Repartir lo del vecino
Piketty dice que hay sustituir el capitalismo por la propiedad social y la descentralización del poder. Pero no el suyo, como buena élite comunista que es
Yolanda Díaz montó hace unos días un nuevo acto de promoción de su candidatura al liderazgo de la izquierda con el economista francés Thomas Piketty, que es una versión más sofisticada y leída del comunismo. Mientras Díaz reivindica la revolución comunista de Marx, Piketty lo llama «socialismo participativo», y espera que «se supere el capitalismo sin violencia». Pero la lógica comunista de fondo es la misma: se trata de repartir lo del vecino, pero sin tocar lo de ellos mismos, los de la élite comunista.
Díaz reivindica la «cogestión» para las empresas, pero, por supuesto, no empieza dando ejemplo ella misma, haciendo cogestión en su ministerio y en su candidatura. Las decisiones las sigue tomando ella, en exclusiva, sin que tengamos noticia alguna de que hayan participado los trabajadores de su ministerio. Tampoco los afiliados de Podemos, a los que no veo por ningún sitio tomando la palabra, por ejemplo, en lugar de Díaz, en sus numerosos actos públicos. Yolanda Díaz tiene el control y el protagonismo al cien por cien, que cogestionen los demás, que ella quiere el poder absoluto.
Piketty tuvo el descaro de afirmar hace algún tiempo que gana tanto con sus libros «que debería pagar el 90 por ciento en impuestos». Lo dice con la tranquilidad de quien sabe que nunca se lo van a aplicar en Francia, porque las posibilidades de que su admirado Mélenchon sea presidente son iguales a cero. Y ya se sabe que para Macron eso sería «Cuba, pero sin sol», una de las mejores frases del presidente francés. Por supuesto, no hay noticia alguna de que Piketty esté repartiendo sus ganancias con los más pobres de Francia. Pero él se ha hecho famoso, y rico, exigiendo que los más ricos paguen el 90 por ciento en impuestos y repartan la propiedad. Dice que hay sustituir el capitalismo por la propiedad social y la descentralización del poder. Pero no el suyo, como buena élite comunista que es.
Lo mismo que Díaz, Piketty se presenta como estrella y jamás comparte la propiedad intelectual de sus obras. Exige al empresario que ha montado una empresa que la reparta, pero considera que sus libros son exclusivamente suyos, y sus conferencias, y sus artículos. En una época en que el poder intelectual es más importante que nunca, él no está dispuesto a compartirlo con nadie. Porque la desigualdad intelectual le parece muy justa, consecuencia del trabajo e inteligencia de personas como él, muy por encima de la inmensa mayoría de franceses incapaces de escribir sus libros. El comunismo para los demás, y él, a mandar y brillar, porque hay que acabar con el poder económico, pero no con el poder de la élite intelectual a la que pertenece.
Recuerdo una encuesta sobre las cuotas de hace algunos años de El Cultural a varias famosas escritoras, la mayoría, feministas de izquierdas, como la recientemente fallecida Almudena Grandes, una comunista que también abogaba por repartir lo de los demás. Hay que poner cuotas en los sectores donde hay discriminación, pero no en la literatura, porque aquí el camino a la igualdad es el talento, decía. Ella, Grandes, tampoco quería repartir su talento. Ni Piketty sus libros, y no, no veo a Yolanda Díaz repartiendo su ministerio o su candidatura, si no la obligan a ello.