La OEB
Nos gobiernan, además de los comunistas, los separatistas y los terroristas, los gilipollas
En ocasiones es imprescindible el uso de voces gruesas. La Real Academia Española es muy pulcra al respecto. En su Diccionario del Tricentenario –última edición impresa–, se advierte un combate estético, más que ético, contra la definición de «gilipollas», que es especie muy abundante en España y muy alejada del peligro de extinción. Los inmortales limitan con mimo y esmero la acepción «gilipollas». «Adjetivo vulgar. Gilí». Y consultada la voz «Gilí», se deduce que han salido del paso sin estirarse: «Gilí. Inocente, cándido, tonto, lelo». No, señores académicos. Los inocentes, los cándidos, los tontos y los lelos son, como su voz indica, inocentes, cándidos, tontos y lelos. Pero los gilipollas son muchísimo más que esas acepciones de aceite de masajistas. Son gilipollas, y punto, con o sin definición académica. Y los gilipollas no son otra cosa que los creadores, hacedores y protagonistas de las gilipolleces. Y de una gilipollez procedo a recrearme.
El ministro Ábalos lo intentó, pero no tuvo tiempo de llevar a cabo su proyecto. Tuvo que dimitir y marcharse con su guardaespaldas Koldo, al que nombró consejero de RENFE, a freír buñuelos. El marido del ministro Marlaska también se llama Koldo, toma casualidad, pero en este texto, tanto Marlaska como su Koldo carecen de interés. La sustituta de Ábalos en el Ministerio de Transportes, Raquel Sánchez, –sin parentesco con Pedro Sánchez a pesar del apellido coincidente–, se ha propuesto ultimar el sueño de Ábalos. La creación de una imprescindible Oficina Española de la Bicicleta, que con toda probabilidad reivindicará las siglas de OEB. No se crean que la futura OEB será un chiringuito o un taller de masturbaciones femeninas como los que financia Irene Montero desde su Ministerio obsesionado sexualmente. Será mucho más. Y la ministra lo ha corroborado al afirmar que «la bicicleta es un tema transversal que afecta a muchos Ministerios y diferentes niveles de la Administración Estatal, autonómica y local». Es decir, que también podría afectar al Ministerio de Irene Montero, que no dota de bicicletas a las alumnas matriculadas en los talleres de masturbación. Con bicicleta llegarán con más rapidez a su destino, y todas felices.
¿En qué consiste la futura OEB? Lo ha dicho la señora ministra de Transportes. «En una unidad de impulso, diálogo y coordinación a la promoción del uso de la bicicleta».
Me hacen cosquillas en los predios axilares, y no me muevo.
Y ¿en qué afecta a muchos Ministerios y diferentes niveles de la Administración Estatal, autonómica y local? En muchas situaciones embarazosas. Exceptuando a los miembros del Gobierno y presidentes autonómicos que seguirán moviéndose de un lado a otro en sus Audi oficiales, los funcionarios de medio rango para abajo, se verán obligados a desplazarse en bicicleta desde sus domicilios al organismo en el que prestan sus servicios. Y lo mismo los asesores designados a dedo. Con estos últimos, el Gobierno ordenará a la OEB la adquisición de 100.000 bicicletas con motor mosquito incorporado, teniendo en cuenta que entre los asesores del Gobierno, de los Gobiernos autonómicos y de los Ayuntamientos, los asesores nombrados a dedo rondan la cifra de 100.000, sin contar a los funcionarios. De subdirector general hacia abajo, todos en bicicleta, aunque no sepan montar en bicicleta, que ésa es otra. De esa manera, se garantiza el impulso, diálogo, y coordinación a la promoción del uso de la bicicleta, no sólo en las grandes ciudades durante las jornadas laborales, sino en los puentes y fines de semana, para que templen y endurezcan sus músculos en sendas de montaña y caminos con vistas pintorescas. Llevarán sobre la rueda posterior, un ensamblaje extra para encajar la paellera y los productos necesarios para cocinar en el campo un buen arroz o delicias de barbacoa, con un extintor a fin de no incendiar los montes y lugares pintorescos como acostumbran hasta la fecha.
Y si esto no es una gilipollez rotunda, muy propia de nuestro Gobierno, que los señores académicos acudan a comprobarlo sobre sus bicicletas y cambien sus criterios calificativos. Nos gobiernan, además de los comunistas, los separatistas y los terroristas, los gilipollas. Y para suavizar el texto, me despido en francés.
Au revoir.