Prodigios de la «semidemocracia» española
El Gobierno amenaza a PP y a Vox desde el consejo de ministros con denunciarlos… y uno de los aludidos casi le da la razón
Ya está bien de hipocresía: yo puedo pactar con los sicarios de ETA y con los golpistas catalanes; pero ojito, si a ti se te ocurre aceptar a Vox en el Gobierno de Castilla y León, te meto un puro en tribunales con la Abogacía del Estado en cuanto me toques los mantras del sagrado «progresismo de género».
Este disparate, que es la plantilla mental con que está operando la izquierda española y su orfeón mediático, merece ser explicado con más detalle:
1.-Kubati, un psicópata sanguinario que mató a 16 personas y pasea ya por las calles pese a una condena a 1.600 años, es el interlocutor del Gobierno para ir liberando al goteo a todos los asesinos de ETA (el pago que acordó Sánchez con Otegi a cambio del apoyo de Bildu a los Presupuestos). Una pestilente vía de entendimiento, que nuestro decepcionante ministro de Interior, antaño un juez honorable que se jugaba el físico frente a los terroristas, define como una «relación institucional». Kubati, recordemos, es entre otras cosas el animal que mató a tiros a la etarra arrepentida Yoyes delante de su hijo de tres años. Hoy ejerce de embajador para las relaciones «institucionales» del sanchismo y ETA.
2.-… Pero ese mismo Gobierno que mantiene relaciones «institucionales» con los asesinos de ETA –que mataban salvajemente a dirigentes socialistas– dicta «cordones sanitarios» contra Vox, partido perfectamente constitucionalista, democrático y ajeno a toda violencia. Es más, la democracia española está tan deteriorada, como bien señala The Economist, que este martes el Gobierno se ha permitido amenazar al PP desde la rueda de prensa del consejo de ministros (una cita semanal concebida para presentar los acuerdos de Gobierno, hasta que el sanchismo la convirtió en un mitin). El Ejecutivo, según ha contado Ana Martín en El Debate, movilizará a la Abogacía del Estado contra PP y Vox si llegan a un acuerdo de Gobierno y tocan en Castilla y León las leyes ideológicas de «género».
3.-¿Saben por qué tuvo que abandonar el poder en octubre del año pasado Sebastian Kurtz, de 35 años, un político conservador de enorme éxito? Pues porque cometió un error que la democracia austríaca no tolera: desvió dinero público para costear encuestas a su favor en un periódico. Así que, a la puñetera calle. Ha tenido que abandonar la política. ¿Y qué hace Sánchez en la «semidemocracia» española? Pues algo todavía más grave: coloca al frente del instituto público de encuestas a un miembro de la Ejecutiva del PSOE y le ordena publicar todos los meses sondeos manipulados y siempre mendaces para favorecer los intereses de su partido. Esa trampa la tenemos que pagar además todos los españoles con nuestros impuestos. ¿Y qué ocurre? Nada. ¿El problema de España es Vox?
4.-En enero del año pasado, Sánchez logró el control total sobre los fondos europeos, que le permite practicar el favoritismo, gracias a que de manera bastante inexplicable Vox votó a favor de ello. Entonces Sánchez saludó el sentido de Estado del partido de Abascal, pues le venían bien sus votos. Ahora pide al PP desde el Senado un «cordón sanitario» contra Vox y le dice que no puede pactar con él. Hipocresía suprema. Trilerismo máximo.
Tras todo lo dicho, no acierta mucho Casado poniéndose fino con Vox para llegar a un acuerdo de Gobierno en Castilla y León. No acierta porque a día de hoy no es un político con el suficiente tirón electoral como para derribar al sanchismo y su entente con separatistas, etarras y comunistas. Va a necesitar a Vox en el examen final de 2023. Y no acierta porque no se atisba mucha más solución para que Mañueco pueda gobernar con viabilidad que un acuerdo con los verdes.
España se ha convertido en una «semidemocracia», donde su Gobierno hace campaña electoral con el BOE, amenaza a la oposición desde el consejo de ministros y utiliza al CIS para publicar encuestas trucadas a su favor. La prioridad es acabar con esa infección, algo que hoy solo puede lograrse con un mínimo acuerdo de las dos derechas. Todos tenemos un pelo en la nariz. El del PP es su temblor de piernas en las cuestiones morales y en la batalla cultural. El de Vox, su estrategia populista y alguna excentricidad programática. Ninguna obra humana es perfecta. Pero les toca entenderse en nombre de un bien superior: otra legislatura con Frankenstein y España quedará para el arrastre.