Maruxa Pita Lissarrague
La teresiana que potenció el español en Filipinas
También fundó una escuela para niños abandonados en Manila, que fue visitada por la Reina Sofía
María Dolores Pita Lisarrague
Madre teresiana
Comprometida con la Institución Teresiana desde 1947, doce años más tarde llegó a Filipinas, donde pasó el resto de su vida potenciando iniciativas culturales y humanitarias. Fue galardonada con la Medalla de Galicia en 2004 y con el Premio Teresa de Calcuta en 2011
«Gracias por haber sembrado en mi alma esa semilla de honradez en el trabajo que traspasa mares de un amor que es patrio pero que convierte en patria todo lo que cabe en el corazón», escribió en 2004 la religiosa teresiana Maruxa Pita Lissarrague a Manuel Fraga para agradecer la concesión de la Medalla de Galicia por parte de la Xunta. Unas palabras que reflejan plenamente su trayectoria vital: una generosidad sin límites vinculada a un doble compromiso con España, su país natal, y con Filipinas, su país de adopción.
Con España porque, desde que llegó al archipiélago asiático en 1959 para ayudar a poner en marcha un colegio de la Institución Teresiana –con la que se comprometió cuando tenía 17 años, siguiendo los pasos de una hermana suya–, esta licenciada en Ciencias Exactas no dejó de promover su cultura. Primero como directora de ese centro –que hoy se ha convertido en la Facultad San Pedro Poveda–, que dirigió entre 1965 y 1973 y en el que dio clases a varios hijos de la futura presidenta Corazón Aquino. De ahí pasó a dar clases de lengua española en la Universidad de Santo Tomás de Manila, principal foco intelectual de Filipinas.
Mas la parte principal de su legado empezó a forjarse durante los largos años en que dirigió, siempre en la capital del país, el Centro Cultural Español, que modernizó académica y culturalmente, sentando de esa manera las bases del futuro Instituto Cervantes, cuyas actividades comenzaron en 1993. Fue, en toda lógica cultural e histórica, el primero que se estableció en Asia. Pita Lissarrague permaneció allí durante un tiempo, como no podía ser menos, en calidad de jefa académica.
Pita Lissarrague compatibilizó labor intelectual con humanitaria, creando, esta vez en Pasig City, la Fundación Makabata, una escuela para niños de la calle, que fue visitada por la Reina Sofía. Esta iniciativa fue su compromiso con Filipinas.