Fundado en 1910
Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Casado baila en el alambre

El líder del PP ha salido derrotado de esta crisis, porque disparó sin pensar antes, y presenta muy mal pronóstico

Actualizada 15:02

Ocurre como en la época en que las fotografías se revelaban en una cámara oscura. La imagen se saca del líquido de revelado y poco a poco todos sus contornos van cobrando nitidez. Pasadas las horas más taquicárdicas de la crisis del PP, la gresca de destrucción mutua, la fotografía va quedando clara y resulta demoledora para su presidente. La imagen que emerge es la siguiente: Casado arremetió de manera destemplada contra el activo de su partido con mejor cartel en la calle, Ayuso, y lo hizo acusándola de un delito sin aportar una sola prueba concluyente y fulminando así su presunción de inocencia. Además, aludió en su diatriba a supuesta documentación fiscal que habría llegado a sus manos por una vía que no explicó, cuando filtrar material de Hacienda constituye un delito. Por último, su error de juicio se tornó patente cuando de un día a otro se vio obligado a archivar el expediente contra ella, que había anunciado a bombo y platillo y que quedó desactivado cuando el equipo de Ayuso facilitó los detalles de la operación comercial.

Hay una cita clásica bien conocida, que se atribuye a Aristóteles: «Amicus Plato, sed magis amica veritas». Quiero a Platón, pero quiero más a la verdad. Así que aunque sé que no me ganaré el aplauso de la mayoría de los lectores reitero que el bando de Ayuso también enredó contra Génova. Pero el grave error de Casado y su impetuoso –adjetivo amable– secretario general es que respondieron a pinchacitos de alfiler con armas de destrucción masiva, que al final parece que les van a explotar en sus propios despachos.

En general no creo demasiado en los termómetros callejeros. Recuerdo, por ejemplo, las acampadas en Sol de los indignados del 15-M, televisadas a todas horas y saludadas por los tertulianos como una «ola de cambio imparable». Pero cuando fuimos a las urnas, el PP ganó las municipales de mayo y al final de aquel año Rajoy obtuvo su mayoría absoluta. Lo de la calle era llamativo, pero no representaba el sentir general.

A pesar de lo que acabo de decir, la protesta de este domingo en Génova no puede ser desdeñada: 4.000 personas simpatizantes del PP salen a la calle de manera casi espontánea para defender a Ayuso, pero ni una sola mueve un meñique en favor del actual presidente de su partido. Me di una vuelta por la concentración. No había allí extremistas, ni chalados. Se trataba de gente educada y tranquila, de clase media y media alta, votantes prototípicos del PP. Su presencia en la calle mostraba de manera gráfica algo que es un secreto a voces desde hace meses: Ayuso posee mucho más tirón popular que el cabeza de cartel de su partido, por lo que constituiría una mejor candidata para derrotar al sanchismo (que es la primera misión, la urgencia de esta hora de España).

Casado es hoy un líder en el alambre, porque le empieza a faltar lo básico: el aprecio general de su propia parroquia. El PP está llamado a algún tipo de solución congresual, donde se pueda debatir lo que está ya en todas las conversaciones: ¿Es el líder actual la mejor opción para medirse con Sánchez, o el PP guarda en su propia cuadra caballos con más posibilidades?

Parte de este problema procede de una mala práctica de la democracia española. En el modelo anglosajón, en Estados Unidos y el Reino Unido, el candidato que pincha se va de inmediato a su casa. No existen segundas oportunidades. Aquí no. Si logras controlar el aparato puedes optar a sucesivas reválidas. Pero esa manera de operar genera mar de fondo, intrigas y, a veces, hasta espectáculos como el que estamos viviendo.

Acabo cómo empecé: Ayuso o Casado, ¿qué candidato podría devolverle la ilusión electoral al PP? Es ocioso contestar. El pulso de la calle parece evidente.

(PD: Curioso como el veterano MAR, de 57 años, ha toreado a los mozos de Génova. Les tendió el capote, entraron como toritos ofuscados por la ira y acabaron chocando contra la barrera entre abucheos del respetable. ¡Vaya historia!).

comentarios
tracking