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Emilio Gómez

Emilio GómezEl Debate

Emilio Gómez Piñol (1940-2025)

Tronco del árbol de la Historia del Arte en España

Catedrático de Historia del Arte Hispanoamericano de la Universidad de Sevilla, formó a generaciones y divulgó temas que abarcaban desde el Barroco a la contemporaneidad, desde los estamentos culturales hispalenses durante seis décadas de actividad

Emilio Gómez
Nació en Sevilla el 5 de abril de 1940 y falleció en esa misma ciudad el 16 de enero de 2025

Emilio Gómez Piñol

Historiador del Arte

Además de su labor como profesor, estuvo completamente implicado en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y en la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

El don con el que la Providencia agració a don Emilio Gómez Piñol fue el de una excelente memoria, una mente preclara y una intuición extraordinaria. El que fuera catedrático de Historia del Arte en la Universidad hispalense, añadió a eso su capacidad de trabajo y estudio, su incombustibilidad para la participación en actividades académicas de todo tipo (conferencias, visitas, viajes de estudio, informes académicos, asesorías científicas, etc.), y se convirtió en un personaje relevante en la cultura española del que hablaba la prensa desde el inicio de su carrera en los años sesenta del pasado siglo (fecha en la que publicó su primer estudio sobre el Barroco en un modesto librito escrito en colaboración con Antonio Burgos y financiado por el Aula de Cultura de la Facultad de Geografía e Historia) hasta el otoño de la desescalada pospandémica de 2021, cuando dio su última conferencia en su querida academia sevillana delante de la marquesa de Méritos y presentó a Fátima Halcón para su conferencia en los Amigos del Museo, asociación de la que fue miembro fundador y vocal y vicepresidente durante treinta y siete años.

A don Emilio, como era conocido por la legión de discípulos que forjó durante los años en que fue decano de la Facultad de Geografía e Historia y, sobre todo, durante su dirección del Departamento de Historia del Arte de esa institución, le interesó todo lo relacionado con la historia y su estética. El Greco, Zurbarán, Velázquez, Martínez Montañés, Juan de Mesa, Murillo, Salzillo, la Ilustración, la escultura lignaria, el retablo, los prerrafaelitas, la fotografía y el arte contemporáneo… Sobre todo ello y más leyó y reflexionó, compartiendo en sus disertaciones agudísimos puntos de vista que dieron pistas a muchos para desarrollar otros caminos, pero, sobre todo, se centró en investigar sobre Hispanoamérica (como él reivindicaba siempre en sus clases que debía ser llamada), y publicó Las artes plásticas en Centroamérica y el Caribe (Madrid, 1991), un exquisito trabajo de síntesis, y Sevilla y los orígenes del Arte Hispanoamericano (Sevilla, 2003), sobre las sinergias compositivas entre el referente peninsular y el arte autóctono. Pero, su mejor legado historiográfico es, sin duda, el monumental libro La Iglesia colegial de El Salvador. Arte y sociedad en Sevilla (Siglos XIII al XIX) (Sevilla, 2000), que tenía siempre sobre su mesa Fernando Mendoza mientras dirigía la restauración de ese magnífico inmueble entre 2003 y 2008. Acusado con frecuencia de no publicar todo lo que debía (la tesis que le dirigió Hernández Díaz sobre el libro de estampas de Hernando Colón quedó prácticamente inédita), Gómez Piñol había debutado ya en 1966 en el prestigioso Archivo español de arte gestionado por don Diego Angulo y, desde luego, fue ingente la cantidad de discursos académicos que tuvo que escribir para la contestación de los nuevos miembros de Santa Isabel de Hungría, las clases del Aula de la Experiencia que preparó hasta años después de su jubilación sobre los más diversos temas y las conferencias que como invitado elaboró sin decir nunca que no a nada ni a nadie, porque estaba convencido de su capacidad y fuerza de voluntad y concentración.

Todo ello lo hizo compaginando su profesión con la vida familiar de esposa y cinco hijos, saliendo a recorrer la ciudad, estando al tanto de todas las novedades historiográficas, periodísticas, culturales, políticas, taurómacas y sociales del momento, haciendo una destacada labor de fidelidad para con los amigos, atendiendo los compromisos (muchas veces por medio de sustanciosas charlas telefónicas) y participando en todo aquello que se le solicitaba como fue, en los últimos años, las comisiones de restauración y la asesoría en procesos de nueva creación artística. Era perfecto conocedor de toda España (en Murcia comenzó su labor docente) y de gran parte de América, así como de algunos puntos de Estados Unidos y Asia. Nunca se le escuchó hablar mal de nadie, en todo mostraba una educación exquisita y un don de gentes asombroso y natural y, por encima de todo, tenía una abnegación y amor por el trabajo y la ayuda a los demás sobresaliente. Es posible que todo ello se debiera a su esmerada educación católica, pero, también, era producto de sus lecturas, entre las que dejaba un lugar reservado para Cervantes y San Juan de la Cruz. Gratias magister.

  • Álvaro Cabezas García es historiador del Arte
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