Jimmy Giménez-Arnau
De más a menos
Puso su cultura oceánica y su prosa ágil al servicio del escándalo, pudiéndolo haber hecho de forma diametralmente opuesta
Joaquín José Víctor Bernardo Giménez-Arnau Puente
Periodista y personaje mediático
Periodista y novelista, sus inicios fueron prometedores, pero terminó decantándose por el universo rosa.
«¡Nací en un golfo!», aseveró Jimmy Giménez-Arnau durante una de sus participaciones en el desaparecido programa Tómbola. «¿Dónde ibas a nacer?», le replicó, aguda y maliciosamente, Jesús Mariñas. Lo cierto es que su peculiar trayectoria comenzó con su mismísima venida al mundo acaecida el 14 de septiembre de 1944 a bordo del transatlántico español «Cabo de Hornos», que surcaba aguas brasileñas, país al que acababan de destinar a su progenitor, el periodista y diplomático José Antonio Giménez-Arnau Gran.
Mas cuando alcanzó el uso de razón, el niño Jimmy fue matriculado en un internado británico en el que pasó dos años. Aprendió inglés, pero la severidad padecida y la ausencia de los padres desembocaron en unas carencias afectivas que tal vez podrían explicar el comportamiento histriónico de la segunda parte de su vida. Antes, en la primera, se ciñó a lo que se esperaba de un retoño de la burguesía madrileña, como lo demuestran licenciatura en Derecho y Periodismo, decantándose por este último. Y empezó cumpliendo: fue enviado especial al extranjero en más de una ocasión y formó parte del equipo fundador de Hermano Lobo. También probó suerte en la literatura, siendo su novela «Las islas transparentes» finalista del Premio Nadal en 1977.
El punto de inflexión se produjo ese mismo año a raíz de su matrimonio con María del Mar, Merry, Martínez-Bordiú y Franco, nieta favorita del anterior jefe del Estado. La pareja, de talante liberal, empezó a convivir ates de su boda en una época en que esa costumbre seguía siendo mal vista socialmente.
Pero fue más el choque de ambos con el padre de la novia, el marqués de Villaverde –las relaciones del padre y la hija eran entonces malas, y, con cierta frecuencia, inexistentes–, lo que generó tensión durante el noviazgo. Hasta en la pedida de mano. Aunque fue durante los días anteriores cuando afloró la rivalidad, a cuenta de la exclusiva –los novios fueron precursores de la práctica– del acontecimiento. Cada bando quería cobrar. Al final, los novios se salieron con la suya. Según Giménez-Arnau, Villaverde alegó una huelga hostelera en La Coruña para anular in extremis la boda, cuyo escenario fue el Pazo de Meirás.
El matrimonio, que vivía en un Pabellón situado al lado del Palacio del Canto del Pico, por entonces propiedad de la familia Franco, duró algo más de dos años y dejó una hija, Leticia. Fue entonces cuando Giménez-Arnau supo aprovechar la incipiente ola de desmitificación del franquismo –por esa época también se publicó «Mis conversaciones privadas con Franco», que recogía los diarios del general Francisco Franco Salgado-Araujo, primo y confidente del estadista– para descargar su resentimiento contra su antigua familia política en «Yo Jimmy, mi vida entre los Franco», en el que revela intimidades innecesarias, ataca despiadadamente a Villaverde, retrata ácidamente a la duquesa de Franco y a su hija Carmen Martínez-Bordiú, salva a otra hija, Mariola y también, en cierta medida, a Carmen Polo. El libro fue, eso sí, un éxito de ventas.
Desde entonces, Giménez-Arnau cambió el prestigio por la fama fácil y trasladó su actividad hacia el universo rosa, al que alimentó con romances, divorcios y dos nuevas bodas. También con episodios barriobajeros, como las reyertas con el artista Jorge Bascones –que sufrió incluso un mordisco por parte del mastín de su hasta entonces amigo– y el periodista José Manuel Estrada; por no hablar de sus relaciones ambiguas con el consumo de estupefacientes, que le valieron problemas judiciales. Siempre dijo que consumía, pero que no traficaba.
El corolario de estos antecedentes fue que sus posteriores publicaciones, literarias o ensayísticas, no volvieron a ser consideradas seriamente en los ambientes culturales. A cambio, logró la aceptación del gran público gracias a su inolvidable combinación de gracejo y cultura de dimensiones oceánicas.