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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Una señora

Respeto profundamente los motivos que han impulsado a la señora Olona a abandonar la política, si bien lamento que su ausencia nos va a abandonar a millones de españoles por su magistral ejercicio parlamentario

Actualizada 01:30

No soy del PP, ni de Vox ni de Cs, y menos aún del PSOE, Podemos, IU, Bildu-ETA, el PNV, la jaula de grillos histéricos del separatismo catalán, ni de Teruel Existe. La militancia oprime a la libertad de expresión y opinión. En una sola ocasión, me fue ofrecido ocupar un puesto en una lista electoral, y lo rechacé con tanta amabilidad como alegría. El número 7 de UCD por Valencia. El ofertante fue Joaquín –Ximo–, Muñoz-Peirats y al cabo del tiempo supe que nadie de UCD le había encomendado semejante barbaridad. Coincidí con Ximo en el bar del Palace, tomamos unas copas, y Ximo tuvo aquella ocurrencia. Aquella tarde se inició y terminó mi brillante carrera política.

Tengo amigos del PP y de Vox, y algún dimitido o expulsado de Ciudadanos. Y me he llevado muy bien con socialistas serios, de los que ya no quedan en la cúpula –o la cópula, que así están las cosas–, del PSOE. Recelo del PP por su pretensión de representar a la socialdemocracia, el socialismo soso de los apesebrados en el poder. No entiendo su obsesión por acercarse al PSOE y su rechazo a reencontrarse con los que fueron suyos y que, por su decepción, fundaron Vox, que es un partido constitucional, cristiano, monárquico, conservador y plenamente legal y legalista. Los grandes partidos tienen que aglutinar muy diferentes sensibilidades. Vox encajaría perfectamente en el sector más conservador del PP, pero desde la indignante intervención del pobre Casado en la Moción de Censura, la reconciliación es tan complicada como la situación que en España se crea por esa ridícula enemistad. La izquierda, que ya es ultraizquierda, se siente cómoda, feliz y con futuro gracias a esa ruptura liberal-conservadora. Pero Feijóo, según parece, está más cerca de Sánchez que de Abascal, y los resultados en Andalucía avalan su táctica.

Para Vox ha supuesto una pérdida insustituible la decisión de apartarse de la actividad política de Macarena Olona. No han sabido defender bien a su valor parlamentario más brillante. Creo que, para evitar interpretaciones torcidas y malintencionadas, es conveniente recalcar que no conozco personalmente a Macarena Olona. Del mismo modo que reconozco mi admiración por su labor parlamentaria, su serenidad, su amor a España y su señorío. Los posibles errores de una campaña electoral mal planteada, y las calumnias, injurias, desprecios e insultos que ha tenido que soportar –y que aún soporta a pesar de su despedida–, le han llovido desde su entorno, más que de sus adversarios, que han descansado al saber que van a dejar de ser zarandeados en el Congreso por la tranquila y educada sabiduría y precisión de la mejor parlamentaria de la derecha española. Respeto profundamente los motivos que han impulsado a la señora Olona a abandonar la política, si bien lamento que su ausencia nos va a abandonar a millones de españoles por su magistral ejercicio parlamentario. Y lamento, asimismo, que esa voluntaria renuncia a la actividad política haya causado alegría en el PP. Muchos de los postulados que el PP defiende han sido defendidos por Macarena Olona con la brillantez que los populares aún están buscando por las esquinas de su descoordinación ideológica.

En una sociedad tan zafia, tan desarraigada de sus principios, tan brutalmente entregada a la grosería, la simpleza y la vulgaridad, la ausencia de Macarena Olona supone un grado más en la infección colectiva. Se nos ha ido una mujer admirable, una política sin mancha y una auténtica señora.

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