El arco del triunfo de Napoleonchu
Se pudo ver a unas mujeres que parecían huríes; la Marcha Real tocada por una banda de titiriteros entre los que el trompetista claramente no sabía interpretar la partitura y un exministro de Exteriores español escondido en entre el público, supongo que porque no quería que nadie lo identificara con esa kermés
Nuestro ínclito ministro de Asuntos Exteriores, conocido universalmente como Napoleonchu, ha tenido una semana llena de éxitos. Primero ha sido en Madrid donde el propio Napoleonchu y dos de sus secretarios de Estado han recibido a miembros de la Asamblea Nacional venezolana que España no reconoce. Y que son integrantes de Acción Democrática, nombre del histórico partido de Carlos Andrés Pérez, que ahora ha sido tomado por el chavismo. Los chavistas a los que el ministro y sus secretarios de Estado han dado su apoyo son Óscar Rondero y Pedro José Rojas, que se dejaron comprar por Maduro. Que ambos sean recibidos por los más altos cargos del Palacio de Santa Cruz choca con la línea de la política exterior española, que fue la primera del mundo en denunciar las elecciones presidenciales de 2018 donde se produjo la «reelección» de Nicolás Maduro. Y esa denuncia no la hizo Rajoy. La hizo Sánchez, cuyo Ministerio de Exteriores da ahora un giro de 180 grados y se acerca de nuevo a Maduro. Todo lo hecho hasta ahora, como es propio de un afrancesado, Napoleonchu se lo pasa por el arco del triunfo. El suyo, claro.
La conmoción que ha generado el que Rondero y Rojas se hayan reunido con los socialistas Julio Navalporto, vicepresidente primero de la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso de los Diputados –de Consumo no sé si pueden blasonar mucho los chavistas; con Pau Marí Klose, presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso y con Santos Cerdá, que es el secretario de organización del PSOE. En Exteriores se vieron con el secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Fernández Trigo y con la de Cooperación Internacional, Pilar Cancela. Y después de haberse reunido con todas esas personas, Napoleonchu dice ahora que él en realidad no se reunió con ellos. Que se los encontró por la calle y le pidieron hacerse un selfie y él aceptó porque le dijeron que son de la Internacional Socialista. En verdad nos toman por imbéciles.
Debe de ser que Napoleonchu no sabe lo que está ocurriendo en Venezuela. Pero eso es especialmente delictivo, porque su secretario de Estado, Fernández Trigo, estaba destinado en la embajada en Caracas hasta que se le designó para este puesto. Así que la gravedad de la situación allí la conocen de primerísima mano. Pero han decidido volver a jugar con el chavismo.
Y en paralelo, Napoleonchu ha consentido la mamarrachada que se ha perpetrado en Roma, en la embajada cerca de la Santa Sede, para conmemorar los 400 años de ese edificio con esas funciones. Probablemente es la embajada más antigua del mundo. Para celebrar esto se colocó en la fachada un cartel con el lema «Diálogo y paz» saltándose a la torera la ley que prohíbe fijar carteles en los edificios del Patrimonio Nacional y del Estado. En la inauguración se pudo ver a unas mujeres que parecían disfrazadas de huríes y que salían de la embajada; la Marcha Real tocada por una banda de titiriteros entre los que el trompetista claramente no sabía interpretar la partitura y un exministro de Asuntos Exteriores español escondido en entre el público, supongo que porque no quería que nadie lo identificara con esa kermés. No me extraña.
Pero el momento verdaderamente grande de la celebración fue el del discurso de la ministra Isabel Celaá, que ahora funge de embajadora ante la Santa Sede pese a no ser diplomática y tener cuatro años más de la edad a la que los embajadores son obligados a jubilarse. Celaá explicó que en la actuación a la que asistieron los invitados quería que se representase sobre todo la historia del siglo XVI de la Embajada, cuando «España estaba en pleno auge y era el adalid del mundo católico, la salvaguarda del mundo católico». Fabuloso. Por eso debe ser que ha hecho una reforma educativa para que las nuevas generaciones no aprendan que España fue la salvaguarda del catolicismo. Ni eso, ni nada. España no fue.
Napoleonchu está consiguiendo arrastrar el nombre de España. Esta celebración en Roma sólo ha podido tener lugar con el presupuesto del Ministerio de Exteriores y la aprobación expresa de Napoleonchu. En su página web (https://quartocentenariopalazzodispagna.com/es/) no hay la más mínima referencia a un patrocinio privado. Pero ni del café. No debe ser fácil encontrar empresas que quieran ser retratadas acompañando a Sánchez y Napoleonchu en el derribo de España. Y con Celaá. No faltaba nadie.