A Pablo Casado
Casado es un hombre generoso y lo demostró con Isabel Díaz Ayuso, por la que nadie apostaba y a la que él dio la oportunidad de mostrar su talento político
Pablo Casado lo tenía todo para triunfar en política y alcanzar la presidencia del Gobierno. Todo, menos paciencia, y de esa ansiedad se derivaron otros muchos males. Por lo demás, no me parece justo hacer leña del árbol caído. Es lo más fácil, lo más cruel y lo más injusto. Pablo Casado es una buena persona y eso en política no cotiza al alza. El triunfo en la vida pública española es inversamente proporcional a la bondad personal. Además, Casado era y es un gran orador y un buen parlamentario. Y también eso no es valorado en un panorama político lleno de simplezas, lugares comunes, tipos maleducados y sectarias al estilo Adriana Lastra. Hoy en la política occidental, y supuestamente avanzada, es suficiente con decir dos frases y Pablo tendía a explicarse en demasía, como si su interlocutor le estuviese poniendo mucho interés a lo que él decía. También es Casado un hombre generoso. Lo demostró con Isabel Díaz Ayuso, por la que nadie apostaba y a la que él dio la oportunidad de mostrar su talento político. Tengo mis dudas sobre si ella fue o no ingrata con él. Lo que sí aparece medianamente claro es que Pablo se equivocó en la gestión del ascenso de su discípula más cercana. Ella pudo ser más comedida, él menos inseguro. Él tenía el timón del partido y lo hizo naufragar en las rocosas costas de la inseguridad. No sé si a Pablo Casado el destino, como a Eneas, le reserva grandes empresas. En todo caso, creo que la vida política de España no fue justa con él. Tenía todo para triunfar. Con afecto sincero.