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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Nadie obligó a Sánchez a flotar en el cieno

Este fin de semana veremos la incongruencia absoluta: Sánchez, socio del partido de ETA, presidiendo muy compungido el homenaje a Miguel Ángel Blanco

Actualizada 11:55

Es tal vez la mayor felonía, incongruencia y osadía de un gobernante en la historia de nuestra democracia. Este fin de semana veremos a Sánchez, socio político del partido de ETA, colocándose muy solemne y con pucheritos impostados al frente del homenaje a la víctima más simbólica de la banda terrorista, Miguel Ángel Blanco, concejal del PP, secuestrado y baleado hace 25 años de la manera más cruel imaginable.

Sánchez llegó al poder sin haber ganado las elecciones, gracias a un acuerdo entre tinieblas con los separatistas catalanes, que un año antes habían dado un golpe de Estado que el propio PSOE había ayudado a frenar. El precio que pagó Sánchez por el apoyo de ERC fue indultar a los golpistas de 2017. El PSOE pasó por taquilla, los soltó arbitrariamente y, por eso, Junqueras no deja caer al Gobierno (aunque a veces Rufián haga un poco de teatrillo arrabalero en el Congreso).

Pero la legislatura se fue complicando. El Gobierno comenzó a bailar en el alambre parlamentario. Sánchez necesitaba un apoyito más para engrasar las votaciones. Su solución fue Bildu, el partido de ETA. Primero los eligió como socios en Navarra, donde son el sostén del injusto Gobierno del PSN, que logró en las elecciones forales 11 escaños frente a los 20 de Navarra Suma (UPN, PP y Cs). Después los necesitó también en Madrid. El pago esta vez fue ir soltando a todos los sicarios etarras, como ha desvelado el propio Otegi. Sánchez de nuevo está cumpliendo. Ya están saliendo a la calle auténticos carniceros.

Mientras perpetra esta fechoría, este presidente, a cuyo lado Boris Johnson es un honestísimo prócer, se ha pasado la legislatura lanzando cordones sanitarios contra las que llama con un odio despectivo «la derecha y la ultraderecha».

La última infamia del PSOE ha sido sacar adelante con Bildu un proyecto de «Ley de Memoria Democrática» que incurre en la burla de llamar a los pistoleros de ETA luchadores por la democracia. El PSOE ha redondeado esa vergüenza haciéndole ascos esta semana en Ermua a la hermana de Miguel Ángel Blanco, el gran mártir político del final del siglo XX español. El partido de la Memoria Democrática ni tiene memoria ni es realmente democrático, pues propone cordones sanitarios a los partidos constitucionalistas.

La sociedad española está bastante idiotizada por la omnipresente propaganda gubernamental. Ha aceptado una especie de amnesia –o empanada mental– respecto a lo que fue el terror brutal de ETA. Pero la mala entraña que animaba todo aquello sigue latente. Incluso muy viva. En la procesión de San Fermín en Pamplona, los simpatizantes de Bildu, el socio de Sánchez, acorralaron a la corporación municipal y a los clérigos e insultaron, escupieron y golpearon a los ediles de Navarra Suma y a los agentes que los protegían. Tres policías resultaron heridos. También arrojaron al suelo a una concejal. Bildu no ha condenado el ataque. ¿El móvil de la agresión? «¡UPN, fuera!». Es decir, niegan su derecho a existir en Navarra al partido que sistemáticamente gana allí las elecciones. ¿Cómo va a condenar Bildu esa actitud y esas agresiones si en el fondo son la pura expresión de su naturaleza radical e intolerante?

El PSOE se ha aferrado voluntariamente a un flotador de cieno, mientras soportamos las lecciones altaneras de quien ha elegido compincharse con lo más vil del arco político. El periódico socialista y del Ibex publica editoriales de fachada sesuda y ponderada justificando y defendiendo la alianza con los etarras. Los tertulianos «progresistas» tuercen el gesto cuando se reprocha ese pacto y mascullan molestos que «ya está bien de repetir siempre lo mismo». Ya, ya... ¿Aceptarían en Francia, Alemania o el Reino Unido que su mandatario se sostuviese aliado con los sucesores políticos de las bandas terroristas más sanguinarias que han azotado sus países? Sería impensable.

¿Qué legitimidad tiene Sánchez para presidir un acto en Ermua este fin de semana en homenaje a Miguel Ángel Blanco cuando está a partir un piñón quienes lo mataron? Hay que tener muchas tragaderas, o una conciencia perfectamente amoral, para presentarse allí impertérrito y hasta gustándose. Pero lo veremos. Relevar a una persona que hace gala de semejante naturaleza es una urgencia nacional. Y el PP debería ocuparse más de estos asuntos, como bien ha hecho este sábado en Ermua con los firmes discursos de Feijóo y Aznar, porque son el alma de una Nación libre y de una democracia sana.

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