara.

Valga como botón de muestra del reconocimiento popular a favor del padre López Neira la recogida de firmas que se organizó en la parroquia coruñesa de Santa Gema, uno de los lugares en los que ejerció su labor pastoral –otro fue la localidad de Melide– cuando sus superiores le enviaron a Lima (Perú), donde le fue encomendada una labor de apostolado. El sacerdote también fue profesor de Filosofía en Tafalla y prestó, a partir de 2012, su último servicio a la Iglesia en la enfermería de la comunidad pasionista de Deusto, donde ha fallecido.