Los consensos, Sánchez
El presidente del Gobierno se encuentra en las antípodas de la concordia. Hasta para reducir el IVA de la electricidad tiene que insultar a la oposición
Salvo que ocurra un cataclismo, Pedro Sánchez, una vez concluido el plazo legal de su mandato, no volverá a gobernar. Creo arriesgar muy poco con esta afirmación. Solo hay que ver los antecedentes de las elecciones de Galicia, Madrid, Castilla y León y Andalucía. El resto del país no es muy diferente, incluida la comunidad valenciana, que ya ha quedado vacunada del populismo para una temporada. La razón por la que Sánchez genera tanta antipatía entre los españoles comunes es por su querencia por el desencuentro. La democracia si se caracteriza por algo es por el consenso. Todos los regímenes democráticos evolucionan y progresan a lomos del consenso, y este no es otra cosa que respetar las normas comunes de la convivencia e imponer el imperio de la ley, además de no enfrentar a unos nacionales con otros. Sánchez, sin embargo, se encuentra en las antípodas de la concordia. Hasta para reducir el IVA de la electricidad tiene que insultar a la oposición.
Es mucho más grave, por supuesto, gobernar con el apoyo de aquellos que actúan todo el día para romper España. Esa orden al CNI de no escuchar a los independentistas vascos y catalanes hasta puede interpretarse como una traición a la defensa, a la integridad territorial y a la unidad de España. Resucitar la Memoria Histórica, además de no servirle ya de cortina de humo, es otra forma de ahondar en las divergencias y seguir fomentando la confrontación entre dos bandos de españoles.
El consenso, Sánchez, si quieres tener una mínima posibilidad de volver a gobernar a partir del 2024. Fomenta los consensos, no los odios. Ese resentimiento ya solo le funciona a un porcentaje muy pequeño de votantes. Es cierto que son los que ahora mismo te permiten dormir en la Moncloa, aunque tu temías por el insomnio. Fíjate, de todos modos, Sánchez, tu debilidad es la esencia de todos los males que ahora nos azotan. Para entender el final de este Gobierno hay que acudir a su génesis, a su principio, a su arranque, a aquellos que Rubalcaba llamaba «Gobierno Frankenstein». Si nació mal, me temo que concluya peor. Salvo que al actual ocupante de la Moncloa le dé un ataque de última hora de racionalidad, fe democrática y búsqueda de anuencias de la oposición real y fáctica. Recuerda, Sánchez, si algo es un sistema democrático es la suma de muchas unanimidades de los ciudadanos. Estos te piden unidad de España, respeto a las leyes, buen ambiente, aceptar las derrotas… y que los garbanzos del mediodía no cuesten como el oro.