Fundado en 1910
Vidas ejemplaresLuis Ventoso

'El sexto sentido', con Pablo Casado

El presidente del PP se ha pasado dos días como el personaje de Bruce Willis en aquella sorprendente película

Actualizada 09:50

Hay creadores que pagan la maldición de un éxito que fagocita toda su carrera. El compositor Johann Pachelbel fue figura distinguida del Barroco alemán, con una extensa producción de partituras sacras y profanas. Pero hoy solo lo recordamos por su Canon, pieza hipnótica que lo mismo apaña una boda que un entierro. Géricault será para siempre el pintor de La balsa de la Medusa. Juan Rulfo está en la historia de la literatura por un enjuto librito, Pedro Páramo. El bueno de Eric Burdon se ha pasado la vida aullando La casa del sol naciente. Y otro tanto le ocurre al singular M. Night Shyamalan, cineasta indio-estadounidense de nombre impronunciable. Ha seguido rodando algunas películas notables, como Múltiple (2016), pero siempre será recordado por El sexto sentido (1999), cinta que se antoja insuperable para su autor.

No destripo nada si cuento la sorpresa final de El sexto sentido (eso que los cursis llaman ahora hacer un spoiler), pues todos la hemos visto. En el abracadabrante giro de cierre de la cinta descubrimos que el personaje que encarna Bruce Willis, al que hemos visto deambular por aquí y allá, en realidad está muerto desde el inicio de la historia. El sorpresón es tal que ese desenlace te obliga a rebobinar toda la película en tu cabeza.

El Pablo Casado de estos días me ha recordado al Bruce Willis de El sexto sentido. Todo el mundo sabía ya que estaba muerto políticamente… menos él. Casado pasea todavía a estas horas por su despacho crepuscular de Génova, pero es un espejismo. En realidad su andadura concluyó el sábado pasado, cuando al día siguiente de lanzar acusaciones durísimas contra Ayuso, a la que llegó a empaquetar la comisión de un delito, giró y retiró el expediente abierto contra ella. No se puede crucificar en público a uno de los activos más populares de tu partido y a la mañana siguiente envainártela y retirar la acusación. La parroquia del PP sancionó enseguida ese grave error de juicio. Lo hizo con una insólita manifestación contra él y contra Egea, que reunió a más gente frente a Génova que las propias celebraciones electorales.

Bruce Willis, perdón, Pablo Casado, continuó creyendo el domingo y el lunes que seguía vivo. Pero el martes a la mañana se percató de la manera más dura de que no era así. Fue abandonado por Suárez Illana, el amigo con el que llegó de ganchete al cargo; por Pablo Hispán, que había sido el jefe de su equipo de pensamiento; por la diputada Belén Hoyo, casadista entusiasta hasta hace tres días… Luego se dio de baja el presidente de Murcia, que en teoría le debía medio cargo a Egea, y que el fin de semana todavía apoyaba a la cúpula de Génova con devoción. Pero lo realmente insalvable fue que se plantaron enfrente y en armas los tres barones con más poder: Feijóo, Ayuso y Moreno. El martes, a la hora de la comida, Casado ya sabía que su historia en el PP se acababa. A media tarde cayó Egea, un gesto ya fútil a estas alturas.

Queda ahora organizar el entierro, que debe ser honorable, limpio y rápido. La de Casado es una historia sorprendente. Un tipo afable, con buenas intenciones, con lecturas, de oratoria fácil, que sin embargo nunca llegó a conectar del todo con el público. Quería apelotonar tantas ideas en una sola frase que costaba seguirle. Se aceleraba. No dejaba un mensaje claro, algo que se paga en este mundo del despiste digital, donde todos consumimos ideas nítidas expresadas en telegrama (lo que hacen Ayuso y MAR). Su segundo problema radica en que con el paso del tiempo ha ido mostrando un acusado talante dubitativo. En política la inseguridad es letal. El tercero fue un cierto péndulo ideológico, ora cerca de Vox y ora a saco contra ellos. Por último, existen encrucijadas que revelan de qué madera está compuesto un líder. El test de Casado fue el fenómeno Ayuso, y no estuvo a la altura que se le presuponía.

Vivimos en la era de la gran aceleración. El eco de las noticias llamativas ya no retumba como antaño. ¿Va a ser realmente tan letal para el PP esta semana de bochorno absoluto? ¿Le va a causar un gran boquete en las generales? Depende. Si Sánchez no tiene la pillería de convocar elecciones anticipadas, podría darse una paradoja: tal vez el PP obtenga mucho mejor resultado electoral con Feijóo, que va emergiendo como el sucesor y que acredita en su casillero cuatro mayorías absolutas consecutivas. Eso sí, para liderar con pleno éxito a la derecha, Feijóo necesitará eso: ser un poco más de derechas, en especial en las cuestiones morales y frente a la ingeniería social «progresista», donde hoy no difiere demasiado del PSOE o Ciudadanos.

(PD 1: El gesto final de Egea da idea de poca consideración hacia su público natural. Tras dimitir no tuvo a bien ofrecer una rueda de prensa en Génova, o una declaración. Eligió ofrecer sus explicaciones en la cadena de televisión al rojo vivo, esa que dedica el grueso de su parrilla a abrasar a su partido. Por su parte, Génova ni se ha molestado en comunicar formalmente que ha dimitido. Desbandada).

(PD 2: Vaya trago el de Casado en la sesión de control. Se fue con una pregunta de altura, evocando los días de concordia de la Transición y proclamando que siempre buscó «servir a España y a la causa de la libertad». Acto seguido, hizo mutis por el foro del hemiciclo, después de que Sánchez le contestase con santurronería indulgente, como si el presidente más manipulador y mendaz que hemos sufrido fuese el Gandalf del consenso. Casado debe ahorrarse más agonías, tampoco las merece. Lo mejor para él sería dimitir esta misma mañana tras nombrar una gestora con Ana Pastor al frente).

(PD 3: La izquierda, que es implacable, sabe que Feijóo le supone un serio problema. La prueba es que ya ha empezado a hurgar y fabular desesperadamente sobre su pasado. No duden que el sanchismo trabajará muy duro ahí. El actual presidente puede inventarse un cargo público para enchufar a su mejor amigo, o manipular el CIS todos los meses, y aquí no pasa nada. Pero irá a degüello contra Feijóo, le valdrá todo. Curiosa casualidad: hoy Sánchez visita el CNI).

comentarios
tracking