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HorizonteRamón Pérez-Maura

La vida de Sánchez, ¿amenazada?

A mí no me da la gana que me roben, pero cuando el ladrón está sentado en el Palacio de La Moncloa, un servidor se siente muy indefenso a la hora de plantarle cara

Actualizada 16:09

Pedro Sánchez mantiene el despiporre habitual en el uso de los medios aéreos del Estado para sus intereses particulares. Esos intereses, que son suyos y no de todos los españoles, van desde la boda de un amigo a los actos de su partido que pagamos usted, querido lector, y yo con nuestros impuestos. Y a mí no me da la gana que me roben, pero cuando el ladrón está sentado en el Palacio de La Moncloa, un servidor se siente muy indefenso a la hora de plantarle cara.

El domingo pasado tuvimos el último ejemplo de este robo a mano armada del dinero de nuestros impuestos. Pedro Sánchez tomó el Falcon de las Fuerzas Aéreas y se fue al XVI Congreso del Partido Socialista de Murcia. Como es habitual vistió el santo con una supuesta visita oficial para justificar el uso del avión. Normalmente, lo que hace es pasar un cuarto de hora con un cargo público socialista local: el presidente de la comunidad autónoma, el de la diputación… En Murcia el único cargo un poco relevante que tiene el PSOE es el alcalde de la capital, José Antonio Serrano, llegado al cargo el pasado 25 de marzo con el apoyo de Ciudadanos y generando la tormenta que desembocó en la arrolladora victoria de Isabel Díaz Ayuso. Como quiera que a Serrano lo iba a ver también en el congreso socialista, resultaba más bien poco creíble tener que reunirse antes con él en el ayuntamiento. Así que se fue a Mula a visitar la cooperativa de Frutas y Cítricos de Mula, que no consta que trabaje todos los domingos, pero este 5 de diciembre desde luego lo hizo. Curiosamente, el presidente del Gobierno de la Región de Murcia, Fernando López Miras, que es la más alta autoridad del Estado en la región, no sólo no fue invitado a la visita a la cooperativa. Es que no fue ni informado de que se iba a realizar. Su presencia allí quizá hubiera alargado innecesariamente la presencia del presidente y Sánchez iba a otra cosa.

Además de utilizar el Falcon para ir de Madrid a Murcia, Sánchez empleó un helicóptero Super Puma para que lo trasladase de La Moncloa a la base aérea de Torrejón de Ardoz, que dista 35 kilómetros de la Presidencia del Gobierno. Un domingo por la mañana tanto la M-30 como la M-40 tienen francamente muy poco tráfico, pero es más «chulo» ir en Super Puma que en Audi. En Audi va cualquiera, no Su Sanchidad.

Llegados a este punto, fuentes de La Moncloa afirman que este uso de medios aéreos se debe a «motivos de seguridad». Acabáramos. ¿Qué seguridad será esa? Si la vida de Sánchez está amenazada yo estaría totalmente a favor del uso de los medios aéreos. Pero más bien parece que los que más podían amenazarla son ahora sus socios de Gobierno y con lo que le están sacando, veo poco probable que quieran cegar ese manantial que parece inagotable.

Imagino que la seguridad a la que se refieren tampoco es el peligro a un accidente de tráfico, Moncloa tiene magníficos conductores. Así que la única razón para evitar las calles y carreteras madrileñas es impedir que piten y abucheen al presidente del Gobierno. Ni con el Falcon y el Super Puma lo consiguió esta vez. Porque aunque la visita a la cooperativa se mantuvo casi en secreto, la presencia de tanto coche oficial a la puerta de Frutas y Cítricos de Murcia hizo correr la voz de que Sánchez estaba allí. Y aunque la visita no duró más que 45 minutos un puñado de muleños se precipitaron a la puerta de la cooperativa a increpar al presidente y pedir su dimisión.

Lástima. Esta vez falló la seguridad.

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